Yunho cerró la pretina de sus pantalones antes de ponerse los zapatos.
— ¿Te irás tan pronto? - preguntó ella haciendo un puchero mientras estaba desnuda en la cama.
— Preciosa, acaso querías que me quedara hasta el amanecer y decir "te amo" - ella se sonrojo y Yunho estallo en risa - Tonta, esto fue algo de una noche.
— Pero tu... me entregue porque yo...
— Calladita te ves más guapa.
— ¡Eres un malnacido! - furiosa se pone de pie cubriéndose la desnudes con una cobija - ¡Debí escuchar a mis amigas cuando dijeron que me alejara de ti!
— Debiste hacerlo - Yunho se puso de pie listo para abandonar la habitación de Motel.
— ¡Algún día lo pagaras!Yunho rió de forma arrogante.
— Eso nunca pasara.
— Ya lo veras... algún día te enamoraras y ella te dejara. Existe algo que se llama karma.
— Eso un nunca pasara, porque tengo prohibido enamorarme.La chica seguía gritándole insultos. Eso no molestaba a Yunho, por el contrario una parte de su ser se volvía más fuerte y duro. Su corazón cada día se congelaba más y así debía ser.
Desde el día en que los guardianes de los dioses fracasaron en proteger La caja, fueron castigados a albergar aquellas cosas en sus cuerpos. Diez guardianes emparejados con diez demonios diferentes. Yunho había sido emparejado con Lujuria. El demonio que engañó a Pandora. Lujuria, podía seducir a cualquier mujer en cualquier momento, tanto humana como inmortal. El demonio necesitaba de sexo para sobrevivir. Probablemente al inicio Yunho agradecía que su demonio no fuera Dolor o Violencia, poder tener a la mujer que deseara y cuando él quisiera no se veía mal. Pero era una maldición de los dioses y como tal, él lo padecería. Yunho no podía tener ningún tipo de relación con nadie, al final acabaría siendo infiel, porque necesitaba sexo de distintas mujeres para sobrevivir. Por supuesto, esa era una razón por la que no podía enamorarse. Su decisión fue vivir así, de un lugar a otro, de una mujer a otra. Después de todo había pasado siglos viviendo así. ¿Por qué cambiar? Él no tenía intenciones de cambiar.
— ¿A qué debo el honor de tu visita? - le preguntó el chico alto a Yunho.
— Changmin, un amigo no puede visitar a otro - le sonrió a su amigo.
— No olvide lo que hiciste hace siglos - dijo Changmin, el guardián que tenía sellado en su interior a Muerte - ¿Quieres que lleve tu alma al inframundo?
— Tranquilo - se escudó Yunho con ambas manos. Él era un guerrero fuerte. En su tiempo, el favorito de los dioses para comandar sus legiones, pero no estaba tan loco como para pelear contra Changmin y su demonio Muerte - Vine a hablar.Changmin sonrió con sequedad.
— ¿Whisky o agua?
— ¿Quieres matarme? - Yunho tomó lugar en uno de los cómodos sillones de la oficina de Changmin - Que sea importado.Changmin llamó a uno de sus empleados y le ordenó traer el whisky importado.
El empleado obediente deja dos copas servidas, pero Yunho le secuestra la botella.
— ¿Embarazaste a alguna de tus conquistas de una noche? - bromeo Changmin y Yunho casi se atraganta con el alcohol.
— No es gracioso - dijo fingiéndose molesto.
— Eso no sucederá porque nunca repites la misma mujer - dijo Changmin cruzándose de piernas mientras sujetaba su bebida - Debes acostarte más de una vez con una mujer para poder embarazarlas. ¿No?
- Eso es algo que nunca sucederá, gracias a este maldito - señaló su pecho, donde albergaba a Lujuria - En eso debo darle las gracias.Changmin se puso de pie y lanzó la botella contra la pared. Él era un muchacho amable y con un carácter un poco tosco. Su altura, casi llegando al metro noventa, intimidaba pero rostro de facciones delicadas lo hacían verse confiable y gentil. Es por eso, que pocas veces se mostraba molesto y cuando pasaba el cielo temblaba.
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Amante demoníaco
FantasyÉl, a simple vista, es un estudiante universitario de veinte años. Un joven apuesto que se mudó a Seúl imaginando que su vida sería como la imaginaba: una vida fácil, chicas sexys, autos deportivos, cocteles junto a la piscina y casi todo se hizo re...