Indigente y Julieta

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Hace ya unas horas que Simón había sido echado, como un perro con sarna al que nadie se quiere acercar, de la mansión de los Balsano pero este aún no había perdido la esperanza. Por nada del mundo se reencontraría con Ámbar con las manos vacías, así que los últimos veinte minutos los ocupo intentando subir de alguna forma al cuarto del ruliento ricachón.

— ¡Simón Álvarez!—alguien con una voz aguda aturdidora le grito, se giró y no pudo creer lo que veían sus ojos: esa era la voz aguda aturdidora del amor de su vida, Luna.

Apenas se volteo a verla, fue distraído por la emoción que lo llenaba y piso en falso, de esta forma cayendo de orto sobre el césped; el cual estaba muy buen cuidado, por cierto.

—Mierda, ¡guitarrista! ¿Estás bien?—Más le vale estarlo—pensó Matteo—no podemos darnos el lujo de que otro cuerpo sin vida sea encontrado en nuestro jardín, con el de la tía Natalie en Navidad fue más que suficiente.

—No contesta. ¡Luna, hace algo! Supuestamente es tu amigo, ¿no?

—Bueno, técnicamente. Es que nos criamos juntos, el me seguía a todas partes y no permitía que otros niños jugaran conmigo. Como resultado, él era mi único amigo así que me dolió mucho dejarlo atrás, pero con el tiempo me di cuenta de que nuestra relación era algo tóxica y que no lo extrañaba a él, extrañaba no estar sola.

—Wow, sabía lo del incesto pero esto ya suena a una obsesión.

— ¡QUE NO SOMOS PRIMOS, WUEY!

— ¡Simón! Mi bro, mi razón de vivir, eres un confidente de todas mis emociones, la causa, la razón de mis canciones, los sueños, la verdad y mucho más, ¡mucho más!

— ¡Basta! Me tienes hasta la coronilla. Primero me robas a mi mujer, haces que rompa nuestra dulce promesa—Luna pone cara confundida—y ahora me robas la canción más tierna y pura que existe. Si sigues de esta forma, ¡provocarás que te rompa la cara!

—Uy, tranquilo amiguito de Luna. Estamos entre amigos acá, ¿no? Digo, esta es mi propiedad y cuando se me cante el orto te puedo echar a patadas así que mejor me bajas el tonito. —le guiña el ojo para concluir su amistoso intercambio con Simón e irse a preparar un café bien cargado, se lo merece.

—Matteo tiene razón, no debes tratarlo así. Además, ¿qué hacías tratando de entrar a su cuarto? Sabía que estabas en situación de calle pero no pensé que estuvieras tan desesperado por salir adelante que recurrirías al robo.

—Es que con Ám— ¡sí! ¡robar! ¡eso es justamente lo que intentaba! Gracias por la excusa, Luna.

— ¿De nada? Creo.

—Bueno, ya que estamos solos mi dulce Luna, desearía que tu estuvieras en el balcón de Matteo, así yo intentaría subirlo una vez más.

—Simón, deja de decir puras incoherencias que no se te entiende una mierda.

—Lo que quiero que comprendas, es que tú eres la Julieta de mi...uh. Sé que el nombre empezaba por I.

— ¿Indigente?

—Sí, tú y yo somos como Indigente y Julieta, nuestro amor es prohibido.

—Pendejo, te referís a Romeo y Julieta y esos terminan muertos.

—Pero juntos, ¿no lo crees?

—No, aléjate de mí. Inhalar tanta coca te jodio el cerebro, mejor me voy con Matteo que tiene heroína, la única droga que vale la pena.

Simón se quedó quieto, mirándola partir y susurro: serás mía, Lunita, lo sé como que me llamo Ámbar Smith, digo Simón Álvarez. 

Amando a un Vagabundo ➳ crack fic ✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora