13: Brindis

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Un vestido azul corto, pegado al cuerpo, con un enorme moño celeste como decorado en la parte del escote, mi cabello continúa suelto, pero tiene un armado de bucles que quedan bonitos con mi color castaño y por último unos zapatos de taco alto totalmente negros.

¿Por qué hablo de mi apariencia en una situación como esta?

El señor Nikolai ha mandado a una persona para arreglarme, no opongo resistencia porque no quiero terminar muerta. El guardia vigila cada movimiento que hago.

Es de noche, hay una cena importante y al parecer estoy más que invitada. Mala suerte para mí, ojalá pueda irme lo más pronto posible.

La puerta de la habitación se abre y me sobresalto. Visualizo al padre de Jayce, acercárseme y me ofrece su brazo.

―¿Me acompañas? ―Sonríe.

Mi mano tiembla, pero se mueve, aceptando su gesto con educación. Camino a su lado por los pasillos hasta que llegamos al comedor. Hay un montón de personas sentadas en la larga mesa, aunque al único que reconozco es a mi secuestrador, ese tal Lisandro.

Nikolai mueve una silla como todo un caballero y me indica para que me siente al lado de su asiento. Luego él se acomoda en el suyo, el cual es evidente que es centro de la mesa. A su otro costado está sentada otra mujer, una morocha mucho mayor que yo, pero que se nota muy alegre, tanto que hasta su sonrisa me resulta familiar. Miro el anillo que tiene en su dedo anular y saco la conclusión que es su esposa, más por supuesto con esas características, la madre de Jayce. Observo a mi otro costado y el lugar está vacío, en realidad la única silla sin nadie.

―Mi hijo ya debe estar por llegar ―acota, la mujer sonriente, que con ello me confirma mi teoría.

Veo como todos comen y charlan mientras yo me quedo callada. Esto es una cena que me tengo que aguantar en silencio, es tan incómodo.

―Entonces... ―Me mira de repente uno de los invitados―. ¿Cómo se murió Divine?

Me sobresalto.

―Eh, pues... ―exclamo nerviosa, sin saber qué decir.

―¡Huy, sí! Yo quiero saber eso. ―La madre de Jayce me mira muy alegre, y trago saliva, al ver que todos me están observando.

―Yo... yo... ―Siento que voy a llorar y bajo la vista―. Pues... él...

Se escucha un portazo, entonces un enorme silencio se forma en la sala. Miro a todos los invitados y tienen cara de terror, observando hacia la puerta. Diviso hacia allá y a diferencia de los demás, una pequeña sonrisa se forma en mi rostro.

―Jayce ―digo en un susurro al verlo.

Visualizo como camina serio por la sala. A cada paso que da, cada una de las personas que pasa cerca, bajan la vista para no cruzar miradas con él.

Le tienen miedo.

―Jayce. ―Me sobresalto, me había olvidado de Nikolai, él sigue tranquilo, al igual que la mujer sonriente de su lado―. Cómo tardaste, ¿así haces esperar a la señorita? ―le indica la silla que está a mi costado.

―Hola, Lady. ―Lo ignora y me sonríe, sin dejar de observarme mientras se sienta―. ¿Cómo estás? ―Apoya su mano en mi pierna―. ¿Me extrañaste? ―Veo como se acerca a mi rostro.

―Oye, Jayce, ¡¿qué haces?! ―Me sonrojo, confundida. Ya se ha tomado tanta confianza conmigo y mi cuerpo. ¡¿Qué le pasa?! Además, hay mucha gente aquí. Siento su respiración y cierro los ojos, prácticamente lo tengo demasiado cerca, casi encima de mí―. Espera...

Perversa Oscuridad: Orígenes [#6]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora