EL ANCIANO DEL CAMINO

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Aún recuerdo esa noche fría y húmeda por la fuerte lluvia que de pronto se dejó venir, algo muy extraño por cierto,  ya que en esas  fechas no es común que ocurra,  pero como la abuela me lo mencionó justo en el momento en que dejé su casa: caprichos de la naturaleza nieto, caprichos de la naturaleza;  y vaya que tenía razón pues el agua no dejó de caer hasta muy entrada la noche, por fortuna los limpia parabrisas de mi auto tenían apenas una semana que los había comprado, de los sencillos por cierto,  pues mi presupuesto no era suficiente como para ponerle de los más caros; afortunadamente,  estos funcionaban de forma excelente,  ya que me permitían ver con claridad, y tomando en cuenta,   que mi velocidad era  moderada,  hacían que mi manejo fuera un tanto  relajado y cómodo.

Después de unas horas al volante decidí descansar en la próxima estación de servicio, había sido un día cansado y comenzaba a sentir algo de sueño, pero cuando vi la señal de gasolinera una un kilómetro una extraña sensación recorrió mi cuerpo y preferí  continuar mi camino. No lograba identificar porque me sentía así, ¿Qué  era que le ocurría a mi cuerpo que por unos segundos dejé de escuchar esa mi canción favorita?;  por un momento pensé que  se trataba de un escalofrío por lo helado de la noche y por la mojada que esa tarde había tenido pero, traía la calefacción de mi auto bastante elevada, en todo caso,  debería sentir calor; además,  esas imágenes que vinieron a mi mente de aquellos años  cuando niño, de aquella vieja casa de cartón y piso de tierra de  las afueras del pueblo,  ¿Porqué se hacían presentes en aquel preciso momento?,  en fin, todo pasó tan solo en unos segundos y traté de no  darle demasiada importancia,  lo que no me costó trabajo,  ya que de pronto una luz intensa se dejó ver como un flashazo en mi cara,  e inmediatamente después un ensordecedor trueno se hizo escuchar, mucho tenía que no presenciaba un rayo de tal magnitud, seguramente había caído muy cerca.

Minutos más tarde la lluvia había cesado y una pequeña luz a lo lejos llamó especialmente mi atención, parecía ser una humilde cabaña. De cualquier forma necesitaba ir al sanitario y por otro lado,  la hora de la cena se me había pasado y mi cuerpo me reclamaba  un poco de alimento,  así que decidí hacer un pequeño alto.

Ya casi frente a la casita noté a una joven que  daba palmadas fuertes al tiempo que gritaba: " pásele, pásele" y eso generó en mi una tranquilidad y  una gran confianza, distinto de lo que  kilómetros atrás había sentido, así que estacioné mi auto y me dirigí hacia una de las mesas de aquel  lugar, tenia una pequeña chimenea que atizaban  con madera que ellos mismos cortaban,  así me lo comentó aquella sencilla joven que muy amablemente me atendió. Tenemos cena a su gusto y un rico café si manda usté me decía,  sin dejar de mostrar es linda sonrisa que la caracterizaba. Tenía un cierto parecido a mi madre cuando era joven, ella también fue vendedora de alimentos,  solo que   lo hacia abordando el tren en una estación y,  con éste en movimiento, caminaba por el pasillo  ofreciendo tacos y burritos de machaca, de carne,  de papa;  así lo hacía  hasta que el tren llegaba a la siguiente estación, donde mi madre se bajaba a esperar al  que la  regresara a su lugar de destino, esta era su rutina diaria la que en su tiempo  no fué fácil  porque tenía que tratar con distintos tipos de  personas y en ocasiones hasta soportar algunos insultos que la discriminaban por su pobreza,  o solo por el hecho de ser mujer; pero alguien tenía que llevar el pan a casa, así me lo ha dicho en repetidas ocasiones. Quizás este parecido de mi madre con la joven fué lo que desde un principio me generó la confianza para quedarme en ese lugar...

Señor, señor su cena está lista escuché a lo lejos la dulce voz de aquella muchacha al mismo tiempo que tocaba suavemente mi hombro,  creo que sin darme cuenta me había quedado dormido por unos segundos,  pero el olor tan agradable de aquel platillo me había ayudado a despertar, muchas gracias le dije a lo que ella contestó de nuevo con su notable sonrisa:  que tenga buen provecho .

No muy lejos de mí y justo al lado de la chimenea noté la presencia de un nuevo comenzal, un hombre de edad avanzada, delgado,  con su mirada dirigida hacia su platillo que  parecía ser una avena, o algo similar que el lentamente a cucharadas  comía; se veía muy humilde,  de cabello largo y cano; en sus manos se hacían notar los años que había vivido. Pregunté a la joven quien era él,  pero ella solo mi miró y por primera vez no observé su sonrisa, decidí entonces ya no hacer más preguntas, quizás se trataba de su padre o alguien más de su familia del que ella no deseaba hacer comentarios. 

Cuando pedí mi cuenta y me despedí de la joven le rogué me dijera su nombre, ella inmediatamente me contestó soy Luz señor,  Luz para usté y su camino,  en el momento no entendí solo sonreí y le agradecí sus atenciones.

Ya camino a mi auto Luz me alcanzó y  preguntó si el señor que estaba en el comedero me podía acompañar,  que él necesitaba quien lo llevara, sin titubear le contesté que sí, no supe porque pero lo hice, nunca acostumbro a llevar conmigo personas que no conozco pero esta vez era diferente, algo había en esa joven que me inspiró mucha paz.

Cinco minutos más tarde ya no viajaba solo,  ese hombre que apenas había conocido unos kilómetros atrás  iba de copiloto conmigo platicando con una voz serena de los años que había vivido,  y de toda la gente que había conocido; nunca lo escuché expresarse mal de alguien, ni renegar de algo, y al mismo tiempo  yo sentía que siempre lo había conocido, que ya lo había visto pero no lograba aclarar mis ideas.

Después de una hora de camino comencé a sentirme muy cansado,  una pipa que circulaba justo delante de mi hacía muy tedioso el manejo,  no avanzaba y me era imposible rebasar por la zona de montañas que estábamos atravesando, además, era carretera libre y el riesgo era aún mayor.

Podríamos para un minuto,  escuché la voz suave del señor que me acompañaba, me siento algo mareado me comentó; era prácticamente imposible pararse en esa zona,  pero fué tal su insistencia que terminé por acceder. Él inmediatamente bajó y se dirigió hacia los arbustos, la noche era demasiado fresca,  así que decidí esperarlo dentro de mi auto. Pasaron algunos minutos y él no aparecía, no sabía que hacer, el lugar estaba muy oscuro, entonces,  comencé a gritar pero no obtuve respuesta, así pasó alrededor de media hora, volví a llamarle y recordé que solo le podía decir señor porque nunca tuve la delicadeza de preguntar su nombre. Finalmente subí a mi auto y retomé mi camino, mientras que en mi cabeza pasaban ideas y más ideas intentando explicar lo que había pasado, no transcurrió mucho cuando de pronto una enorme luz  iluminaba varias metros, una llamarada intensa se levantaba sobre la carretera, detuve mi auto  tras el último de la fila  y bajé para aproximarme a una pareja que se encontraba cerca;  yo esperaba sentir mucho frío,  sin embargo, el calor de las llamas lograba llegar hasta nosotros.  ¿Que ocurre? pregunté, ellos voltearon un tanto sorprendidos  y  comentaron:  fué una pipa cargada de gasolina que explotó a un kilómetro,  y los cuatro autos que iban justo atrás de ella se quemaron por completo junto con las personas. Me quedé en silencio, impactado por lo que estaba escuchando y  en ese momento, mi empezó a repetir como un eco:  yo conducía justo atrás de esa pipa.

Me senté a lado de la carretera y recordé  la señal  que kilómetros antes había visto;  las palabras de luz: yo soy luz para usté y el camino, la imagen de mi madre  y ...AL ANCIANO DEL CAMINO.







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⏰ Última actualización: Nov 25, 2016 ⏰

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