- Epílogo.-

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Lauren tuvo que continuar con su vida. Pero eso no quiere decir que había olvidado a Camila, no, eso es lo que menos pasó.

Terminó sus estudios en México, no soportaba estar en Miami.

Habían pasado ya 8 años, la pelinegra contaba con 28 años, por casualidad, fue a toparse en la universidad con nada más y nada menos que con
Sofía Cabello, la hermana mayor de Camila. Ella estudiaba economía, la castaña lo que quería era conquistar a Lauren, a ella no le interesó, más cuando supo que era hermana de Camila, fue peor, ella comprendió y desistió a sus ideas. Quedaron como amigas.

Se iba de Miami para alejarse de todo esos lugares que caminó al lado de Camila, pero llega a México y se topa con su mismísima copia ¿Esto era algún juego de ella mandado desde el cielo?

Cuando Lauren se graduó de psicóloga, no sabía qué demonios hacer, sabía que si no buscaba algo que hacer en México, tendría que regresar a Miami. Y eso, eso no era ninguna buena opción.

Una tarde mientras tomaba café al lado de Sofí, se le ocurrió la mejor idea de todas, se la hizo saber a la castaña y ¡Por supuesto que estuvo de acuerdo! Desde ese momento, pasaron de ser más que amigas, a socias.

-¡¡Sinuhe!! Qué gusto me da verte por acá. –Dijo alegre mientras abrazaba a la mujer.

-Mira que grande estás. –Alagó a la pelinegra.
Escuchó unas risas al fondo y sonrió disimuladamente. –Lo estás logrando de nuevo con ellos ¿Verdad?

Lauren sintió un poco de orgullo al escuchar eso.–Supongo que sí. –se encogió de hombros, Sinuhe sonreía.

-A Camila le hubiera encantado estar aquí contigo, pero, te puedo asegurar que ella está viendo lo que haces y así como yo, ella está igual de orgullosa de ti. –Acarició las mejillas de Lauren mientras la miraba fijamente a los ojos.

-Gracias Sinu. –Murmuró. Ella se había convertido prácticamente en su madre adoptiva, y pensar que en algún momento pudo convertirse en su suegra…

-¡Mamá! –gritó Sofí casi corriendo hacia donde estaban ellas, para tener más de 32 años, actuaba como una chiquilla.

-Hola cariño. –Lo recibió su madre feliz, tanto tiempo que pasó sin verla, ahora por Lauren lograba verla casi a diario.

¿Cuál fue la grandiosa idea que Lauren tuvo en aquella cafetería? Bueno, mientras conversaban de nada interesante junto con Sofí, la última sonrisa que obtuvo de Camila llegó a su mente así por así. También recordó cuando cantaron a todo pulmón en aquel depósito, entonces, sabía que lo tenía que hacer. Abrir una fundación para niños con el mismo trastorno que Camila tenía, niños como Camila que, a pesar de tener millones de psicólogos no avanzaban y se estancaban.

Sabía que sería algo difícil hacerlo ella sola, pero lo haría, costara lo que costara. Sofí se convirtió en su ayudante con las finanzas y co-fundadora de la fundación, Lauren capacitaba a muchas personas a diario para que siguieran los pasos que ella hizo con Camila, la regla principal era “No los vean como si fueran bichos raros, véanlos, como si fueran gente común y corriente.”

Y así lograron comprar un lugar en medio de la ciudad de México, no, no volvería a Miami, ni loca. Lo pintaron, lo adaptaron lo más que pudieron al tema de lo que atenderían, era como un colegio. Con la diferencia de no haber ninguna materia más que conversar.

-A Camila le hubiera agradado esto, ya que no tendría que leer literatura e historia. –murmuró sonriendo levemente mientras caminaba por uno de los salones que por el momento estaba solo.

Era un lugar con precios accesibles, sería muy raro encontrar a alguien en México que no tuviera los recursos para poder llegar, de todas formas, una vez al mes hacían campañas gratuitas y regalaban tratamientos para varios niños y niñas, también, adolescentes.

Tenía el apoyo económico de otras fundaciones aledañas a la suya, así que todo marchaba de maravilla, esa idea surgió cuando Lauren tenía 25 años, y luego de tres años de funcionamiento, era un lugar de los más solicitados, tanto, que tenían que conseguir un segundo lugar para ponerlo en uso y no saturar el otro. La gente llegaba de todos lados del mundo, así que Lauren tenía que conseguir personas que hablaran varios idiomas para poder atender a los extranjeros.

En Miami Lauren y Sofí eran unas heroínas, sus apellidos eran reconocidos ahí. Normani y Dinah se unieron a ellas, querían ayudar utilizando el método que Lauren impartía, ellas eran las mejores testigos que, era todo un éxito.

-Lauren. –Dijo una vocesita varonil a sus espaldas. Lauren volteó y bajó su mirada topándose con un pequeño castaño.

-¿Pasa algo cariño? –Le preguntó dulcemente poniéndose a su altura. Él fue su primer paciente, no veía a ningún niño más que no fuera a él.
Después de tantos meses, el chico tenía un enorme avance. Lauren se sentía bastante orgullosa de él.

-Dibujé algo. –Dijo serio. –Para ti. –Agregó. Sacó sus manitas de su espalda y en ellas sostenía un papel.

-¿Es para mí? –Preguntó sonriente la pelinegra, el pequeño asintió y le extendió el dibujo, Lauren lo tomó y lo observó, sonrió de oreja a oreja. Era un dibujo de ella y él tomados de la mano, y arriba el pequeño había puesto “Gracias Lauren” las lágrimas salieron de sus ojos casi sin su voluntad. –Es un bonito dibujo. –Informó mirando al pequeño. –Gracias Harry ¿Puedo darte un abrazo?

El pequeño no dudó ni un segundo en responder. –Sí. –se acercó a ella siempre con un poco de temor y extendió sus bracitos para fundirse en un abrazo con Lauren.

Y pensar que ese chico británico no decía ni pío cuando llegó, le recordó a Camila, quizá por eso le tomó cariño y se empeñó en ayudarlo. Ambos salían a caminar por las calles mientras Lauren le hablaba estimulándolo. Poco a poco él comenzó a hablar.

Pero lo que más utilizaban en la fundación era, la “terapia musical” como Lauren le había bautizado. Consiguió músicos independientes quienes encantados aceptaron ir y ayudar, cuando las cosas iban bien, se podían escuchar varias voces cantando al mismo tiempo, como que fueran un coro. A Lauren se le alegraba tanto el corazón cuando eso pasaba.

-Camz, cómo te extraño. –murmuró volviendo a quedar sola en el salón, tomó su bolso y se tiró al suelo, de él sacó algo, nada más y nada menos que el suéter anaranjado que Camila le regaló. –Aun lo conservo. –Sonrió mirando el grueso suéter. –Cómo me gustaría que estuvieras aquí. –Fue lo último que dijo antes de abrazar fuertemente el suéter mientras sonreía, una lágrima corrió por su mejilla. Pero fue la única.

La fundación “Música por sonrisas para niños y adultos con trastornos sociales” funcionaba al 100% en sus dos edificios, próximamente se expenderían hasta Miami, de ahí se encargaría alguien de confianza, esa sería Sinuhe.

Quizá Camila no estaba a su lado físicamente, pero sí lo estaba en alma. Lo sabía, sabía que cada paso que daba, Camila iba a su lado y así seguiría siendo hasta el final de los días. Porque Camila no tiene miedo ¿Saben por qué? Porque Lauren confía en ella.

Fin.

-Who Are You?- Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora