Too late •|STEREK|•

9.

La puerta del loft se cierra haciendo un estruendo seco, y se instala un silencio incómodo en la sala.

Erika suelta una carcajada, haciendo que el alpha arquee una ceja en señal de pregunta.

-Perdón, perdón–dice tratando de parar de reír, agarrándose la barriga

-Apestan–dice Boyd como si nada entrando a la cocina

-¿Apestamos?–dice el alpha parándose lentamente y siguiendo el aroma de su beta

-El olor de Stiles y el tuyo está en todo el loft, y no solo su olor–dice Erika agarrándolo del brazo y ayudando a Derek a llegar a la cocina—Huele a todo tipo de emociones aquí dentro–dice sentando a Derek en el taburete de la cocina

El alpha suelta un gruñido en forma de advertencia a sus betas, rápidamente haciendo que estos cambien de tema.

-Y bien, con que ya puedes caminar, ¿eh?–dice Boyd

-Si, fue durante la noche–dice el moreno

-¿Y tu vista, sigue igual?–le dice Erika, destapando un paquete de galletas

-Sigo sin poder ver nada–el moreno contesta olisqueando las galletas

Erika le pone el paquete en las manos y el alpha toma unas cuantas.

-En la tarde tendremos que llevarte con Deaton–dice Boyd con la boca llena

-Como sea–dice Derek encogiendose de hombros

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Stiles

Llego a la escuela encontrándome con Scott y Lydia en los pasillos.

-¡Hola, chicos!–les digo colocándome a un lado de ellos

-Hola, Stiles, ¿como te fue con Derek?–dice Lydia

-Apestas a él, no es tan intenso, pero su olor está en tu ropa–dice Scott

-¡Se escapó, fue a la cafetería estando ciego!–les digo levantando los brazos dramáticamente—Y vaya modo de saludo, Scotty–le digo fulminandolo con la mirada

-Lo bien que lo estabas cuidando–dice Lydia con burla

-No es mi culpa, me quede dormido–les digo excusandome

-El entrenador te estaba buscando, según el, te sacaría los ojos cuando te viera–dice Scott, sacando los libros de su siguiente clase

Me recorre un escalofrío, demonios el entrenador me odia.

-¿Para que, para chupar banquillo como siempre?–le digo con mofa a mi mejor amigo

-No lo se–dice Scott

Me despido de ellos, diciéndoles que tengo que ir a clase, para que al llegar al salón no haya llegado nadie.
Le pregunto a un compañero y resulta que el maestro no vino.

Suelto un bufido y me encamino a la biblioteca, investigar algo no vendrá mal.

Me paso toda la hora y parte del descanso en la biblioteca.
Encontrando un dato peculiarmente interesante.