Capítulo once

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ALIYAH POV:

—¿Señor McKee? Soy yo, Ali —Sonrío y rebusco en el bolso las llaves del coche.

El calvo paleto emite un sonido extraño que percibo en el auricular como un gruñido. Al instante caigo en la cuenta de que no me recuerda. El muy mamón.

—Aliyah Sparks —le repito. Y en mi tono se adivina un ápice de frustración—. El vestido cargado de Swaroskies con sorpresa.

—Ahhh, ya...la fulana de Jackson. Dime.

—¿Disculpe? —mi pregunta sale del fondo de mi garganta cargada de la ira más incontrolable. ¡Será cazurro el tío!

—Venga niñita, conmigo no juegues —suelta una carcajada despreocupada y por la manera en la que el aire choca contra el auricular sé que está fumando—. Todos conocemos a Nathan y a sus compañías.

—¿Ah si? —pregunto— ¿Y conoce usted a Kate Addams?

El silencio nos invade durante escasos segundos. Segundos en los que el calvo, paleto, cazurro y todos los apelativos relacionados con lo rural —con lo que no tengo ningún tipo de problema—, debe de estar imaginando a una de las narcotraficantes más importantes del país. Y lo debe de estar haciendo con suposiciones, porque muy poca gente ha visto el rostro de Kate Addams asociado a su propia identidad. Se sabe quien es, que nunca se mancha las manos y que tiene todo un ejercito de matones de europa del este a su disposición. Y esto, amigos, hace que todos los hombres que abundan en este mundillo y con los que compite, la tomen en serio. En el mundo del narcotráfico Kate es una viuda negra, un problema con ella te llevaría a la picadura más letal y a una muerte inmediata. Todo el mundo lo sabe.

—La viuda negra —susurra pasmado—, claro que se quien es, ¿por qué?

—Bingo poco pelo —me rio de mi propia broma y activo el navegador de mi atractivo cuatro ruedas—. Pues para que te enteres, y ya te tuteo por tu falta de respeto, Kate Addams está detrás de este proyecto y te aseguro que yo, que además vivo con ella, no dudaré en ser muy mala y decirla que te has pasado de la raya llamándome fulana. Por no hablar de los cincuenta kilos de la coca más pura que vas a perder si sigues en ese plan. ¿Que tal los estupefacientes de los Donnovan? Puede usted conformarse con eso...

Mi rostro se contorsiona en una arcada al recordar el rostro patéticamente apuesto de Daniel Donnovan. Es el principal competidor de Kate y aunque ella dice odiarle a muerte, yo pienso que entre ese capullo engreído y mi mejor amiga lo único que existe es una tensión sexual no resuelta que algún día les explotará en la cara. Su hermana Dana es otra historia; es una víbora redomada y extremadamente pija que se las sabe todas. Ambos son pura casta, y no por su actitud altanera, sino porque han mamado coca desde la cuna. Su padre, Jake Donnovan, era el mafioso más importante de Miami y sus niños por supuesto, heredaron el cargo cuando éste apareció con un tiro entre ceja y ceja en el pintoresco despacho de su mansión. ¿Pero yo por qué se  estas cosas? Pues porque cuando todo este embrollo comenzó y la fama de Kate creció como la espuma, mientras la gente intentaba poner rostro a la Addams, los Donnovan se tiraban de los pelos en su casa intentando averiguar quien demonios era la zorra de la que todo el mundo hablaba. Para descubrirlo mandaron a uno de sus hombres a estudiar el terreno y el tío debía ser un hacha, porque poco tiempo después dio con nuestra casa y todas nuestras identidades. Los matones de la viuda negra lo cazaron y después de llevarlo frente a ella a modo juicio en la edad media, ésta le dio dos opciones: o cantaba como un jilguero y se cambiaba de bando, o le metían un tiro entre ceja y ceja. Y evidentemente él eligió lo primero. Tonto no era, ya lo he dicho.

Quédate o dispara (DISPARA #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora