Dolor, mucho dolor, era todo lo que su mente podía asimilar mientras volvía a la consciencia, su cuerpo aún rígido, sus ojos vagaron por el lugar, agradecido de ver qué realmente era temprano y por lo tanto no debía preocuparse aún por un castigo de los Dursley.
Se levantó con pesadez llevando una de sus manos a su rostro solo para descubrir con sorpresa que sus anteojos, los que tanto le habían caracterizado, ya no estaban y aún así podía ver a la perfección, con cuidado de no hacer ruido corrió hacia al baño deteniéndose a inhalar hondo antes de colocarse frente al espejo, un jadeo sorprendido y la mirada conmocionada no se hicieron esperar, su cabello había crecido y era claramente más manejable y gracias a la ausencia de sus lentes, sus ojos, que por si mismos ya eran impresionantes, ahora brillaban como la maldición asesina misma.
Movió su torso un par de centímetros solo para detenerse ante la punzada de dolor proveniente de su espalda, con cuidado y muy lentamente se dio vuelta, solo lo suficiente para lograr ver un par de marcas, cuál cicatrices sangrantes, en cada uno de sus omóplatos, con precaución y una mirada cautelosa llevó sus largos y delgados dedos hacia una de ellas jadeando con asombro ante la cálida sensación.
El rasgar de piel fue lo primero que escuchó seguido del peculiar sonido de un aleteo, un par de alas se habían abierto paso haciendo que tuviera que sostenerse del lavabo por el desequilibrio que había provocado el peso extra, una vez pasada su conmoción volvió su vista hacia el espejo, eran enormes, recogidas como estaban llegaban desde sus rodillas hasta la punta de su cabeza, solo podía imaginar cómo serían extendidas.
Cómo si fuera un orden, estás así lo hicieron, cubriendo casi todo el largo de la habitación de este modo Harry podía admirarlas mejor, eran negras, tan oscuras como la noche misma y con un textura tan fina y suave como la seda.
Ahora, por más que algunos quisieran decir lo contrario, él no era estúpido y sabía que esa era su herencia de criatura, lo que no sabía era exactamente que era, observó a su alrededor maldiciéndose mentalmente al ver la puerta abierta habiendo corrido así el riesgo de que alguno de sus familiares fuera testigo de todo sabiendo que si lo encontrarán así todo terminaría mal... Para él.
Miró una vez más al espejo con una sonrisa engreída en sus labios sabiendo que al haber recibido su herencia ante los ojos de la magia y por ende del ministerio se volvía mayor de edad, podría alejarse de los Dursley sin que nadie, ni siquiera Dumbledore, pudiera exigir lo contrario.
Tendría que ir a Gringotts para saber más sobre su herencia y obtener un lugar a dónde ir, volvió su mirada hacia sus alas, serían un problema, no había forma en nombre de Merlín y Morgana de que no llamarán la atención pero estás como respuesta simplemente se habían vuelto a encoger y ocultar en sus omóplatos sin dejar más que un par de cicatrices a su pasó.
Una pequeña y juguetona risilla se escapó de sus labios, corrió de vuelta a su habitación comenzando a guardar sus pocas pertenencias dentro de su baúl, un suave ulular lo sacó de su frenesí de emoción, su mirada fue directamente atraída a Hedwig y sin demorarse demasiado había sacado su varita alohomora no fue más que un susurro pero pronto el ave se encontraba volando a través del alba con su dueño confiando que lo encontraría a dónde sea que fuera.
Salió del número cuatro de Privet Drive sintiéndose liberado, alzó su brazo con varita en mano invocando al autobús noctámbulo, subió con un saludo a Ernie antes de avanzar al caldero chorreante, un paso más cerca también, de descubrir quién realmente era.
Apenas terminó de instalarse se colocó una túnica avanzando hasta la pared de ladrillos sin detenerse a mirar detrás ni por un segundo, su varita golpeó los bloques en un familiar patrón rítmico.
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La Verdad. (Reescribiendo)
FanfictionSu cumpleaños número quince trajo consigo muchas cosas, dolor, traiciones, verdades pero sobre todo amor. Todo el mundo de Harry Potter pertenece a JK Rowling yo solo lo tomé prestado.