Nunca sabía exactamente como llegaba a ese punto, uno nublado entre la realidad de su mente y la realidad del mundo físico, sabía el porqué estaba ahí, pero no sabía exactamente cómo llegaba debido a que eran muchas las razones.
Jongin siempre se consideró demasiado débil, melancólico y patético, porque siempre se encontraba sumido en sus pensamientos sobre si mismo. Eso también lo hacía egoísta de cierta forma, pero todo era culpa de su baja y egoísta autoestima, como la clasificaba él mismo. Realmente nunca pudo hacer nada para elevarla, trató de aliviar muchas veces la sensación de desprecio que sentía por si mismo regalándole a sus brazos cortes en diversas direcciones, de diversos tamaños y de diversas profundidades; por unos segundos eso lo distraía y por más retorcido que suene, eso lo hacía feliz. Liberarse de su ensimismamiento lo ponía eufórico, pero, como había aprendido en la escuela, toda acción tiene su reacción.
Jongin devoraba de un bocado la felicidad instantánea y degustaba lentamente las consecuencias de sus sesiones de daño físico. La culpa que lo perseguía después de cada una era horrible porque si alguien (que lo quisiera) se enteraba de lo que se hacía, le haría daño a esa persona, porque el ser humano siempre piensa que podría haber hecho más. Jongin sabía que las personas que lo querían no podían hacer nada por él, por lo menos no directamente. Cuando Jongin manchó sus mangas y rompió la máscara de su rostro sin querer, lo enviaron a un psicólogo, que iba tirando de los hilos sueltos de sus mangas y lo hacía pintar sus sentimientos en palabras.
Sehun nunca me hace esas cosas, piensa Jongin mientras recuerda su vida antes de que aparezca su verdadero amor.
A Jongin nunca le gustó de todo el psicólogo y no porque se hiciera rico gracias a los problemas ajenos, más bien le tenía una envidia insana. A él sus propios pensamientos lo volvían loco y le robaban las horas de sueño, pero ese hombre era inmune a ellos. Se sentaba ahí, a escucharlos, sin que nadie lo obligase. Quería una mente así y no la mente de constelaciones destruidas que poseía. Le cabrea todavía la manera tan tranquila en la que le hablaba su psicólogo mientras él tartamudeaba, lloraba o usaba su voz seca para ocultar lo inocultable.
«¿De qué color te sientes, Jongin?» sabía que esa pregunta era para hacer las sesiones más fáciles, pero lo hacía sentir miserable cuando después de examinar los colores de sus pensamientos no podía responder que se sentía rosado o amarillo o por lo menos lila. Siempre se sintió negro, negroazulado y, en casos extraordinarios, Jongin se llegó a sentir rojo, pero eso era pura ira acumulada.
Sehun me hace sentir morado nebuloso, y eso es bueno, se convence el chico, porque ese es su color favorito.
«Jongin, ¿Qué pasa por tu mente cuando te cortas?»
«Jongin ¿Qué hay en tu mente cuando no puedes dormir?»
«Mi mente, mi mente, mi mente»
Jongin fantaseó con ser un autómata sin corazón, de mente artificial y plana. Ahora agradece que no lo sea, porque de lo contrario no podría regalarle su yo bueno a Sehun, ese que albergaba su corazón en las profundidades, ese que ha ido conociendo de poco a poco.
Observa la botella en su mano y los polvos esparcidos sobre la mesa, sabe bien que un poco más le haría mejor, pues su mente está divagando más en sus días negros.
Recuerda haberse querido cortar en vertical, profundo y eterno, un millón de veces, recuerda haber jugado a probar cuanto podrían quemar sus pulmones por pasar tanto tiempo sumergido en la bañera. Fracasando en ser un fracasado, Jongin siempre terminaba llorando por no tener la suficiente fuerza para acabar consigo mismo. Era un jodido miedoso que no podía terminar de destruir a todos, porque a las personas que estaban tan locas como para quererlo ya las estaba destruyendo al no poder sostener una sonrisa sobre sus labios o mantener sus mangas secas.
—Tranquilo Jongin, solo imagina que estabas sudando tus dolores —la voz de Sehun interrumpe sus recuerdos así que se da la vuelta para ver mejor al chico.
Su piel clara lo hace parecer puro, aunque se ve muy transparente. Sehun siempre se ve así, tal vez de esa forma se tenga que ver la gente que no lleva nada de peso mental, casi como si fuera de mentira.
—Tardaste mucho Sehun, pensé que no vendrías hoy y tengo muchas ganas de contarte que ayer soñé con tomar tu mano.
Sehun le responde con una sonrisa y se sienta en el mismo mueble que Jongin, pero muy lejos de él porque así es siempre. El mayor piensa que es porque algo tan puro repele de forma natural a algo tan depresivamente impuro.
El moreno le da un trago al líquido ambarino de la botella y mira a Sehun, las esquinas de su boca tiran hacia arriba sin él proponérselo.
—Tal vez hoy es el día en que lo hagas Jongin, todo depende de ti — le da la impresión de que el sillón se acorta, Sehun parece estar más cerca de él, hasta puede ver una cicatriz en su pómulo «mis pensamientos lo rasguñan e igualmente él regresa»—. ¿Qué es la libertad, Jongin?
Sehun siempre lo ataca con preguntas salidas de la nada, ya le ha preguntado sobre el amor, sobre el sabor de la lágrimas o sobre el vacío, pero la pregunta de hoy realmente deja sorprendido a Jongin
—No lo sé.
Él se sentía libre cuando se cortaba o lloraba pero no era exactamente eso, porque la libertad es algo infinito a su parecer y eso no lo era del todo.
—Vamos Jongin, yo te considero alguien inteligente —el aludido se echa a reír y se mete un línea muy delgada, Sehun está rozando sus dedos y se siente fenomenal.
—Pienso que la libertad debería ser feliz, no importa si solo es medio feliz, pero la felicidad debe ser parte de ella.
Jongin se siente completamente morado nebuloso mientras le da un trago más a su botella y percibe el calor de la palma de Sehun contra la suya.
Joder, que hasta han entrelazado los dedos.
—Pienso que la libertad debería ser ese espacio en el que estoy ahora, entre mi mente y lo que me rodea, porque no tengo ganas de volver y tampoco se está mal aquí, parece una pausa sin ser presionada, mejor dicho parece un play sin final.
—Profundiza, Jongin —Sehun habla pegado a su oreja, su aliento rebota en su nuca.
—No sé que más decir, libertad es todo lo contrario a mí —una punzada de dolor recorre el cuerpo de Jongin y Sehun lo está besando, pero por muy poco tiempo porque a los segundos ya se ha retirado y parece más invisible que otras veces.
Jongin se mete una línea larga y gruesa y se bebe todo lo queda en la botella para empezar a correr hacia Sehun.
—Vendré y me quedaré cuando encuentres la respuesta —le dice de espaldas.
Pero Jongin no le hace caso y corre con más prisa detrás de él, esta vez lo ve completamente y percibe todos sus movimientos y está vez él le toma la mano a Sehun—. Mi sinónimo personal de libertad eres tú, y no necesitas definición porque te conoces bien.
Sehun se detiene y entrelaza su mano con la de Jongin, de forma dudosa y entonces el mayor solo piensa en Sehun y ya no en si mismo o en su dolor y en su vida, o en que se acaba de morir por sobredosis. Jongin está pensando en que Sehun le ha tomado la mano y ahora caminan juntos y no le importa a que sitio, lo único que le importa es que Sehun se lo está llevando.
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Llévame ; Kaihun
FanfictionJongin ansiaba poder tomar la mano de Sehun, porque Sehun significaba libertad. One-Shot; 1.3k de palabras; angst; muerte de un personaje; Advertencias: No recomiendo que las personas demasiado sensibles y/o influenciables lean la historia por l...