Fantasías

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Advertencia este capítulo) posee contenido sexual explícito se recomienda discreción. Si prosiguen leyendo será bajo tu propia responsabilidad. Les recuerdo que en esta historia no habrá palabras "Tabú" que me hagan censurar o cambiar para dar el mismo significado reservando los temas comunes. Y les recuerdo que este capítulo será largo.
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Sin pensarselo dos veces Victoria se levantó del trono volteando su cuerpo semi desnudo hacia donde su Maestro; este sin disimulo alguno la miro y parecía que ella realmente no le molestaba. Tomó con delicadeza su corbata como si quisiera que este se acercara a ella, al parecer él accedió y se levantó de su enorme silla hasta quedar frente a aquella hermosa mujer que gritaba para sus adentros que la tomará y la hiciera suya, realmente no deseaba jugar más pues sólo quería entrar ya en acción, pero esta vez quería saber hasta donde podía llegar ella; quizá estaba mal que la pusiera a prueba pero si era necesario este le ayudaría.
La chica apenas si alcanzaba a su maestro sin embargo esto no fue un impedimento para que ella lo besara de una forma tierna que poco a poco se tornaba algo salvaje, sin pensarlo Alucard tomó el control del beso haciendo que se tornará hambriento y descontrolado, la tenía a su merced pues parecía que accedía a lo que este le dijera por ende este tampoco abusaría pues quizá sabia que era un monstruo con los deseos carnales más salvaje hacía una joven sin embargo con ella sería una bestia en la cama pero usando esa parte de caballero que solo pocas veces demostraba.

La pared pareció aproximarse lo suficiente para dejarlos juntos nuevamente, sus cuerpos otra vez cercanos dejaron una descarga de erotismo en el aire, esa exitación de ambos podía notarse a simple vista. Encarcelada por su maestro quien le ofrecía placer con la simple mirada, con esa misma mirada ella sentía que recorría todo su cuerpo dejándola completamente indefensa ante lo que él hiciese.

-Hoy en esta noche tan perfecta los deseos se intensifican- comentó este entre una sonrisa burlona y una mirada pícara.

-Concuerdo completamente con usted mi Maestro- colocó tiernamente su pequeña mano en su rostro pidiendo nuevamente sus labios.

Victoria pareció terminar de dar permiso de que este hiciera todo lo que él deseara con ella y como era de esperarse apenas obtuvo el permiso prosiguió con lo que más deseaba, la tomó de la muñecas pegándolas a la pared subiéndolas por encima de su cabeza a la par que besaba con insistencia su cuello, se notaba la lujuria con la cual estaba actuando, la necesitaba sólo para él y en gran demasía sin embargo debía controlar su ser para evitar lastimarla de cualquier manera pues tomaba sus muñecas con fuerza y la besaba con un hambre salvaje. La noche acogedora y sus palabras que le hacían tener un intenso escalofrío recorrer su cuerpo entero al escuchar aquel barítono tan encantador propio de él, tan sensual y lleno de picardía como su mirada llena de perversidad, tal vez esa descarga erotica y placentera que le hacían a su cuerpo al ver sus manos y sentir esos labios cerca de su oído pronunciando tan perfectos y lascivos versos, estaba tan ensimismada en sus fantasías que jamás se percató que este le tenía acorralada contra la pared, un sonrojo instantáneo pasó por su rostro mientras tragaba saliva.

-¿Qué sucede pequeña? ¿Qué te avergüenza? - comentó con una sonrisa que desbordaba su perversidad y esa mirada perteneciente al infierno mismo.

Un nudo en su garganta le impedía hablar con fluidez, mientras que sus blancas y tersas mejillas plagadas de un sonrojo aumentaba intensamente. Le divertió al hombre aquel actuar de la chica pues su respiración agitada le dejaba en claro su nerviosismo ante tal situación, mostrando así su inocente cuerpo. Los labios rojos y carnosos de la joven imploraban a gritos un beso a lo que el caballero respondió entregando un beso apasionado que la chica correspondió, se tornaba salvaje y a pesar de los esfuerzos de la pequeña por tomar el control fueron destruidos con el poder que ejercía sobre el beso, lleno de mordidas y dulces danzas, lentamente el Conde marcó quien tenía el control y ella en ningún momento lo negó, su hambre era tal que no sólo ese beso le fue suficiente deseaba más... Mucho más, sin dificultad cargó a la chica dejando su espalda recargada contra la pared mientras que sus labios creaban un camino desesperado por su cuello y hombros dejando ósculos por donde pasara, eran tales que la chica comenzaba a suspirar cosa que excitaba a su acompañante, le tomaba con fuerza de los muslos y ella solo podía sostenerse de su cuello, ella quería conocer al verdadero Vampiro.

MIS DEMONIOS (AxS) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora