Capítulo XXI

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A Izaya poco le importó que cuando recobró el sentido se encontrara, una vez más, en el hogar de Shinra y Celty. Recostado en el sillón y ante la mirada atenta (e inquisidora) de su amigo, Izaya experimentó una vaga sensación de déjà vu. Debido a la insistencia de Shinra en el asunto, luego de haberle atendido cuando buscó «recordar» de formas en absoluto recomendables, Izaya se vio a punto de esperar que le ofrecieran comer algo, lo que no resultaría una mala idea a raíz de que había perdido bastante peso durante las últimas semanas.

Ante ese fugaz pensamiento, Izaya quiso reír, pero en su lugar soltó una queda protesta que no reflejaba con «justicia» aquella sensación que haría creer a uno que tenía cristales enterrados en el cuerpo...

«Mírate. Aun cuando ya no estás bañado en tu sangre, tienes un aspecto horrible.»

«Es infantil pensarlo, pero ¿estás cobrando venganza por mi error, Izaya?»

El médico sabía con certeza que Izaya internamente se encontraba embargado por mucho dolor. La extensión del daño causado por su propia mano no podía dar cuenta de nada más que eso. Celty había dejado al descubierto la piel herida del informante para que de ese modo Shinra le curara de la manera apropiada, aunque éste creyó leer cierta resistencia en los gestos de su amigo.

«Si mi adorada Celty no ha malinterpretado tus palabras, ¿habremos actuado de forma correcta al pedir precisamente la ayuda de "aquel a quien no puedes siquiera considerar amar"?»

Aunque esperaban su intervención, tanto Celty como Shinra se giraron sobresaltados ante el golpeteo que resonó al otro lado de la puerta que residía en el pasillo («Hablando del diablo...»). En cambio, Izaya no pestañeó siquiera y continuó por completo tendido. Posó la mirada en su reciente trabajo y antes de perderse en cuestiones que concernían a Shizuo, se preguntó por lo que podría haber sucedido si acaso Celty hubiera tardado un instante más en dar con él.

No le gustó el escenario que formó ante dicha posibilidad.

«Yo le temo a morir, casi tanto como a reconocer el motivo por el cual digo y creo amar a la humanidad, a mis queridos peones y el conjunto de sus fascinantes voluntades. Estoy convencido de que he considerado a mi vida valiosa, pero "todo" este asunto me supera.»

«¿No era precisamente esto lo que no quería que sucediera debido a la imposible "coexistencia" entre la felicidad y el conocer la verdad?»

«Monstruo estúpido e inoportuno.»

«Mi trozada carta cincuenta y cuatro.»

«¿Por qué has venido?»

«Es cierto que perdí pues he sido capaz de amarte, pero lo que eso significa...»

«No logro precisarlo todavía.»

«Hay demasiadas cosas que aun deseo conocer de ti y de mí.»

«Sin embargo, estoy muy cansado.»

«Estoy cansado y también estoy cansado de repetírmelo sólo para no darte más ventaja de la necesaria. ¿Serás capaz de darte cuenta de las razones que tengo para hacer algo como eso?»

«He sido un tonto y me he traicionado.»

«¿Tienes idea del lugar al que ido a buscar "consuelo" como me ha soltado Celty en su breve interrogatorio? Únicamente tú puedes intentar adivinar e incluso acertar.»

Izaya tardó en notar que Shizuo le miraba en el extremo de la habitación.

A diferencia de cómo sucedió con Shinra momentos atrás, Shizuo logró ahogar una exclamación de sorpresa y era posible que también una de rabia ante la aparatosa visión que tenía delante: los brazos de Izaya estaban, desde la muñeca hasta los codos, cubiertos de cortes. Todos de distintos tamaños, pero igualmente profundos. Y, aunque ligeramente aturdido, Shizuo notó que, debido a que no había perdido del todo la compostura, la forma sistemática con la que Izaya fue avanzando por sus brazos, logró salvarle, quizá intencionalmente. Aunque cabía la posibilidad que no llegó a pensar en ello.

El monstruo se giró hacia los otros dos y éstos, al entender su silenciosa petición y, aunque en todo momento se mostraron curiosos, se alejaron y se introdujeron en el cuarto de paredes transparentes. Consideraron conveniente continuar el asunto que Shizuo había interrumpido.

En tanto, y sin reflexionar lo que hacía, Shizuo se dejó caer sentado en el borde del sillón, y estuvo a pocos centímetros de sentir del todo al herido.

«Pulga de mierda, ¿pero qué diablos te has hecho?»

«No tienes ni una pizca de color y tampoco parece que te importe...»

—Shizuo...

El guardaespaldas alzó una ceja ante la mención de su nombre, pero no permitió que Izaya continuara, si acaso esa era su intención. Antes de buscar una oportunidad le dio un vistazo a Shinra, que de momento se encontraba leyendo en el PDA de Celty, y luego reparó nuevamente en el pálido rostro del informante.

«Algo no anda bien conmigo, pero...»

«Si acaso aun lo deseas...»

«Yo sigo dispuesto a escucharte.»

«Por eso no te apartare de mí.»

«De una manera inexplicable, improbable... ¡y retorcida...!»

«Yo me acostumbre a tenerte cerca.»

«Y aunque en parte admito que la curiosidad sigue importándome...»

«Yo...»

Shizuo se inclinó hasta que sus labios rozaron la oreja de Izaya y después susurró algo que no pudo ser escuchado ni por Celty ni por Shinra. De lo contrario, ambos habrían reaccionado poniendo un «semblante» atónito ante lo que dijo el monstruo en voz quizá demasiado intima.

Ignorando lo que la repentina cercanía del monstruo despertó en él, Izaya se apartó un poco de Shizuo, con la intención de saber si acaso éste había sido lo suficientemente cruel como para mofarse por lo que ahora era o, más preciso aun, se había permitido ser, pese a su situación. Pero cuando se convenció de la sinceridad de Shizuo, formó una sonrisa que extrañó a los presentes e incluso logró que se formara un ligero rubor en las mejillas del guardaespaldas.

Con suavidad, el informante asintió con la cabeza y Shizuo hizo lo propio, a leguas satisfecho (aunque también bastante desconcertado).

«No puedo prometerte nada, Shizu-chan, aun así, yo...»

«Quizá esto no funcione, Izaya, pero...»

«Puedo tratar. Por Roppi.»

«Tengo que intentarlo. Por Tsukishima.»

—Hasta entonces..., Pulga. Mmm... le diré a esa mujer que la has librado —Shizuo se levantó con urgencia pues sin mediar palabras con sus amigos se marchó.

Shinra no tardó en volver a prestar su atención en el informante y, para sorpresa suya, Izaya aceptó dócilmente que tratara cada uno de los cortes que le recorrían ambos brazos. Al hacerlo, el médico de cuando en cuando se desviaba hacia lo que Celty le había revelado:

[Cuando encontré a Izaya... Él dijo...]

[Más de una vez...]

[«Amo a Shizuo.»]

—¿Qué estás pensando ahora, Izaya? Este lio está resultando muy... extraño.

El informante formó media sonrisa.

—Nada que aprobarías... ¿Desde cuando te importan los detalles?

«Entonces, Shizu-chan, puede resultar que la respuesta acertada es que no hubieras sido capaz de matarme.»

«¿Qué ha sucedido contigo?»

«Un error más de nuestra parte y acabaremos "mal"...»

«Terminaremos en un sitio que, pese a los reclamos, ninguno quiere llegar a conocer.»

«Con seguridad puedo decir que yo soy un loco, y quizá no sea más un indeciso, pero...»

«¿Qué más podría yo llegar a ser?»

«No permitas que lo sepa, Shizu-chan. Eso es lo que te pediré a cambio.»

NOTAS:

¡Espero que tengan un bonito día! ¡Un abrazo! (^w^)

El día a día de Izaya OriharaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora