-"Ya no importa"- pensé.-"Tan sólo cierra los ojos"....
[...]
Desperté exaltado, al parecer había caído ante el sueño durante el viaje de lo que alguna vez conocí hacía la completa tiniebla. Ignoré las burlas de los otros jóvenes cerca mío por mi torpeza al dormirme en público.
Al quedarme dormido mi libro de lectura cayó al suelo. Lo levanté, guardé y acomodé mis anteojos. Este viaje si que era pesado. Nunca había viajado a este lado del país.
Miré por la ventana las montañas que nos acompañaban a los alrededores de nuestro trayecto. El mundo cambiaba, las personas cambiaban. Pero las montañas parecían ser las mismas de siempre. Cómo si el tiempo se congelara al chocar con éstas.
Me levanté y fui al fondo de la cabina, salí a tomar aire fresco a pesar de que hubiese frío.
Todo se desató en un abrir y cerrar de ojos, la guerra. Todo inició con el atentado en Sarajevo, dónde fue asesinado el Archiduque junto con su mujer. Mi padre fue a esa guerra a combatir ¿para qué? Para nunca regresar. Es absurdo, la guerra es absurda.
Al principio creí estar en lo correcto al venir aquí, pero ya me estoy arrepintiendo al estar en este tren rumbo ¿a dónde? A algún lugar sin retorno, dónde probablemente muera. Todos allá adentro aún siguen motivados, tienen muchos deseos de pelear. La Primera Guerra no trajo nada bueno ¿Qué necesidad había de hacer otra? Lo único que trajo fue trabajo para las mujeres gracias a la escasez del hombre y 8 500 000 muertos, sin contar desaparecidos. Nos culparon por los daños y el conflicto armado por medio del "Tratado de Versalles" que no tardó en ser mandado por un tubo por Adolf Hitler.
-Hey niño, ¿cuántos años tienes?- preguntó un hombre de entre 40 o 50 años. Su cabellera sucia, dorada, adornada con canas. Poseía barba y sostenía una pipa en su mano, se encontraba enfrente mío, en la otra cabina.
-17- contesté.
-¡Es una barbarie absoluta!- exclamó.- Mandan niños a la boca del lobo.- Dijo mirando a otro lado, con una sonrisa de decepción en los labios, de no creerlo.
-De hecho, todos allá adentro somos voluntarios- comenté.
-Pequeños ingenuos, ¿Acaso no saben que van a morir?- dijo entre dientes, no sé si su intención era que no escuchara bien, pero de cualquier manera escuché perfectamente.
No sabía qué contestarle, ni siquiera sabía si debía contestar o no a su pregunta tan cierta. No quería decir nada inapropiado o inmaduro puesto que, se supone que soy todo un hombre ahora. Aunque, no puedo evitarlo, por más que quiera aparentar todavía tengo torpeza juvenil, todavía sigo siendo un niño.
-¿Cuál es tu nombre, muchachito?- me preguntó mientras encendía su pipa cuidadosamente, evitando que la ventisca de invierno lo apagara.
-Bernard Becker, ¿y usted?- pregunté.
-Mi nombre es Egbert Hoffmann- contestó el hombre al tiempo que colocaba la pipa en su boca.
El viento soplaba mucho, hacía bastante frío. Tanto frío, creo que olvidé el motivo por el cuál salí.
-Deberías volver adentro Becker, no es bueno enfermarse en medio de la guerra.- Comentó el señor Hoffmann sin sacarse la pipa de la boca, él la cubría con sus manos para que no se apagara.
-Gracias por el consejo señor Hoffmann, pero prefiero estar un rato más aquí afuera.- Dije.
-Esta bien muchacho, te deseo mucha suerte.- Fue lo último que dijo el señor Hoffmann antes de volver a entrar a la cabina.
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Un soldado más....
Historical Fiction-"Ya no importa"- pensé.- "Tan sólo....cierra los ojos".... portada hecha por: DayDream2021 #ConcursoDiamondLightning