-¡Sakumo-san!-se quejó la morena en cuanto el nombrado le revolvió el pelo-¡No cambie de tema!
Konoha relucía más hermosa y espléndida que nunca. Sus verdes y alargadas hojas se mecían al compás del viento que, aquella tarde, soplaba con mayor fuerza. A Yuki no le molestaba ese tiempo, para ella era la excusa perfecta para darse una pequeña escapada y dirigirse rápidamente hacia la casa del mejor amigo de su difunto padre.
Tatsuya Ryu.
Un gran shinobi de Konohagakure al que todos habían llorado su pérdida. Pero en especial, las lágrimas que más dolor y frustración guardaron fueron las de una pequeña que se había sumido en la desesperación. Aun así, una luz se interpuso en su solitario camino y la ayudó, día a día, a superar la perdida del gran Jounin que a tantos había afectado.
Sakumo Hatake.
Como compañero y mejor amigo de Tatsuya, se prometió a sí mismo arrancar de la oscuridad a aquella pequeña que había perdido las ganas de vivir. A veces, cuando el silencio lo embriagaba, recordaba las noches en las que la pequeña Yuki corría a su departamento y lloraba sobre su regazo por los demonios que se manifestaban en sus pesadillas.
De todas formas, los días pasaron y juntos crearon un fuerte lazo. La Ryu lo consideraba como un segundo padre, y éste numerosas veces le nombró la valentía que caracterizó a su progenitor en su lecho de muerte. Historia que en estos momentos se encontraba diciéndole, o al menos, eso intentaba.
-¡Pero si te la he contado muchas veces!-refunfuñó con media sonrisa instalada en sus finos labios.-Mañana te la vuelvo a contar, ¿vale? Ahora tengo que partir a una misión.
La chica solo asintió mientras se alejaba de su casa y se dirigía a la suya. En el camino decidió desviarse un poco, quería llegar lo más tarde posible. A diferencia de la casa en la que antes se encontraba, la suya solo desprendía un sentimiento de soledad al cual no se había habituado. Estar en silencio solo hacía que el recuerdo de su padre se extendiera sobre su mente y automáticamente las lágrimas abundaran en sus castaños ojos.
Y eso fue lo que pasó en cuanto los pies de Yuki pisaron la entrada. Lloró como una niña en su cama durante horas, abraza al chaleco de Jounin que siempre vestía Tatsuya.
(...)
Al día siguiente, despertó con una extraña sensación en su pecho. Éste se oprimía y sentía ganas de llorar. No sabía el motivo de ello, por lo que el desconcierto la enfadaba. Decidió dirigirse hacia el apartamento del peliblanco y retomar la conversación del día anterior. Ansiosa, rezaba interiormente para que el Hatake hubiera regresado ya de la misión.
El sol que tanto había alumbrado las calles de la villa pronto fue cubierto por nubes grisáceas que amenazaban con dejar caer sus gotas en pocos segundos. Alertada por no querer mojarse, corrió hacia el apartamento. En el trayecto se dio cuenta de que las calles lucían más desiertas de lo normal, y pronto aquella sensación volvió a instalarse en su corazón. El miedo se apoderó de ella y sus demonios pronto la consumieron.
-No...no...-se decía a sí misma mientras era bañada por las gotas de agua que caían frenéticamente del cielo.-Dios, no me hagas esto... No ahora...
Sus temores se hicieron realidad en cuanto observó la puerta del recinto abierta de par en par. Entró sin avisar y, en medio de aquella oscuridad, observó con una infinita tristeza el cuerpo del hombre que la había sacado de la penumbra tumbado en el suelo, bañado en un charco de color carmesí y la palidez instalada en su rostro.
-Papá...-escuchó entonces.
Miró hacia su lado derecho y, por primera vez desde que había irrumpido en el lugar, se fijó en el hijo del Jounin. Estaba experimentando la perdida que años atrás había sentido ella misma cuando perdió a su padre. Su corazón se rompió. Todo en ella se rompió.
El colmillo blanco de la hoja se había suicidado.
Y se había llevado consigo una gran parte de la chica. Sin poder evitarlo, se tiró encima del Jounin con rapidez mientras un grito desgarrador salía de su boca, cortando el silencio que los había consumido.
Otra muerte.
Otra vez estaba completamente sola.
Otra vida más que se iba y ella no había conseguido hacer nada al respecto.
Y así, fue como, entre lágrimas y sangre, conoció a Kakashi Hatake.
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Muchas gracias a looveever por esta hermosa portada.♡

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Equipo Minato | Kakashi | Obito | #PergaminoDorado
FanfictionYuki es una ninja que desea ser Hokage y salvar a su aldea de la guerra. Kakashi es un ninja promedio, frío y que solo sigue las normas. Obito es un ninja tachado de inútil que desea ser Hokage y que todos lo reconozcan. Cuando el destino los pone...