He estado dormido mucho tiempo.
El océano se lo está tragando todo, haciendo mi mundo cada vez más extenso y grandioso, y a la vez oscuro y solitario.
En el mar, si no se tiene un compañero adecuado con quién nadar las corrientes, éstas se reirán de ti y arrastraran más allá, hacia el agobiante abismo, sumiéndote en la más profunda y tormentosa soledad.
Cuenta el murmullo de las algas desde el comienzo de nuestra era que cualquiera que caiga allí, en el fondo sin nombre, y sea bañado por la melancolía de sus muertas aguas, pierde la conciencia y se torna en un espectro de maldad.
Adivinen dónde me encuentro yo.
En el fondo, fondo, fondo del mar, contando caracolas y haciendo tratos en nombre de la oscuridad.
¿Cuándo llegué aquí? Ni el tiempo lo sabe.
¿Mi nombre? En el pasado, antes de ser atrapado y devorado por las frías corrientes del bravo mar, cuando mis escamas eran besadas por el sol y adoradas por los rayos de luna, solía responder al nombre de Jeonghan.
Pero eso ya fue hace mucho tiempo.
Los que solían llamarme así ya no existen o me temen.
En pocas palabras, ya no hay nadie que quiera llamarme así, por lo que adopté un nuevo nombre. Un nombre que al ser pronunciado hiciera temer al más valiente. Un nombre que pusiera bravas y domara las olas. Un nombre que anunciara la llegada del ser sin alma en el que me había convertido, que había logrado lo imposible: tragarse y convertirse en la oscuridad.
Nombre que sólo aparece en las mentes de los que desean mi ayuda: nombre que sólo pronuncian los que desean un trato conmigo.
Bajo la espuma soy el único que puede darte lo que deseas. Nada es lo suficientemente grande o pequeño para yo conseguírtelo. Tus más oscuros deseos cumplo si prometes darme algo a cambio, lo que yo desee. Pues no olvidemos ese dicho famoso y humano que dice que la magia siempre viene con un precio.
Pero ya nos hemos desviado un poco del tema. Nos quedamos cuando les dije que he despertado. Sí, lo he hecho, algo en mí interior se sacudió violentamente como un maremoto cuando escuché su voz.
Giré en mi eje buscándole, escrudiñando el fondo marino, asomándome curioso en el arrecife, pero el dueño de tan empalagosa voz no esta no estaba aquí.
No puede ser. Tiene que ser una broma. Es imposible.
Elevé mi mirada. ¿Tal vez provenía de allí arriba?
No lo pensé dos veces y, rompiendo la calma de mi reino, sacudí mi cola camino a la superficie. El cuchicheo de mis insípidos súbditos no se hicieron esperar, coloridos caballitos de mar me vieron con atención y asombro, un pez globo se atragantó e infló sobre una pasmada anguila al verme bracear hacia la luz, y no los culpaba.
Yo tampoco me conocía.
Asomé mis ojos y abracé una roca besada por una estrella, –misma que al verme gritó y huyó–, yo quedándome sin habla al ver al humano con patas más curioso y ...sí, lo diré, más hermoso de todos. Tenía la piel del color de las perlas, labios sonrojados, y cabellos negros como mi alma.
¡Era perfecto para mí!
Aigo, ¿el problema? Que le estaba dando una serenata a una escuálida y estúpida niña humada. Bah, típico. Incluso en mi mundo existe el típico cliché de que ves la cola de alguien, te gusta y tiene dueña. Meh. Era una mocosa bonita, largos rizos claros, bonita nariz y ojos.
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Shells and Spells
Fanfiction¿Qué le pedirías al ser que asegura puede dártelo todo? SEVENTEEN ONE SHOT JiHan