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Mi padre era alguien de poco fiar y más en los negocios, siempre tuvo deudas y su error más grande fue deberle a los Kim, una de las familias más reconocidas del país. En el bajo mundo los Kim eran conocidos por las mafias más poderosas como sus socios, socios que distribuían su mercancía. Mi progenitor se metió en lo que no debía y acabó incorrectamente enviciado en las drogas, y aún peor endeudado por mucho con esa familia.

Mi madre y yo nunca supimos nada de sus deudas, fue hasta después de la muerte de mi padre cuando los Kim nos hicieron una visita y la asesinaron a ella con un arma de fuego. Bastardos. Desde ese día me juré a mí mismo hacer lo mismo con ellos.

Los integrantes más reconocidos de la familia Kim, son los cuatro hijos del jefe de la corporación con el mismo nombre. Kim Minseok, el mayor, conocido mejor como el siguiente presidente de la empresa de su familia, un supuesto mujeriego, pero realmente es una gata que se acuesta con cualquier hombre con dinero. Kim Junmyeon, pobre de él, tanto deseo de poder y le tocó nacer segundo, su novia comprada es bastante atractiva, aunque algunos sabemos que su novia real es hombre. Kim Jongdae, su vida se compone de casinos, viajes, mujeres y hombres también. Y al final, tenemos a Kim JongIn, malditamente perfecto, su piel bronceada es una horrible tentación, a veces me odio a mí mismo por pensar así de alguien de esa familia pero no puedo evitarlo; envidio a su prometida, la hija menor de los Jung, ella puede tomarlo en cualquier momento.

[...]

—¡Orejas! —le lancé mi caja de jugo vacía en la cabeza.

—¡Ah, Kyungsoo! —tocó su cabeza y la masajeó—, ¿qué me tiraste? —el chico estaba sentado en una de las mesas de la cafetería, me acerqué y me senté frente a él.

—No seas bebé. Deja eso y mírame —arreglé mi garganta tosiendo un poco y proseguí—. Estaba pensando, ¿podrías ayudarme en algo? —mi mirada era inquisitiva, lo manejé a mi gusto.

—¿Qué tratas de decirme? —sus ojos empezaron a juguetear de un lado al otro con nerviosismo.

—No lo sé, ¿tú qué crees? —tomé su mano lentamente. No le di tiempo a contestar—. Si me ayudas, quizá obtengas un premio.

—¿Qué necesitas? —alejó mi mano de la suya. Vaya que era difícil este chico.

—¡Vamos orejas! Sé que puedes, mira, necesito que me ayudes a entrar a la fiesta anual de los Kim, ¿sí?

Park Chanyeol, único hijo de los Park además de su hermana mayor, su familia es dueña de un tercio de la ciudad, era obvio que asistiría a la fiesta organizada por los Kim, por favor, es un adinerado sin preocupaciones. En esa fiesta podría tener la oportunidad de dar fin a los hermanos, no la iba a desperdiciar.

—No lo sé Kyung, a ti no te gustan esas cosas, todos ahí son muy obstinados.

—Chan, necesito entrar a esa fiesta, mi sueño es conocer a los Kim, soy su fan. —traté de que sonara de lo más creíble.

Se la comió toda.

—Bueno, entonces... el viernes a las ocho paso por ti, ¿está bien? —guardó sus cosas, se levantó de su asiento y al final me guiñó un ojo. Antes de irse con una sonrisa ladina añadió—. Esperaré mi recompensa. —le sonreí de la misma forma y asentí.

Ahora que Chanyeol me llevaría todo sería pan comido. Encendí la luz de mi departamento y fui directo a mi habitación, en el último cajón de mi cómoda había una revólver, sería mi arma homicida, aunque también llevaría alguna otra cosa. Había practicado gran tiempo mi puntería con las armas de fuego, así como un poco de defensa personal, no me expondría tan fácil.

El día viernes, como de costumbre asistí a clases, pero esta vez sentí cómo el tiempo transcurría con lentitud. Terminaron las clases, dormí un poco para estar despierto toda la noche, me arreglé adecuadamente para una fiesta de ricos y Chanyeol como lo prometió vino por mí puntual.

Dangerous man ✧ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora