Con Sarah, era tan importante poner atención a aquello que sugería como aquello que decía clara y directamente, y Allyson, afuera de la iglesia, divisando en frente un paraje nevado, dejó que su mente volara, quizá, de más, pero que poco a poco una imagen estaba tomando forma, y teniendo sentido.
—¡Allye! ¿Qué te pasa? —Jake le reclamó, saliendo a su vez, en la búsqueda de la pelirroja.
—¿Dónde está Sarah?
—No te alteres, debe estar ocupada, ya la conoces: la “loca” Sarah desaparece y luego la encontramos con souvenirs de países no-reconocidos.
—Yo sé, pero...¿No lo has pensado, Jake?
—¿Pensar qué?
—Algunas cosas...puede que esté dejando mi imaginación ir a lugares demasiado oscuros, pero podría tener sentido.
—¿Imaginación?
—¿Recuerdas qué te dije que Sarah tuvo una perdida?
—Fue lo de sus peces, ¿no?
—Eso fue...b-bueno, eso fue lo que me dijo.
—¿Cómo qué “fue lo que me dijo”?
—Sarah...Sarah ha estado algo lucida en este par de días. ¿No lo crees? Y luego...el viaje a Israel con abuela.
—Muchos hacen viajes, ¡gran cosa!
—¡También sé eso!
Y en un instante, tantas palabras, tantas pequeñas cosas que dejó ir aparecían frente a ella: esa extraña nueva sabiduría adquirida por sobre aprovechar el momento, disfrutar a quienes tienes y a quienes amas mientras están con uno, el viaje a Israel con su abuela...
—Jake, dejé mi bolso en el salón, ¿puedes checar con tu teléfono algo?
—¿Quieres hacer una llamada? ¿O mensajearle otra vez? —preguntó al tiempo que iba sacando el dispositivo.
—¿Cuáles son las sinagogas más cercanas?
A pesar de que había sido una vida bien vivida, con amigos y amantes dejados en el camino, la congregación reunida para despedir se limitaba a una persona: una nieta, dejada de lado durante años a la que había intentado encontrar, y más vital aún, reconectarse con ella. Una nieta producto de una hija con la que nunca se pudo entender, pero que se había convertido en el sol de su mundo.
Y aunque ya se veía venir por su salud deteriorada, nadie está realmente listo para cuándo lo imposible de evitar finalmente pasa.
—Lastima que nadie más vino abuela —Sarah, con sus hombros y su cabeza cubiertas por una tela negra, tratando de demostrar un decoro y respeto que pocas personas se merecían a su juicio en su actuar normal—, pero...va, ¿a quién engañas? Lo más probable es que estés disfrutando que nadie más allá venido. Nuestra familia siempre fue “especial”, y debes saber a qué me refiero.
Sarah deseaba seguir hablando, aprovechar esa última oportunidad frente a la sinagoga,con el ataúd cerrado contenedor del cuerpo de su abuela, pero por cada palabra luchaba contra tantas emociones que tenía que pausar para obtener el valor de pronunciar sonido alguno de todo.
—Tuviste una vida interesante...y si tengo suerte, mi vida le llegará a los tobillos a la tuya.
No deseaba llorar; había llorado mucho al recibir la noticia, y al pasarla en solitario también. Lo que menos quería era continuar con esa acción, pero su mente se veía bombardeada a cada segundo con recuerdos y memorias. Quizá no tantos como pudieron haber sido, pero si los suficientes para que se quedaran grabados en su cabeza.
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Casarse en Diciembre
ChickLitAllyson Martin es una estudiante de primer año de universidad que sobrevivió al reto más grande de su vida hasta ese momento: el primer semestre. Pero las vacaciones de invierno la llevaran a uno aún mayor: ayudar con la boda de su madre con un viej...