2. "¿Quién?"

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Narra Benjamin.

-Ya fue Manu --lo miré mal; no terminaba de decidirse--, pedí el combo de la pizza con la cerveza.

-Sí, mejor  --me apoya Axel, tomando el teléfono y haciendo el pedido con decisión--.

-Che... ¿Qué le pasó a Lali? --saca tema Manu--.

-No sé... --los miro extrañado--. Está rara, ¿verdad?

-Muy  --coincide Axel--.

-Escuchame una cosa hermano --Manu se acomoda en el sillón, para quedar frente a mi--,  no podés quedarte de brazos cruzados. Hace dos días, por medio de Majo, te enteraste que la familia no se comunica con Lali desde hace un mes. ¡Es un montón! Y encima está rara. En las entrevistas todo bien, pero ayer en el estudio... parecía destrozada. ¿Le viste la cara?

-La vi --mordí mi labio inferior y miré un punto fijo en el piso--. Ella dijo que se lastimó con la pared.

-Si obvio  --revolea los ojos Axel--.

-No Axel, yo tampoco le creí.

-Además --continúa Manu--, Lali es re familiera, ¿o no?

Asentí, un poco nervioso.

-Tengo que ir al estudio.









Narra Lali.
Abrí los ojos con dificultad. Mis pestañas se habían pegado y mi cuerpo duele aún. Miré el reloj... 6:15 a.m.
Había dormido tres horas. TRES horas.
Con toda la fatiga del mundo me levanté, adolorida y triste. Quiero desaparecer.
Tomé el celular y posteé algo en twitter, ya que hacen siete días que no publico nada.
Como Mariano sube fotos nuestras, ellas piensan que me tomé la semana para disfrutar de él. Desearía que se dieran cuenta de todo.

Lali Espósito
@laliespos

Un día no será bueno si en él no recibes amor, respeto y cuidado. Sean felices.

Los fans respondieron muy rápido. Algunos hasta insinuaron que Mariano me daba todo eso (amor, respeto y cuidado). Si supieran la realidad que me toca pasar.

Me cepillé los dientes y maquillé mi rostro, como ayer. Esas lastimaduras no debían verse.
También me puse una campera, para tapar todos aquellos moratones de mis brazos y manos. Cuando veo que estoy, por lo menos superable, salgo.

-Hola Fran --saludo al chofer--.

-Buenos días. ¿Te llevo al estudio?

-Sí --respondí--. Sí por favor.

El auto arrancó y a medida que me alejaba de ese departamento un alivio recorrió todo mi cuerpo. Necesito alejarme, y la música es la mejor opción.
Cuando llegamos al edificio, quedé con Francisco de que vuelva en dos horas aproximadamente.

Al entrar fue la misma rutina de siempre. Todos me miraban raro, pero eso desaparecía al escucharme cantar. Le ponía el mayor esfuerzo a mi voz. Cantar me hacía sentir una guerrera.
Pero no, no lo soy.

-Cree en mí,cree en mí, cree en m...  --y ahí apareció él, detrás del vidrio. Verlo me movía cada parte del cuerpo--.

Lo dejé, DEJÉ A UN TIPO COMO BENJAMIN, para meterme con alguien que no vale ni un centavo.

Él me miró e hizo señas de que continúe, pero preferí salir y saludar. Esta vez no estaba su equipo con él.

-¿Todo bien? --traté de sonreír; creo que me salió--. ¿Qué andás haciendo por acá?

-Primero saludame --sonríe y me toma la muñeca derecha para acercarme a él. Su rostro cambió cuando hice un pequeño gemido debido al dolor--.  ¿Qué pasa?  --pregunta, mirando nuestras manos--.

-NADA  --hice que me mire, soltándome rápido de su agarre--, nada.

Me incliné nuevamente y dejé un beso en su mejilla.

-Practicá vos. Yo ya me iba.

-Te llevo  --sacó sus llaves--.

-No no, quedate tranquilo --lo frené--. Voy yo sola.

-No voy a permitir es...

-Dale Benjamin, en serio te digo.

-¿Viene Mariano por vos? --me mira a los ojos, y yo niego al instante--. Entonces, no le veo el problema. Vamos dale.

No pude decirle que no, y ya estábamos en el ascensor.

-¿Te lastimaste de nuevo? --preguntó, incomodándome. Su voz era firme;  esperaba una respuesta--.

-No, yo... me caí ayer  --respondí insegura--.

-Parece que fue un gran golpe --dice, mirando mis manos, las cuales al instante traté de cubrir alargando el mango de mi campera--.

-Sí;  dolió un poco   --fingí una sonrisa--.

Él se acercó nuevamente a mi. En ningún momento había apretado el botón para que el ascensor baje. Su mirada se concentró en mis ojos. Me estaba mirando feo.

-Dejame hacer una cosa  --susurró. Sus manos alcanzaron la parte remangada de mi campera. Él no podía ver esto. Traté de zafarme de él, pero con una de sus manos tomó mi cintura y me corrió nuevamente a donde estaba--. Confiá en mi  --dijo, esta vez más firme--.

No tiene que verlo. No.

Tarde. La campera ya se encontraba en el piso. Cuando terminó de sacármela, miró mis brazos y manos con horror.
Agaché la cabeza, y sentí fuertes ganas de llorar.
De repente sentí sus manos en mi mejilla, obligando a que lo mire.
Su expresión me dio miedo. Este no era el Benjamin Amadeo que yo conocía.

-¿Quién? --fue su única pregunta--.

No podía contarle. No debía meterlo en esto.
Todavía recuerdo las palabras de Mariano: "juro que lo mato."
Jamás podría permitir que le hagan daño.

No me dejes - Benjali (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora