De vuelta a la realidad

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Y a si es como yo; Jade  Rosemarie Anglin de 17 años de edad, tras un casi exitoso intento de suicidio, vuelvo a retomar mi vida. En una ciudad nueva, con un instituto nuevo, con ente nueva pero con el mismo cuerpo, la misma mente, la misma vida, las mimas cicatrices. los mismos traumas, los mismos demonios...

Una semana ante de que me dieran de alta, gracias a mi rápida y repentina recuperación, mi hermana mayor Alina me acorraló contra la pared, amenazándome con tirarme todos los discos si no accedía ha que me hiciera un cambio de look. Nos encerramos en el baño mas de dos horas, en las que me estuvo arreglando todos lo destrozos que podían ser arreglados. - Y ahora toca el pelo.  Pude escuchar como disfrutaba diciendo eso, odiaba mi pelo. La miré con cara de pocos amigos y empecé a echarme hacia tras en la banqueta con recelo, hasta que caí de bruces al suelo. Mi inteligencia brillando por su ausencia nuevamente. - Tranquila pequeña emo, no te voy a quitar esos pelos de loca a los que llamáis peinado. Alina me miraba desde arriba con una enorme sonrisa en los labios. - Solo te quitare ese tinte negro que esta empezando a dar asco. Varias horas después estaba enfrente al espejo una persona a la que me costó identificar como a mi misma.  El pelo ahora de un castaño brillante con mechitas de colores  varios me caía lacio sobre los hombros, el flequillo lo llevaba recogido hacia atrás con unas horquillas, todos los piercings faciales reposaban ahora en la encimera del baño, el oscuro maquillaje que nunca parecía desaparecer del todo era una sombra oscura del pasado;  ahora imperceptible, las cejas hasta ahora ocultas por un flequillo estaban bien definidas gracias al trabajo de la mano experta de Alina y su amiga las pinzas. - Pareces normal. Alina sobresalía por encima mio con aquellos taconazos que llevaba puestos hasta dentro de casa, sonreía feliz observando con ojos críticos su trabajo. - Que insinúas con eso? a su lado parecía un gnomo de jardín, con una mueca arrugada en la cara . - Que estas preciosa. me dio un beso en la mejilla y salio de el baño con esa preciosa sonrisa suya  brillando en la cara. 

Había hablado con psiquiatra, entre ella, mi familia y alguno de los pocos amigos que aun no me habían abandonado, habían decidido que lo mas recomendable seria un cambio. Un cambio de imagen, de actitud, de gustos.... Lo cual se significaba que nada de pelo scene, ropa oscura ni camisetas de grupos, nada de sarcasmo ni chistes negros, ni anime, ni manga, ni metal, ni nada por el estilo. 

Empezaba instituto a mitad de curso, a principios del segundo trimestre, en un curso menor al que me correspondería ya que no pude terminar el curso anterior. Las instrucciones eran simples, ser amable, participar en clase, no llamar la atención más de lo necesario y mantenerme alejada de los raritos de clase. Gracias a dios las instrucciones no decían nada de llegar a tiempo a clase, por que eso no lo hice bien. Me había tenido que despertar media hora antes de lo habitual para que mi hermanita me pudiera adecentar, vaqueros sin rotos, una camiseta blanca de tirantes y una camisa de leñador, me recogió el flequillo en una trenza y me maquillo con colores suaves, como si fuera una princesa. Y a pesar de la media hora de ventaja había llegado tarde.  Entre precipitadamente en clase, chocandome prácticamente con la imponente figura del que supuse que era el profesor de historia. Me quede parada, medio agachada intentando recuperar el aliento después de mi carrerita hasta el aula. Pude sentir todas las miradas en mi nuca. - y usted es...? . El profesor parecía estar dándome prisa, ansioso por proseguir con las clases.  - Jade, Jade Anglin, la nueva. Subí la cabeza y forcé una sonrisa tirante. El profesor se giro hacia la clase. - Bueno chicos esta sera vuestra nueva compañera de curso, Se llama jade es repetidora portaros bien con ella.  Me incorpore y mire a la clase. Ya había perdido la atención de la mayoría. Observe unos instantes el panorama. Identifique los grupos, las pequeñas escorias cotillas a un lado, los jugadores de fútbol cerca de ellas, unos cuantos otakus repartidos, un par de punks al fondo de la clase y algo que me llamo la atención . Un chico, con el pelo negro y un gran flequillo, los cascos puestos y al fondo de la clase. Fue entonces cuando rompí la primera regla. Me senté a su lado. Apenas se giro a mirarme. A diferencia de las chicas que pude escuchar cotillear poco disimuladamente, mientras me escrutaban con la mirada. Me empece a sentir desprotegida. Estaba sentada lo suficientemente cerca como para escuchar la música de los cascos del chico que estaba a mi lado. Esa música, esa letra, banda sonora de los momentos tortuosos de muchos, apreté los ojos con fuerza, hacia mas de seis meses que no escuchaba esa canción, el frió empezó a invadirme, a la vez que su letra reproducía escenas de mi pasado dentro de mi mente. - Aaiden, podrías hacernos el favor de bajar esa música espantosa, se escucha en toda la clase y podrías asustar a nuestra nueva integrante. El profesor hablo después de 15 minutos de clase en los que apenas había prestado atención. Aaiden como al parecer se llamaba el chico junto al que me había sentado, no parecía haber escuchado nada de lo que le había dicho aunque se quito los cascos al ver como todos lo miraban acusadoramente. Fue entonces cuando pareció percibirme por primera vez. Me observo unos instantes de arriba abajo, sin mucho interés. Cruzamos nuestras miradas apenas unos segundos, lo suficiente como para notar una sombra oscura al fondo de estos, una sombra llena de sentimientos contenidos. Los ojos de una persona que sufre. - Bullet for my valentine son mejores que bmth. Susurré unos segundos antes de que volviera a ponerse los cascos. Era guapo y supe que  escondía muchos secretos tras esa actitud impasible. 



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