Capítulo 32

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No pude pegar un ojo en toda la noche.

Sabía lo que tenía que hacer; sabía que tenía que alejarlos de mí, hacer que me odiaran, pero dolía.

Al fin había encontrado una familia y tenía que perderla ¡No es justo! Quisiera saber que es lo que planean los dioses, que me tienen preparado las moiras para mi futuro, pero por sobretodo, ¿lograré llegar a él?

La idea de apartarme me mataba lentamente, me consumía y carcomía por dentro, un nudo se alojaba en mi garganta y un vacío semejante a un agujero negro se encontraba en mi estómago.

La idea de no hacerlo, la idea de alejarme a veces flaqueaba, a veces pensaba que no era necesario, pero luego recuerdo sus rostros. Por mi mente pasaba como una película antigua mi último sueño, el mismo sueño que tuve antes de conocer y tener una charla con Hera. Se veían tan devastados, tan acabados que no deseaba eso para ellos, prefería aguantar el dolor y que a ellos les duela menos mi partida.

-¿Danielle...? -La voz de Luke resuena como eco en mi mente. Se oía lejano y distante. -Danielle...

Ahora si, su voz se centró. Ahora si, podía oírlo perfectamente.

Me giro y lo veo a sus azulados ojos, y por su expresión, deduzco que tengo un rostro semejante al de un zombi.

-¿Mm? -Inquiero sin abrir la boca y alzando una ceja.

-Parece que alguien no durmió anoche. -Se burla y sonríe con una sonrisa completa. Una sonrisa completa que me da un puño directo al corazón y estómago.

-No. -Contesto tajante. -¿Qué querías decirme? -Mi voz. Mi voz sonaba dura y fría, igual como lo fue la primera vez que llegué al campamento.

Luke por un momento pareció confundido y luego igual a un niño pequeño regañado. Eso me partía el corazón, pero no hay vuelta atrás.

-Quería darte esto. -Me extiende un sándwich y un café caliente, el cual humeaba y desprendía un exquisito aroma que hacía rugir mis tripas. - Jason vino a dejarte esto, me dijo que si no querías comer te obligara a hacerlo. -Sonríe y suelta una pequeña carcajada que luego se desvanece al ver que no me ha causado gracia. Su semblante cambia y se vuelve serio. - Toma. -Me entrega los alimentos.

Yo los tomo y no digo nada. Vuelvo mi vista a la ventana dejando el sándwich entre mis piernas y el café entre mis manos, mientras veía por el reflejo de la ventana como Luke me veía con una expresión dolida, luego paso mi vista a mis ojos, que se veían igual como los había visto en el espejo del baño de la estación, y por último, me concentro en el paisaje.

(...)

La tierra se alza creando una columna de humo, y a lo lejos, se veía como la máquina se alejaba y volvía cada vez más pequeña a medida que el tiempo pasaba.

-Bueno. -Anuncia Annabeth mirando a su alrededor con una mano sobre sus ojos para apartar el sol de su vista. - Caminaremos unos cuantos kilómetros al este. -Apunta. -Y ahí encontraremos otra estación que nos llevará directo a Manhattan.

-¿Entonces seguiremos caminando? -Pregunta Leo con un rostro agotado y encorbando su espalda.

-Si no tienes una mejor idea Leo, si. -Contesta Annabeth cruzando sus brazos bajo su busto.

Todos sabíamos que desafiar a la hija de Atenea no traía muy buenas consecuencias, pero al ver la sonrisa que le dedicaba el hijo de Hefesto; una sonrisa traviesa que indica que de seguro algo tenía en mente. Leo pega un pequeño salto en su lugar, aparentemente excitado con el nuevo desafío que se le ha impuesto. Sale corriendo y se interna en el bosque que se encontraba a unos metros de distancia de nuestra posición.

Confesiones de una mestiza [Percy Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora