¡Llegaste sin avisar!

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Era casi período de exámenes, me encontraba como de costumbre en mi habitación sumergida en las letras y los números, la ventana estaba abierta de tope a tope: las cortinas dejaban paso al aire y a la vista de los tejados de otras casas. Claro, no estaba preocupada por esas cosas, ni siquiera cuando me dedicaba a dar un respiro observaba al exterior.

Repentinamente, al cerrar los ojos y dejarme llevar por el sonido del viento y los cálculos mentales que realizaba en esos instantes, una brutal fuerza me tomó de los brazos, me levantó llevándome a la cama. Sin aún abrir los ojos, sentí como algo respiró cerca de mi cuello, exhaló agitado como si quisiera decirme alguna palabra al oído, no quería separar los párpados porque los sentía unidos, como si llevaran hilos entre cada parte de la piel.

Un susurro rasposo y grave murmuró cerca de mis labios.

—Abre los ojos, Shizuku —comentó, esa voz la reconocí de inmediato.

— ¡H-Haru! ... ¿¡Qué estás haciendo aquí!? —Con voz ahogada me quejé, intenté zafarme de sus manos lo más silenciosa posible ya que mi padre estaba en el living y mi hermano menor en su habitación, él sin embargo, no me dejaba escapar. Se arremetía contra mis hombros y juntaba sus labios contra mi cuello. Sentí como mi rostro se enrojecía y la cara de Haru se pegaba más a mis mejillas.


Llevaba puesta una camiseta algo suelta, con botones pequeños y mangas anchas. Abrí los ojos de par en par cuando noté que Haru tiraba de los ojales, atragantada gemí con miedo.

—N-no, Haru... ¡No hagas locuras, por favor! — le miré fijo justo cuando el levantó los ojos dirigiéndose hacia mi rostro.

—Shizuku... Dije que algún día este momento llegaría. Puedo sentir como tu corazón late rápidamente —sonrió con dulzura, pero sus ojos reflejaban malicia y picardía como siempre lo han hecho. Prosiguió con su trabajo, afirmó mis muñecas con una de sus fuertes manos, no tengo ni idea de cómo logró liberar mi torso de la prenda dejando solamente mi brasier.

— ¡No mires ahí, Haru!... A-ahora no podré casarme—murmuré nerviosa, mis piernas aun tiesas sobre la cama, temblaban como un flan.

—No debes ponerte nerviosa, Shizuku... Mírame a los ojos y relájate así como cuando te concentras en tus estudios —me arrulló, rodeó mi oreja y repentinamente un calor distinto pero algo familiar se posó sobre mis labios. No hice resistencia, solo sentía como el pecho quería estallar tal como el confeti de año nuevo, instantáneamente mis manos se aflojaron, las piernas dejaron de tiritar y mis ojos, ya por la experiencia, comenzaron a cerrarse suavemente.

Haz cumplido tu promesa (HaruXShizuku LEMON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora