Cuando me despierto a la mañana siguiente, siento un dolor de cabeza parecido a los que se producen tras una larga noche tomando alcohol. He pasado la mayor parte de la noche pensando en que le diré a mi yo de esta dimensión para que pueda unirme a los Vox, pero lo ocurrido con Elizabeth me distraía. Al final, decidí quedarme tumbado en la cama pensando en sus labios hasta que me dormí.
Me siento confuso y desorientado pero igualmente bajo al salón. Escucho risas en la cocina y me dirijo hacia allí; Robert, Rosalind y Elizabeth están sentados a la mesa mientras desayunan. Mi estómago ruge ante el olor y los tres se giran hacia mí; Elizabeth baja rápidamente la mirada y las mejillas se le encienden. Me siento frente a ella en un incómodo silencio.
-Buenos días- dice Rosalind- ¿Has dormido bien?
-Pfft- digo a modo de respuesta mientras tomo una tostada.
-Está bien- interviene Robert- os queremos mostrar algo. Cuando termines de desayunar, ven al recibidor- dice girado hacia mí.
Aparentemente, he llegado tarde ya que han terminado sus platos y se levantan para recoger los desperdicios. Cuando Elizabeth se levanta, le agarro la muñeca y le suplico con la mirada que se quede. Rosalind y Robert comprenden nuestras miradas y salen de la habitación. Elizabeth se vuelve a sentar con la mirada fija en la mesa. Un incómodo silencio se forma entre nosotros y hace que un nudo se forme en mi estómago.
-Lo siento- susurro mirando a mi casi intacta tostada. Ante esto, ella levanta su mirada rápidamente.
-¿Por qué te disculpas?
-Está claro que anoche hice algo que te molestó y me arrepiento de haberlo hecho.
-No estoy enfadada, Booker. Es solo que tu eres mayor que yo y yo no... soy... sé...- gesticula con las manos tratando de encontrar la palabra correcta- No importa. Vayamos a ver que nos quieren enseñar- acto seguido, se levanta y sale de la cocina antes de que pueda replicar.
La sigo y me reúno con los tres en el recibidor. Los gemelos nos conducen a una sala donde hay una extraña silla llena de cables que se conectan a una pantalla sobre la pared. Al lado de la silla, sobre una mesa, reposa un pequeño casco metálico con luces que parpadean.
-Bienvenidos a La Sala del Recordatorio- anuncia Robert con una gran sonrisa y extendiendo los brazos mientras señala alrededor.
-Dios, Robert, eres tan presuntuoso- replica Rosalind mirándole con los ojos entrecerrados.
-Oh, vamos. Estas molesta porque esta vez es mi experimento el que ha funcionado y no el tuyo- le levanta la barbilla y con una pícara sonrisa añade- siempre hay una primera vez.
Rosalind aparta la mano bruscamente y se dirige a la otra parte de la habitación, claramente enfadada, a revisar unos tubos de ensayo. Robert se acerca a nosotros, toda diversión borrada de su rostro, y nos explica:
-Rosalind y yo hemos estado varios años investigando una forma de poder devolver los recuerdos a una persona de manera más rápida que de forma natural, ya que nos hemos encontrado con un elevado caso de personas que han perdido la memoria al viajar por desgarros. Afortunadamente, hemos sido capaces de crear una poción que ayuda a recuperar los recuerdos casi al instante. Y lo mejor- se acerca al casco metálico que parpadea y lo coge- es esto. Todavía no le he puesto nombre. Mediante este casco, podemos ver a través de aquella pantalla los recuerdos de cualquier persona.
-Ajá- replico con poco entusiasmo- ¿Y por qué nos cuentas todo esto?
-Porque vamos a ver los recuerdos de Elizabeth- responde en un tono de voz que indica que la respuesta es obvia.
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Desgarros en el tiempo
FanfictionBooker DeWitt nunca ha tenido suerte en la vida. Tras participar en la Batalla de Wounded Knee a la edad de 16 años, se traslada a otra ciudad con la intención de olvidar el pasado. Pero allí se econtrará con problemas más graves que los vividos has...