El golpe nunca llegó. Arrancó el diario de mis manos y me miró con toda la intensidad en sus ojos marrones. No me había fijado en el marrón tan bonito que rodeaba el iris, hasta ahora. Su mandíbula estaba apretada, se le veía tensa, rígida, como si fuera un animal a punto de cazar a su presa.
―Te dije, ¿qué demonios crees qué haces? ―repitió cuidadosamente, esperando a mi respuesta para atacar.
Trague grueso, bajando el repentino nudo en mi garganta y buscando las palabras correctas. ¿Qué le iba a decir? "Agarré tu diario sin permiso, leí tus planes sobre querer quitarte la vida y te quiero ayudar ―añadan una risa corta―. ¿Quieres ir por un café luego?". No. Eso solo provocaría que me golpeara más fuerte y con la paliza que estoy a punto de recibir es más que suficiente.
Su mano se acercó a mí y sentí el rubor llenar mis mejillas y la adrenalina correr por mis venas. Con solo anticipar el golpe que estaba a punto de darme en mi mente lo sentía doloroso, no quiero ni imaginar cómo se sentirá en realidad. Bueno, no lo voy a imaginar, lo estoy a punto de vivir.
Pero la mano se desvivió de mi cara y bajó al cuello de mi camiseta. Ella dobló sus rodillas quedando a mi altura y en un suave movimiento, acercó sus labios a los míos; sellándolos en un fuerte beso. Abrí mis ojos como platos, estaba perplejo. Qué digo. En estado de shock. Podía sentir lo rasposo de sus labios y las pequeñas heridas de éstos. Cómo presionaba con fuerza y cerraba sus ojos desplegando unas pestañas pequeñas. Nuestras cálidas respiraciones mezclándose y sobre todo, como su mano apretaba en un puño la tela de mi camiseta; manteniéndome firme sin posibilidad de poder separarme. Me quedé como bobo observando su cara sin poder decir nada, ya que mi boca se encontraba ocupada sobre otra.
Soltó mi camiseta y colocó la mano sobre mi pecho. Y sin más, me empujo con gentileza mezclado con dominancia, separando nuestros labios y alejándome de ella. No estaba en mis cinco sentidos para reaccionar a tiempo antes de que la pared chocara con la parte trasera de mi cabeza. El dolor llegó de inmediato, pero pasó a algo pasajero por el desastre que eran mis pensamientos en ese momento.
Arabella se levantó, agarrando su bolso y colgándoselo en un hombro, mientras su brazo aguantaba con firmeza su ahora recuperado diario; mostrándolo como si de un trofeo se tratara. Su labial rosa pálido se encontraba disperso y no dudaba que también debía de encontrarse en mis labios. Mis pobres labios que habían sido vulnerados por la agradable y sorpresiva boca de Arabella Heart.
―¿Por qué... tú...? ―intenté decir, pero las palabras simplemente no salían de mi boca. La sorpresa junto con la confusión, y muchos sentimientos que no podía describir me incapacitaban para decir una frase coherente.
Su cara no demostraba nada, pero sus labios se encontraban tan levemente curvados que no se podía calificar como una sonrisa. Pero se veía que lo disfrutaba, mi confusión, la adrenalina, el pánico y miedo que me dominaban. Ella le encantaba verme así, sumiso a ella en todos los sentidos, incapaz de defenderme de su retorcido juego. Le gustaba ganar, y lo había hecho.
―Es una advertencia. Ya sabes, para que no lo hagas de nuevo ―dijo calmada, como si nunca le hubiera robado el diario, y ella no me hubiera robado un beso. Su voz poseía una especie de magnetismo. Quería seguir escuchándola, saber sus razones. ¿Por qué iba a acabar con su vida? ¿Por qué lo escribió en un diario? ¿Por qué no me golpeó? ¿Por qué me besó?
Todas las dudas de aglomeraron en mi cabeza. Quería decirlas a la vez, que me escuchara por horas preguntarle mis dudas, pero son demasiadas palabras, demasiados temas para soltarlos de una vez.
Aumento más la curvatura de sus labios, y con una sonrisa ladeada, salió de la cafetería en pasos calmados pero a la vez firmes; dejándome solo, aturdido y sobre todo, más confundido de lo estaba.
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Dame una razón
Novela JuvenilDos desconocidos. Un diario. Una razón para vivir. Portada hecha por: @LeticciaR ¡GRACIAS POR LA PORTADA!