-Supongo que la historia de verdad, la mía, empezó en el 1.300, en Italia- suspiró la rubia- Había un poeta muerto de hambre y hambriento de poder. Una de esas personas que necesitan todo el rato que les recuerden lo mucho que valen. Hizo un trato con el demonio. No un demonio, sino él demonio. La gran D, ya sabes- Johan sonrió, asintiendo- Era un ser humano tan sórdido que este quedó totalmente fascinado. A veces ocurre, ya sabes, los humanos tenéis cosas muy divertidas. Como muestra de simpatía, el demonio le permitió entrar al infierno y ver todo lo que allí había. Y el poeta, por su parte, hizo lo que él sabía; lo describió.
El policía frunció el ceño, incapaz de saber si le estaba contando otra de las tantas mentiras que él prefería ignorar.
-¿Me estás hablando...de la Divina Comedia, de Dante Alighieri?
-Sí- asintió ella- Aquí, en América, esas cosas no importan. Pero tú estudiaste en Europa. A Dante se le conoce como el Sumo Poeta y gracias a sus escritos, inspirados siempre en todo lo que el Demonio le enseñaba, logró unificar la lengua italiana, la del arte y la ciencia. Se convirtió en uno de los grandes nombres de la historia, justo lo que él quería. Todo iba bien hasta que Dante se enamoró de una joven religiosa, Beatrice. Ella era mucho más joven que él y digamos que no tenía demasiado poder adquisitivo. Vosotros, a día de hoy, tampoco tenéis muy claro si existió o no, pero el caso es que si lo hizo. Y le dijo a Dante que si quería casarse con ella debía olvidar al demonio y todo lo oscuro que este le había enseñado.
-¿Y Dante lo hizo?
-Estaba dispuesto, sí, porque se supone que el amor cambia a las personas. Así que le hizo saber al demonio que debían romper su relación.
-A este no le pareció bien, imagino.
-No somos criaturas dispuestas a recibir un no- se encogió de hombros. Era la primera vez que Angie se refería a si misma como uno de ellos- El demonio aceptó de buen grado y le dejó marchar, libre de toda carga.
-¿Y ya está?¿Solo eso?- Johan levantó una ceja.
-Bueno, la mejor forma de castigar a Dante era quitarle todo lo que en ese momento ansiaba. Y, por primera vez, no era ni fama ni fortuna.
-Beatrice...
-Exacto. El demonio se la llevó al infierno y allí mancilló a la doncella.
Se quedó en silencio de nuevo. Agachó la cabezas, suspirando.
-Angie... Tú... ¿Tú eres Beatrice?
-No. Es mi madre. Bueno, la criatura que me engendró, porque madre no es un término que nosotros usemos.
El hombre sacudió la cabeza, mirando al frente, intentando procesar todo aquello.
-Entonces tu padre...
-El demonio, sí. El gran demonio. El Rey del Averno.
-Lucifer...
Sintió, de nuevo, ese hormigueo en las tripas; el miedo. No tenía ningún motivo para no creerla. Miró su mano, donde el dibujo de los dedos de la muchacha se dibujaba en su piel enrojecida en la que pequeñas ampollas comenzaban a crecer.
-Ese es uno de sus tantos nombres. Yo solo le llamo papá. No soy la única, ¿sabes? Tengo muchos hermanos. Pero yo soy de las favoritas, eso es cierto- una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro- Mi madre vaga por el infierno y así seguirá durante toda la eternidad como y no puedo decir que me de pena, no tengo ese sentimiento. Y, como a mi padre le parecía bonita, me confirió este aspecto. Normalmente no lo hace; nacemos como energía y nosotros mismos nos damos forma pero a él le resultó divertido eso; hacerme inocente y letal.
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caramelo
ParanormalJohan Andersen es uno de los agentes de la División Especial, una sección de la policía dedicada a resolver crímenes relacionados con la actividad paranormal, algo que se torna especialmente peligroso en la ciudad con mayor tasa de crímenes violento...