El otro lado del espejo

5 0 0
                                    

La mujer llora y la hija(debe  ser la hija, aunque las dos son muy jovenes) la consuela. La muchacha la trata con ternura, como su ella fuese la madre; la pasa una mano por la cara y mira tristisima al hombre que observa desde la acera, clavados los ojos en el autobús que está próximo a partir.
Más allá, el hombre joven siente una extraña fascinación por los tres. La mujer no alza el rostro sino que se deja acariciar, y el joven piensa que el viejo, que no es el mismo  pero pudiera ser igual.  En otras palabras, el hombre viejo podría ser el padre y ellas hermanas. Tal vez ni eso. El hombre viejo podría ser simplemente una nostalgia,  una ausencia, la negación de cualquier parantesco.
El joven hace su siguiente conjetura, ajusta el lente de su càmar. La imagen, entonces, se abstrae, concretándose, eliminando lo superfluo: son tres personas sola. La mujer, si dice, lo mismo que la chica y el hombre viejo son ineludiblemente una carencia, la expreciòn más exacta del desamparo. Él ha ido a despedirlas, ahì en la calle Paral-lel, cuyo nombre en casiel simbolo de esta vidas que jamás pudieron encontrarse, que jamás podrán hacerlo.

El otro lado del espejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora