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Fluir. Sonriendo, fluir. Seguir adelante. Cada instante de mi vida parece no significar nada sin ti. Cuántas veces me he puesto a pensar en ello, a infundirme valor, a reír, a bromear, a fingir que lo que me estaba contando esa persona inútil que tenía delante era sin duda lo más divertido que oía en años. Mentir. Mentir para seguir adelante, para intentar ahuyentar ese pensamiento, para no encontrarme de repente, sin darme cuenta, de nuevo entre tus brazos, en ese recuerdo. Y, sin embargo, como una señal del destino, ponen en la radio una vieja canción. Orgoglio e dignità, de Lucio Battisti. «Senza te, senza più radici ormai, tanti giorni in tasca tutti lì da spendere...» («Sin ti, ya sin raíces, con todos esos días en el bolsillo para gastar...»). Ese miedo que precede a la aventura. Sintiendo cansancio y apatía. Sonrío mientras avanzo, me siento como un saco vacío, como una cosa abandonada. Cosa puede parecer un término equivocado, ¡pero en estas circunstancias es perfecto! Sin amor somos cosas abandonadas. Y en un instante revivo la primera vez que te vi, esa extraña sensación, ese estremecimiento repentino que sin ninguna razón recorrió mi alma, esa sacudida que por un momento detuvo mi corazón. Aquí estás...
Aquella mañana estaba sentado con Pollo, bromeando, riendo, cuando llegaste tú. Y fue como si ya supiera que ese día iba a ser especial. Cuando nos encontramos en el semáforo, cuando te miré con más atención, cuando te vi en silencio, todavía con la calidez de la noche recién terminada. Tranquila, con los ojos cerrados escuchabas aquella canción y estabas enredada en quién sabe qué pensamientos. «Eh...» Y entonces te volviste, una mirada, tú y yo, viento en el viento de aquella mañana. Desde ese momento mi vida iba a ser distinta. Y nadie puede imaginarse cuánto...

Baby Y Yo❤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora