Capítulo 1

4 0 0
                                    



 Las cosas que mueren jamás resucitan,las cosas que mueren no tornan jamás, ¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda es polvo por siempre y por siempre será!(Fragmento de una poesía escrita por Alfonsina Storni.)

_____________________.............________________________________

Había una vez una hermosa princesa. Ella conoció a un caballeroso príncipe, se casaron, y vivieron felices por siempre...

Desearía poder comenzar y terminar mi historia así. Contarles que mi vida fue hermosa...pero les estaría mintiendo. Mi nombre es Penélope. Mi hermanita me decía Peni. Yo era de estatura mediana para mi edad. Tenía cabello de color rojizo-anaranjado. No había peca alguna en mi cara y mis ojos se veían de un tono amarronado como la corteza de un árbol.

De pequeña tuve una vida muy dura.

Mi madre, una bella mujer, arruinó su vida cuando conoció a mi padre. Al principio parecía que solo existían el uno para el otro; pero un día, Él mostró su verdadera cara. Empezó a gastar todo el dinero en drogas y alcohol, siempre volvía tarde a casa y, en su estado, abusaba de mi madre. Fue así que quedó embarazada de mí y, más adelante, de mi hermana, la pequeña Eli (Elizabeth), que llegó dos años después de mi nacimiento. Éramos como mejores amigas, y a pesar de todo, siempre hacíamos lo posible para salir adelante juntas. Recuerdo que cuando Papá llegaba alcoholizado de sus "fiestas", lo socorríamos. Le dábamos tazas de café, lo bañábamos y le cambiábamos toda la ropa enchastrada. Él siempre era malo con nosotras. Nos pegaba por cualquier excusa, abusaba de ambas y nos trataba como inútiles. Mi madre tampoco quedaba excluida. Si ella hubiese tenido el valor suficiente, seguramente que abandonaba a ese bastardo y nos llevaba consigo a una mejor vida, lejos de tanta injusticia. Pero nunca pasó; y solo siguió siendo un sueño de Eli y Mío. Con la pequeña, nos íbamos caminando, de la mano, hacia "nuestro lugar". Para nosotras, ese lugar era una pradera "mágica", llena de flores silvestres y mariposas de diferentes colores. Era el único sitio en el que nos sentíamos libres y seguras.La mayoría de las veces nos tirábamos en el suave pasto a mirar las nubes y a descubrir formas en ellas.

-Mirá Peni, aquella se parece a un hermoso corazón- Solía acotar mi hermanita.

-Si Eli, tan hermoso como el tuyo, mi pequeña pulguita-

Eli era una preciosa niña de tan solo 6 añitos; con cabello rubio y rizado, ojos celestes, unas pocas pecas y una sonrisa encantadora. Era muy especial y tenía un corazón que reflejaba a simple vista la más dulce inocencia que solo una niña como ella podía demostrar. Quisiera contarle al lector que Eli creció, se enamoró y vivió feliz... Pero le estaría mintiendo nuevamente. Aquel día, volvimos a casa muy tarde. Mi madre estaba sentada en el viejo sillón con la cara sobre las manos; le alcancé a ver los brazos golpeados antes de que se los tapara con un abrigo.

- ¿Dónde estaban? Me tenían preocupada- dijo dirigiéndonos una mirada cansada.

-¡Cállate mierda!- comentó mi padre con una acentuación propia de un drogadicto alcoholizado, mientras irrumpía torpemente en la habitación- el único que hace las preguntas acá soy yo- Y después nos miró y nos increpó:

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 22, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En Busca de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora