Ava sintió cómo su hijo bajaba las escaleras de salto en salto mientras, seguramente, jugaba con su caballo de madera con ruedas. Suspiró con tristeza y miró a Greer. Habían decidido pasar esa semana en Londres para el cumpleaños de Phoebe y esperaban que se comunicara con ellas después de casi un año y medio. Greer la miró con duda y relajó el gesto al comprender por qué su prima se encontraba así.
—Sigues teniendo esperanzas, ¿no es así? — preguntó con cierto aburrimiento en su voz — Quizás esté muerta, Ava. No tenemos un seguro de cómo está...
—Siento que ella está viva, en algún lugar... Estoy convencida — respondió con seguridad.
—Deberías ser realista. Si no se ha comunicado con nosotras desde que se marchó es por algo. Ambas sabemos que nunca dejaría de hablarnos sin razón alguna — comentó Greer mientras se levantaba para dejar su taza sobre la mesita de café.
—Quizás tengas razón, pero sigue siendo mi hermana — ambas suspiraron en el momento en que el timbre de la puerta sonaba. Una de las sirvientas fue a abrir la puerta y apareció pocos segundos después.
—Señoritas, tienen visita, ¿les hago pasar? — preguntó la muchacha con la cabeza gacha.
—Sí, Mildred — contestó Ava asintiendo — Cómo desearía que fuera Phoebe... — suspiró apesadumbrada mientras contenía las ganas de llorar.
—¿Por qué no dejas de lamentarte y me abrazas? — preguntó Phoebe poniendo los brazos en jarras con una sonrisa socarrona.
Sus sobrinos, su prima y su hermana se levantaron de inmediato abrazándose entre lágrimas. Ava apenas pudo apartarse de su hermana durante cinco largos minutos, mientras que Greer lloraba a moco tendido cogiendo sus manos con ilusión. Hacía tanto tiempo que no veía a Phoebe, y además estaba bellísima. Parecía la mujer más feliz del mundo.
—Maldita, Phoebe. Pensábamos que te había pasado algo — intentó verse enfadada, pero falló a los pocos segundos volviendo a abrazarse a ella, llorando — Dios santo, no me creo que estés aquí — se apartó para observarla y la hizo dar vueltas — Estás preciosa, hermana mía... Todos los hombres andarán detrás de ti — todas rieron — Y dime, ¿has conseguido ya un marido? — el rostro de Phoebe cambió drásticamente convirtiéndose en una máscara seria.
—De eso hemos venido a hablar...
—¿Hemos? — preguntó Greer frunciendo el ceño.
—Em... yo... — se giró y se detuvo en el umbral de la puerta del salón, indicando con una mano a alguien que pasara — Hemos venido a hablar largo y tendido.
Percy y Zev entraron en la sala junto a Celine, Angelica y Belladona. Ava sintió su cabeza dar vueltas al ver al conde de Summerfield cargando un bebé con el rostro de él y los ojos de su hermana. Y de repente lo sintió todo negro. Greer y Phoebe la cogieron a tiempo de que cayera al suelo y, con ayuda del conde, consiguieron tumbarla en el sofá grande mientras la humedecían el rostro y la daban aire junto a pequeños toquecitos en las mejillas. Greer comenzó a exasperarse mientras su prima intentaba despertar a Ava.
—¡Ay, Dios mío! ¡¿Pero cómo se te ocurre?! — gritó mientras se dirigía a por más trapos a la cocina.
Ava comenzó a abrir los ojos mientras observaba a su hermana suspirar.
—Ay, Phoebe... he soñado una cosa muy rara — se sentó lentamente y comenzó a jadear de la sorpresa de ver a su hermana de nuevo tras año y medio — Tú te habías casado y tenías un hijo y... era con el conde y... ha sido una cosa muy rara.
—Verás, parte de ello es verdad — Ava agrandó los ojos con exageración y se abanicó con sus manos mientras negaba — La parte del bebé es verdad pero la del marido... es por eso que venimos a hablar con vosotras... — dijo la joven mientras se sentaba lentamente en el suelo.
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La Modista
RomancePROHIBIDA LA COPIA O ADAPTACIÓN. OBRA REGISTRADA. Cuando Phoebe pensaba que la vida no podría irle peor, pierde su taller de costura por una falsa denuncia. Sin trabajo, sin casa y con poco dinero, se ve obligada a buscar un trabajo de sirvienta, au...