Capítulo 10

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-Emm... no son muy buenas, Shar-tartamudeé.

-Cómo no van a ser buenas si eres una excelente fotógrafa. Anda, muéstramelas-insistió y quiso arrebatarme el sobre.

Lo llevé inmediatamente a mi espalda, resguardándolo. ¿Qué me costaba darle el maldito sobre y explicarle que el rostro perfecto de su novio se había fugado en unas cuantas fotos? ¿Qué de malo había en eso?

-Emm... mañana, mañana te las muestro, estoy muy cansada hoy, además, aun tengo que eliminar bastantes, hay muchas que no me gustan-dije, torpemente.

-Hay algo ahí que no quieres que vea, ¿cierto?-me miró con gesto acusativo. Las manos comenzaron a sudarme y el corazón a latir más acelerado de lo normal. No sabía por qué me sentía como el culpable de un delito en el momento que es interrogado y a punto de ser descubierto en su fechoría.

-Sí, claro que lo hay. Fotos horrendas que no quieres ver. Dame un minuto, las ordeno y te las muestro, ¿está bien?-musité, torpe.

-Yo también quiero verlas-anunció Liam, que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Sharon y yo.

-Emm... sí, denme un segundo, ya vengo-me escabullí hasta mi habitación y cerré la puerta tras de mí, sin esperar alguna palabra de alguno de ellos.

Me senté sobre la cama con las piernas cruzadas y tomé el sobre amarillo entre mis manos; saqué de él las fotografías y lo primero en lo que mis ojos se enfocaron fue en el bello rostro que adornaba aquel papel impreso. Liam era tan hermoso, a su manera. Los bellos lunares en su piel eran como las estrellas en el cielo y su despampanante sonrisa, deslumbraba perfecta. Revisé todas las fotografías, una y otra vez.

-Maldición-farfullé.

De las trece fotos que tenía en la mano, sólo tres eran antiestéticas. Tres eran las que no tenían el rostro perfecto de Liam adornando la imagen. El problema era que Sharon había notado el grosor del sobre y llevarle sólo tres fotos resultaba ilógico cuando juntas no hacían ni medio centímetro. Suspiré y tomé las otras diez fotografías para guardarlas en el cajón de mi escritorio, debajo de todo el montón de papeles que ya tenía allí. Salí de mi habitación con el trío de fotos en la mano, esperando no encontrar alguna otra escena que me hiciera sentir incómoda y deseosa de cubrirme los ojos. Sharon y Liam hablaban tomados de la mano, él jugaba con sus dedos. Traté de ignorar la irritante punzadita junto a los latidos aplomados de mi corazón.

-Aquí están-las coloqué sobre el pretil de la cocina, en donde ambos estaban.

-¿Sólo tres?-rezongó Sharon.

-Te dije que no eran muy buenas-me encogí de hombros-. Las otras están horribles-mentí, por que a decir verdad, eran las más hermosas-. Además no tomé muchas.

Allí, Liam pudo haberme desmentido, él sabía cuántas veces había disparado el lente de mi cámara capturando las escenas; pero no dijo nada, sólo observó tranquilo cada una de las fotos sobre el azulejo del pretil. Decidí cambiar de tema, antes de que alguna objeción por parte de Sharon insistiera.

-¿Sabías que la señora Montórfano tiene un sobrino?-pregunté a mi amiga, mientras que iba al refrigerador por un vaso de leche.

-Sí, Niall. ¿Por qué?-inquirió, y me sentí satisfecha de haber logrado el cambio de ruta en la conversación.

-Hoy lo conocí-dije, sirviéndome la leche en el vaso que había tomado de la alacena.

-¿En serio?

-Sí, me lo topé esta mañana; es lindo-tomé de mi vaso y pude captar que la mirada avellana de Liam se apartó de las fotografías y se posó curiosa en nosotras, en mí.

-¡Uuuyy!-se apresuró Sharon a hacer especulaciones.

-No empieces-dije, deteniendo su bulla-. Apenas y lo conozco.

-Deberías salir con él-musitó.

Liam estaba repentinamente atento a la conversación.

-Pues, me invitó a tomar un café-me encogí de hombros.

-¿En serio?-la sonrisa entusiasta de Sharon se expandió por todo su rostro-. Vaya, no sabía que el tímido Niall Montórfano no era tan tímido después de todo-me codeó.

-No lo malinterpretes, Sharon. Es sólo para conocernos, digo, vamos a ser vecinos-excusé.

-Claro, igual pienso que deberías salir con él.

-Sharon, cariño, tengo que irme-interrumpió Liam de pronto.

-¿Tan pronto?-se quejó Sharon, haciendo un puchero. Liam sonrió.

-Sí, es que tengo que irme, me acostaré temprano hoy.

-Oh, bueno, está bien.

Se despidieron a su manera, como cualquier pareja de novios lo hace. Algo me tiró la cara para otro lado, en donde ellos quedaban ambos ajenos a mi vista.

-Hasta mañana, Te amo-musitó Sharon.

-Yo también te quiero-sonrió y luego me miró-. Hasta mañana, ______-se acercó y besó mi mejilla, dejándome terriblemente atontada.

Sus labios sobre mi piel hicieron estallar quién sabe cuántas neuronas y me dejó la mente pasmada; como si ésta fuese un papel escrito por los dos lados y luego hayan borrado cada letra dejando solo una hoja en blanco. Sentí sus labios tan suaves y fue como estar sentada sobre una nube; una sensación parecida, pero más suprema e inigualable.

-Hasta mañana-me obligué a decir, luego de un minuto, pero era demasiado tarde, Liam ya se había ido.

-Reaccionas lento-bromeó Sharon.

-Es que... me quedé pensando-dije, torpe.

-¿En quién? ¿En Niall?-acusó, de nuevo.

Sólo me reí. La respuesta no iba a salir de mi boca, de hecho, nada que pudiese delatarme lo haría.



Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Sharon; así que le acepté el café a Niall, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas. Niall me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Liam, sin embargo, la emoción no era la misma.

-¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia?-me dijo, cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

-Bueno, vine primeramente para visitar a Sharon. Y para tomar un descanso de mi vida cotidiana-expliqué, dándole un sorbo a mi café. El sabor a capuccino vagó por mi boca hasta mi garganta.

-Oh, ¿entonces vives con tus padres?-inquirió.

-No-dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba-. Mis padres murieron en un accidente.

-Oh, perdóname, no debí preguntar-su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.

-No, no te preocupes-musité.

-¿Sabes? Mis padres también murieron-comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.

El Manual de lo Prohibido | L.P |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora