Nunca Te Olvidaré

Ya era de mañana y me desperté con el canto de los pájaros, vi la hora y eran las cuatro y media de la mañana, pensé que alguien me veía por la ventana y me asuste un poco. Agarré a mi oso y me asome pero no había nadie, entonces me abrigue y salí de mi casa a caminar, hasta que llegué a un lugar raro, desconocido y poco común, parecía un desierto o una chacra sin plantas. Entonces pensé que me había perdido, de pronto vi una sombra grande y oscura que me miraba desde lo lejos, me acerqué para ver que era y vi un extraño ser que me sonrió; su pelaje era de color negro, y su piel, color beige, era muy tierno y parecía ser amigable; su sonrisa era cálida e inspiraba confianza.

Lo saludé con la mano y él también lo hizo, después empezó a alejarse y lo seguí hasta una cueva que parecía ser su hogar. Pasamos largas horas jugando y riendo nos hicimos amigos, le conté todo sobre mi, que me llamaba Emma, tenía 7 años, que vivía con mis padres y muchas cosas más; decidí que lo llamaría Bongo, hasta que empezó a salir el sol; entonces me dí cuenta de que debía volver a casa, había perdido la noción del tiempo. Me había divertido tanto que no quería volver, pero decidí regresar. Nos despedimos con la promesa de volvernos a ver, cada vez que pudiera salir. Me alejé con la imagen de su sonrisa y corrí hacia casa.

Mis padres estaban asustados porque llegué tarde, les dije que salí a caminar y me perdí por eso demoré; ellos comprendieron y me dijeron que para la próxima avisara y me fijara por donde voy. Me divertía tanto cuando pasaba el tiempo con Bongo, las tardes se pasaban volando y la tarde se hacía de noche, me quedaba dormida en tus piernas como si fueran mis almohadas, luego de unas horas me iba corriendo a mi casa para que mis papas no me gritaran, cuándo lo extrañaba solo se me ocurría dibujarnos tomados de la mano y jugando con mi oso. Sé que Bongo también me extraña por eso le regale mi oso para que sepa que siempre estaremos juntos. Cada tarde voy a verlo, nadie sabe a dónde voy y siempre pongo una excusa para salir cuando no me dejan. El tiempo pasa y yo estoy creciendo ya no soy una niña me he convertido en una adolescente que quiere ser libre y feliz estoy buscando quién soy en realidad, admito que soy algo rebelde y desobediente pero es normal en esta etapa de mi vida, pero tengo la oportunidad de cambiar y formarme bien.

Esta etapa me marcó porque abrí mis ojos, me di cuenta que el mundo en el que yo creía que todo era bonito, divertido y que no había penas no era así. Siempre pensé eso pero no siempre es así, puede haber felicidad y tristeza. Las mañanas se hacían cortas y yo ya quería que se hiciera de tarde para poder ir a visitarlo, recuerdo que a veces trataba de esconderme y pasar desapercibida por la cocina para llevarle algo de comer, aún que a veces por el hambre yo me comía la mayoría. Sé que Bongo me ha aguantado mucho por mis cambios de ánimo y toda la cosa que le pasa a un adolescente pero a pesar de todo él me quiere mucho e igual que yo a él, por eso sé que mi amistad con él vale oro y no la cambiaría por nada; la amistad es un tesoro que hay que compartirlo y cuidarlo porque si no lo haces la puedes perder.

Me gusta pasar tiempo con Bongo, cuando lo veo a los ojos sé que nunca me va a dejar hasta que yo muera primero y bueno eso espero no me imagino una vida sin él; sentiría como si me partieran el corazón en la mitad, hubo veces en que no sabía si lo volvería a ver pero luego lo encuentro, cuando ríe conmigo o baila parece que nunca lo hubiera hecho y sé que le encanta, cuando me abraza siento que estoy volando y todo el afecto que tiene hacia mí, su cariño, su amor, su ternura y acogimiento que me hacen sentir en casa donde pertenezco. Recuerdo que le llevaba mi maquillaje nuevo para que lo vea y me pintara se reía cuando me pintaba mal los labios, nunca voy a olvidar cuando lleve mi soga para saltar y se enredó con ella o cuando lleve mi rompecabezas y lo armó al revés. No he parado de crecer y madurar ahora soy una joven y me gusta salir con mis amigos a ver películas o a fiestas, hasta a veces ya no iba a visitarlo, pero luego todo volvió a la normalidad, mi padre tuvo un accidente automovilístico que lo puso en coma por unos meses, no falto mucho para que nos dijeran que ya no vivía y que había fallecido.

Solo me quedaba llorar e ir a mi único refugio, Bongo que nunca se separó de mí. Lloraba y lloraba en sus brazos grandes que me abrazaban fuerte.

Luego de largo tiempo llegó mi cumpleaños y eso me animaba un poco, me compraron mi primer celular y Bongo me regalo una rosa que siempre la llevo en mi bolso, le conté todo lo que me pasó en mi cumpleaños nos pasamos riendo y sonriendo fue muy divertido. Pasaban los días y se me ocurrió llevarle mi celular para enseñárselo, cuando se lo mostré le pareció algo nuevo y diferente muy raro a lo que conocía pero le gusto le enseñé videos, imágenes y una serie de cosas hasta le enseñé como manejarlo, fue muy gracioso. Pasaban los días y lo empecé a llevar seguido en realidad todos los días. Ya no le tomaba mucha atención a Bongo sino al celular y creo que se dio cuenta, cuando lo veía estaba triste porque no le tomaba atención, lo arregle y le pedí disculpas, prometí no distraerme tanto.

Estoy creciendo muy rápido el tiempo se ha pasado como si fuera un trueno y ya me volví una adulta sé que estoy algo grande para jugar pero aún tengo las ganas de hacerlo solo que con un poco menos de ánimo y fuerza al igual que Bongo, pero sabemos que aún es muy divertido. Me casé con un hombre muy bueno y que me amaba, pero a pesar de ese amor que me tenía nunca faltaban las discusiones, tuve un hijo, lo llame Cristian como mi papá, nunca le conté a nadie sobre Bongo solo yo lo sabía, un día de tantos me canse del maltrato de mi marido y me divorcie. Estaba triste y apenada no me distraía con nada, pero cuando estaba con Bongo todo cambiaba, mi ánimo se elevaba hasta el cielo y la felicidad volvía a ser parte de mi vida, todo es más hermoso si Bongo está a mi lado. Mi hijo creció y ya tiene 26 años yo empiezo a ser mayor y mi mejor amigo también ya soy una señora viuda se puede decir mi ex esposo murió de cáncer y pasaron los años los meses y las estaciones se convertían en años, la primavera parecía invierno, el verano otoño y el año por fin pasó. Así pasaron los años con una lentitud que parecían eternos pero cada momento que pasaba con Bongo era único y tuvimos más tiempo para pasarlo.

Yo me convertí en una anciana sin fuerzas ni ganas de nada solo de ir a verlo, Bongo también envejeció pero por dentro éramos unos niños todavía, recuerdo cuando nos correteábamos por la playa, todo lo recuerdo perfectamente, pasaron los días y me empecé a olvidar nombres, teléfonos, direcciones y datos importantes. Mi hijo me llevo al médico porque me sentía mal, solo quería morirme tenía muchos dolores y sufrimientos, ya no era la misma Emma de antes, dijo que tenía alzhéimer, una enfermedad muy común en la gente mayor como yo, estaba triste y decidí ir a ver a Bongo con las pocas fuerzas que me quedaban, le conté por lo que estaba pasando y le explique cómo afectaba está enfermedad en la gente, se puso triste y me pidió algo, que nunca lo olvidara; con lágrimas en los ojos y una sonrisa en el rostro le dije:

"NUNCA TE OLVIDARÉ".

Nos miramos fijamente por un momento y luego caí lentamente en sus brazos, de pronto todos los recuerdos hermosos que vivimos pasaron raudamente por mi mente, en ese instante apareció una luz a lo lejos, ya era hora de partir pero no me quería ir sin él, le pedí a Dios que viniera conmigo; y cerré los ojos con la esperanza de volverlo a ver pronto. Entonces una luz me llevó y segundos después ví a Bongo a lo lejos; se acercó hacia mí, me abrazó y tomados de la mano caminamos hacia la luz con la alegría de permanecer juntos para siempre y tener en nuestros corazones el recuerdo eterno de una gran amistad.

Fin

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