Historias de Hogwarts II: el Volumen

5. Últimos preparativos

Cassie cogió dos sillas del comedor y las instaló a ambos lados del sofá. Si Megan hubiera sido mayor de edad, las habría traído por medio de la magia. Estaba claro que hacer ese tipo de cosas estaba relacionado con la convivencia muggle. Luego, ella se sentó en una de las sillas al tiempo que agarraba una taza de chocolate. Pero la taza estaba tan caliente que tuvo dejarla rápidamente de nuevo en la bandeja.

- Será mejor que esperéis un poco, ahora mismo está un poco caliente. – la señora Prince miró a su hija con cierta represión, aunque su tono seguía siendo dulce. – Hay cosas que nunca cambian. – añadió con una sonrisa.

Madre e hija se parecían asombrosamente: el mismo color de pelo, la misma piel de tono muy blanco... lo único que Cassie no había heredado de su madre era el color de ojos. Ella los tenía de un celeste muy claro, y la señora Prince los tenía oscuros.

- Hablando de Jake Blake, ¿eh? – preguntó Cassie mirando a las tres muchachas, que se habían quedado mudas en el sofá ¿Desde qué parte habría empezado a escuchar la conversación?

- Sí, bueno... - se atrevió Adela. – Era nuestro profesor de Alquimia y parece ser que ha desaparecido. Estamos preocupadas, no sabemos cómo va a ser el profesor de este año...

- Pero ya sabéis que Jake no es un profesor de Alquimia, sino un auror – Cassie no les hablaba con reproche. – Aunque por lo que he escuchado, parece que no tenéis demasiada confianza en él.

- Usted debe comprender que desconfiemos del señor Blake. – dijo Alice intentando sonar segura. - Todas las cosas que sucedieron en Hogwarts, sus trabajos secretos, sus ataques de pánico...

- Pobre Jake. – comentó Cassie cogiendo de nuevo la taza de chocolate. Esta vez no quemaba. Adela también cogió una para ella. – Lo ha debido de pasar realmente mal por culpa de la Resistencia.

- Cassie... - le alertó su madre. – No sé si es buena idea que hables sobre el trabajo delante de estas niñas.

- Por favor señora Prince, - dijo Alice intentando no sonar muy suplicante. – precisamente nos hemos reunido para hablar sobre este asunto. – bajo la cabeza un tanto avergonzada. - Fuimos nosotras la que encontramos su nota de despedida – levantó la cabeza para mirar a Cassie. Esta soltó la taza de forma brusca en la bandeja y fijó toda su atención en las chicas.

Alice comenzó a relatarle todas las experiencias que habían vivido con Blake, desde el inicio del Proyecto Décima hasta su desaparición. Le contó incluso la incursión de Adela y Sam a los recuerdos de Blake, la primera vez que habían sabido de la mujer de pelo rojo; y todo lo que habían estado hablando hasta antes de que Cassie apareciera.

Adela añadía algo de vez en cuando que Alice se dejaba algo atrás; sin embargo, Megan no parecía muy convencida. Su abuelo no estaría nada orgulloso del comportamiento que estaba teniendo. Revelar todos aquellos secretos a dos desconocidas... eso nunca era buena idea.

La señora Prince se llevaba la mano a la boca de vez en cuando, pero Cassie estaba totalmente inmóvil. Megan se dio cuenta de que se había puesto muy tensa, por su expresión parecía estar atando cabos. Apoyó su espalda en la silla y cruzó las piernas mientras miraba el techo con el rostro pensativo.

- Muchos creyeron que la Resistencia había desaparecido para siempre. – dijo. – Entre ellos mi marido, Vic, que es auror como yo.

- Un momento – dijo Megan de pronto. Era la primera vez que hablaba desde que había llegado Cassie. – Su marido no será Vic Quaid por casualidad ¿no?

- Justamente ese.

- Es el guarda de mi abuelo. Lo conozco desde que soy pequeña.

- ¿Eres una Bennet? – se sorprendió Cassie. – Vaya, que casualidad... Si... - añadió rascándose la barbilla. – Mi marido me ha dicho en varias ocasiones que Robert tiene tres nietos, dos chicos y una chica... Megan Bennet, es curioso.