-Capítulo 2.-

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-Mila. –La llamó dudosa, pero tratando de sonar siempre tranquila, la chica solo hizo un ligero sonido mientras comía, haciéndole entender que estaba escuchando. –Iré al centro comercial en un rato ¿No te gustaría acompañarme?

Dejó de comer rápidamente y miró a su madre con el ceño fruncido, sabía que esa petición no era así por así, su psicóloga tuvo algo que ver, quizá fue eso lo que quería hablar con su madre cuando la mandó a llamar unos momentos a solas. Pensaba Camila mientras no le despegaba la vista a su madre. Pensó negarse, pero su mamá tenía una sonrisa llenísima de esperanza a que su respuesta fuese un “Sí” se notaba también en el brillo de sus ojos. Sabía que lo hacía por ella, porque quería que llevara una buena vida, y no porque fuera una carga, para nada, Camila jamás era obligada a nada, y quizá más de una vez se aprovechó de eso, pero sabía que si se negaba, arruinaría todas las esperanzas que su querida y adorada madre tenía en ella en esos momentos.

Lo pensó y lo pensó mil veces más, finalmente suspiró.

-Iré contigo. –murmuró sin tantos ánimos. Su madre sonrió ampliamente al escuchar eso, tuvo que contener su alegría para no comenzar a saltar por todo el lugar.

-¡Te compraré lo que quieras! ¡Gracias hija! ¡Muchísimas gracias! –decía con una enorme sonrisa en su rostro, Camila sólo agachó su cabeza y su mirada se fijó en el plato que tenía en la mesa. –Voy a ir por mis cosas.

Cuando se quedó sola finalmente, comenzó a sudar helado, los nervios la invadieron, sentía que su estómago se hacía cada vez más pequeño ¡Qué había hecho! ¡Había aceptado salir de su tranquila y segura casa! Y a un lugar donde, la tranquilidad ¡No era común! Subió a su habitación para cambiarse de ropa, claro, se pondría sus botas y llevaría con ella el suéter que su madre le había regalado días antes.

Al fin salieron hacia su auto, Camila estaba realmente intranquila en esos momentos, el centro comercial no quedaba tan lejos de su casa, pero usaban el auto para cargar los comprados que posiblemente realizarían, veía por la ventana tratando de relajarse, pero le era imposible, no quería parecer así frente a su madre, pues no quería asustarla, le rogaba al cielo que no tuviera un ataque de nervios a mitad del centro comercial ¡Demonios! Tantas cosas malas que pasaron por su cabeza en ese momento.

Finalmente llegaron al estacionamiento del centro comercial, Camila suspiró fuertemente antes de descender de él junto a su madre. Tomó de su brazo y sin moverse observó el enorme lugar, con muchísimo pavor.

Su madre tomó su mano, sabía que no la estaba comenzando a pasar del todo bien. -¿Entramos? –preguntó, Camila asintió lentamente, aunque en realidad quería salir corriendo de ahí.

Aunque Camila la mayoría de veces pensaba que su madre la veía como si fuese una niñita y no una “Mujer adulta” esta vez le valió un carajo y tomó la mano de su madre como si se le fuese ir la vida en ello. Entraron al lugar y Camila quedó maravillada, miraba cada parte del lugar, escuchaba un sinfín de sonidos provenientes de varios lugares, observaba a la defensiva a cada persona que pasaba a su lado sin ninguna mala intención, pero ella y sus nervios le hacían pensar otra cosa.

Tantos años que había dejado de estar cerca de tantas personas, y pensar que antes, adoraba estar metida ahí.

Sinu no quiso seguir avanzando, hasta ver que su hija se había acostumbrado un tanto de aquel bullicioso lugar. Luego de unos eternos minutos, Camila comenzó a caminar, pasos cortos y temerosos, Sinu sonrió al ver esa iniciativa y la guió hasta la que sería la primera parada, el supermercado, Camila seguía sus pasos silenciosamente, como si fuese un militar en guardia, miraba las góndolas, varias personas se acercaban a Sinu para saludarla, supuso que eran sólo conocidos del lugar o personas con las que solía toparse cuando iba a hacer las compras

-Who Are You?- Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora