-Capítulo 11.-

145 17 1
                                    

-¿Cómo estás hoy Camila? –Preguntó mientras se notaba que dibujaba garabatos en su libreta, como cada jueves.

Camila pensó durante varios segundos. –Bien.

La psicóloga solo asintió y comenzó a hacer anotaciones, era una típica pregunta, nada del otro mundo. O eso pensaba Camila. Normani veía la evolución de Camila, ya que con esa pregunta obtenía siempre un encogimiento de hombros, y ahora obtenía una respuesta verbal.

Recordó lo que Sinuhe le había dicho que por primera vez después de tanto tiempo había recordado la navidad y que incluso, regaló algo.
Así que decidió tocar un poco ese tema.

-Y dime Camila. ¿Has intentado hacer algo nuevo en estos días? No lo sé, siempre hay una primera vez para todo.

Camila se quedó callada por unos momentos, Normani sabía que Camila tenía algo que decir, se notaba.

-Cantar. –dijo después de unos largos minutos de silencio.

-¿Cantar? Vaya, eso es impresionante. Debes de tener una hermosa voz.

Después de la sesión, Sinuhe pasó a hablar con Normani, pues estaba preocupada por el ahora bajo rendimiento académico de la morena.

-¿De qué te preocupas? Eso es lo más normal.–Decía sonriente. –no solo es bueno, es perfecto. Mira, Camila no tenía otra cosa en que pensar y por ende se metía de lleno a sus estudios, pero, como ahora no les brinda su atención completa, eso quiere decir que está interesada en algo más. Es una típica etapa de los adolescentes, de no haberse enfermado, hubieras tenido que soportar esa etapa desde sus 15 años y, de seguro ya te hubieras vuelto loca. Así que es algo común y corriente, siéntete feliz por tu hija.

-Supongo que tienes razón. Pero ya sabes, no puedo evitar preocuparme.

-Tranquila que para eso estoy aquí. Por cierto Sinuhe. –interrumpió un momento antes que ella saliera de la sala. -¿Sabes algo de alguna canción?

…..

Camila no podía creer lo que estaba viendo. Su sonrisa floreció al cruzar aquella puerta del local, y ni siquiera se había dado cuenta de ello. Su mirada estaba puesta fijamente en aquella chica como todos los sábados. Pero este día era distinto, había un cambio que hacía sentir a Camila dichosa y feliz. Lauren, esa perfecta pelinegra, estaba usando el suéter que le regaló una semana atrás. Estaba arreglando un desastre de papeles sobre el mostrador, pero a pesar de eso lucía bastante despreocupada. Estar de buen humor y sonriente parecía ser algo normal en ella. Se acercó hasta ella aún con la estúpida sonrisa de niña enamorada. Pensó que quizá ese era el momento de que fuera ella quien rompiera el hielo con una broma.

-Bonito suéter. –Dijo sin poder evitar poner un poco de timidez en su comentario.

-Gracias, me lo regaló alguien importante para mí en navidad. -Camila no podía resistir con tanta ternura en sus palabras. –Ven, vamos, hay chocolate caliente en la cocina.

Una vez estando en la cocina, ambas sostenían una enorme taza con chocolate caliente. Estaba realmente delicioso. Lauren se había sentado en el mueble al lado del microondas, y Camila frente a ella sentada en una silla. A Lauren le estaba gustando empinar bastante su taza para que quedara un bigote de chocolate por encima de su labio, y luego lamerlo. Sólo porque le gusta ver como Camila se divertía con eso.

-Sabes algo…-Dijo cortando el silencio nada incómodo que había. –quise ponerme el suéter desde el momento que me lo obsequiaste, pero pensé que habría problemas por la camisa del trabajo y eso, pero hablé con mi jefe y me dijo que no había problema.

-Who Are You?- Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora