Capítulo I

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¿Crees en el amor a primera vista?, ¿crees en el destino?, ¿podemos elegir a quien amar?, ¿podemos decidir cuánto tiempo va a durar el amor?, ¿podremos predecir qué es lo que sucederá en nuestras vidas? Nadie sabe qué es lo que va a pasar en el futuro, lo único que podemos hacer es vivir el momento con la esperanza de que durará para siempre.

Luhan no tenía mucho, pero estaba conforme con lo que tenía, sonriendo en cada día como si fuera el mejor de su vida; vivía en Beijing, en una modesta casita para dos personas en la que acabaron viviendo tres. Por las mañanas estudiaba Arquitectura en la Universidad de Beijing y por las tardes trabajaba en un café-bar como mesero para ayudar con los gastos de su hogar. Algunas noches cantaba en el grupo que formó con sus amigos y conseguía un poco de dinero extra.

Hacía un par de meses que Luhan sentía que su vida no tenía nada de emociones, que todos los días eran iguales, que la vida no le traía nada nuevo ni nada bueno, pero ese día sería especial porque cambiaría todo sin que siquiera lo hubiera imaginado.

—Hijo, levántate, se te va a hacer tarde para ir a la universidad.

—Ya voy, mamá —le respondió adormilado Luhan.

—Si no te apuras no llegarás a tiempo ni saltándote el desayuno —le dijo su madre mientras le trataba de quitar las sábanas con las que se cobijaba.

—Bien, mami, ya voy —rápidamente Luhan se levantó de su cama y se fue a cambiar, tomó su desayuno y el lunch que su madre le preparó, se despidió de ella con un beso en la mejilla y salió corriendo directo a la estación.

Con la respiración agitada de tanto correr y con los finos cabellos revueltos, Luhan llegó hasta la estación atestada de gente. No se tomó el tiempo de acomodar su sudadera en su lugar ni de secarse el sudor que se le formaba en la frente, en su lugar se concentró en sortear a las personas hasta subir al subterráneo. No podía perderse su primera clase. Al cruzar las puertas soltó un suspiro de alivio al verse adentro del transporte. Bien, lo había hecho. Estaba a tiempo aunque con el estómago muy vacío. Alguien más entró justo detrás de él, empujándolo levemente. Luhan se giró y no pudo más que sorprenderse con lo que encontró. Era un chico, agitado como él mismo —seguro también andaba tarde—, pero la diferencia entre los dos bien se le antojaba abismal a Luhan. El desconocido, alto, estilizado, pero despeinado y cansado, lucía como sacado de algún anuncio publicitario de una marca de ropa. No era sólo el porte ni su presencia, sino que también su rostro era impresionante: delgado, de rasgos finos y atractivos. Unos oscuros ojos cautivantes completaban el cuadro. Luhan casi se sintió sin aliento y por el resto del camino no pudo despegar su vista de él aunque lo intentara. Aunque, la verdad, no lo estaba intentando demasiado, en su lugar y con cada vistazo que se robaba de él, se puso a imaginar cuál sería su nombre y cómo se vería sonriendo.

Los minutos pasaron tan rápido para Luhan que si no fuera porque el chico se bajó en la misma estación que él, hubiera seguido en el subterráneo sin un rumbo más que el que siguiera ese hermoso chico desconocido; ya en la estación trato de seguir su rumbo con la mirada pero el chico caminaba muy rápido y había siempre tanta gente a esa hora de la mañana que de un momento a otro lo perdió de vista.

—¿Qué pasa contigo Lu? ¿Por qué estás tan pensativo? Pareciera que vienes dormido y aquí el único que siempre lo parece soy yo —bromeó alegremente su mejor amigo Yixing cuando vio a Luhan llegar sin percatarse de su presencia.

—¿Qué? Ah perdón, estaba pensando en.. Alguien —respondió Luhan un poco ruborizado y tiernamente.

—¡Te has ruborizado! ¿Quién? ¿Quién es? ¿Acaso te has enamorado de alguien? —Yixing preguntaba emocionado porque cosas como esa no sucedían muy a menudo en sus vidas.

This love is Unbreakable - HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora