mundo manga: La puerta mágica

-       ¡Ábreme!- le dije incorporándome del suelo.

Me había llevado hasta el desván cogiéndome del brazo con tal fuerza que sus manos parecían unas tenazas, empujándome hasta caer y cerrar la puerta.

-       ¡No lo haré hasta que cambies de opinión!- me contestó.- Tú eres mía.- dijo con voz melosamente posesiva.

-       ¡He dicho que abras la puerta!- intenté de nuevo sin hacer caso.- ¡No puedes dejarme aquí encerrada!- No recibí respuesta.- ¡Ábreme!

Oí la puerta de la calle, me asomé por el ventanuco redondo y le vi marchar.

-       Maldita sea, cómo... te atreves... – maldije rompiendo a llorar en silencio mientras lo veía alejarse.

Miré a mi alrededor, si tuviera una escalera podría escapar por el ventanuco. Pero no había ninguna, y la única salida estaba cerrada.

Me froté el brazo derecho, aún podía sentir los dedos de su mano en mi piel quemándome, y me dolía. Alcé mi mirada hacia la salida, no podía seguir tolerando esto o acabaría conmigo, el problema era cómo hacerlo.

-       ¿Te encuentras bien, pequeña?

Me giré y miré sorprendida a la persona que me había hablado. Ella me sonrió y me alcanzó un pañuelo.

-       Vamos, no tengas miedo. Ya sé que es raro ver un dibujo animado en un mundo real.

La miré entonces con curiosidad.

-       Esto es increíble, - dije parpadeando, era un dibujo animado, tal como ella misma había dicho, de fantasía, con unas alas pequeñas y semitransparentes, unas ropas con un brillo que la hacían especial y bella, su cabello morado, largo y revuelto despedía como pequeñas luces; y su rostro, era auténtica belleza.- debo estar soñando o alucinando.

-       No lo estás.- me habló con una sonrisa traviesa.- Vamos, anímate, te llevaré lejos. No sé cómo puedes soportar a un tipo como ese.- se aproximó a mí.- Tienes mucho valor, sobre todo de enfrentarte a él.

Suspiré, volví a mirarla, me sonaba haberla visto en algún lugar, y ella, parecía saber todo sobre mí.

-       ¿Quién eres?

-       Me llaman Hada.- Me dijo sonriendo.- ¿No me recuerdas? Fuiste tú quién me bautizó así.- la miré sorprendida.- Perdona si te he asustado, no era mi intención. Sólo he venido para sacarte de aquí, quería hacer algo por ti.

-       ¿Yo te puse de nombre Hada? ¿Cuándo sucedió eso?- le pregunté de inmediato.

Ella rió y me miró tiernamente.

-       Tú me dibujaste, me dijiste que era un hada, y con ese nombre me quedé. - la observé con la boca abierta, claro que la recordaba, la había visto en una tienda y la tenía tan grabada en mi mente que la dibujé.- Y luego dijiste algo así, cómo: “Ojalá fueras real”, y alguien me tiró y quemó al descubrirme, era noche de luna llena. Aunque te parezca mentira, tú deseo se ha cumplido. Supongo que ahora creerás en la magia, ¿no? Aunque...- dijo meditativa.- no me cae nada bien esa persona, se lo agradezco.

-         Vaya... - dije alucinada.- es increíble... Pero si supiera que ibas a ser tan viva... hubiese tenido más imaginación para bautizarte.- ella rió.- Dime... ¿Quién es esa persona? ¿Y cómo me vas a sacar?

-       Soy un hada, ¿recuerdas?- le sonreí tímida, ella me devolvió la sonrisa.- en cuanto a esa persona, la odio tanto como tú.

Agaché la cabeza, no era difícil saber a quién se refería. Ella hizo algo con sus manos y apareció, al instante de un curioso movimiento, una puerta que había dibujado en el aire.