Capítulo 1

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"...–Nunca pensé que podría llegar a esto, ¿cómo pude hacerlo? Dios, ¡no aguanto más! ¡Si es que de verdad existes ven, muéstrate! Joder. –gritó Kat con rabia, no podía creerse que lo que estaba pasando era real, pero lo era.
Kat se giró en esperanza de que detrás de ella se encuentren policías, bomberos... le daba igual quien sea, con tal de que sea humano. Ella solo quería no sentirse sola en ese momento, quería sentir una piel rozando la suya..."

Años antes.

–Buenos días, ¿usted es...?
–La madre de Katherine Moran, sí, me tenía citada para las once y media. –dijo la mujer con un tono jadeante.
–Ya veo, llega usted un poco tarde...
–Media hora, perdone, tenía trabajo y no podía salir antes.
–Ya... –confirmó la directora– Bueno, ¿sabe el motivo por el cual le he hecho venir?
–¿Drogas? No me diga que mi hija...
–NO, por dios. –dijo sorprendida– A ver, digamos que su hija ha empeorado bastante las calificaciones los últimos meses. Es posible que tengamos que tomar medidas.
–Ah. ¿Por ejemplo? –preguntó un poco más tranquilizada.
–Es posible que Kat esté necesitada de clases particulares.
–Pero... El tema de pago... –la mujer se quedó dudando– No lo llevo muy bien.
–No, no se preocupe por eso, hay asociaciones que, ya sabe, proporcionan clases particulares gratuitas y varias actividades más. –insistía mientras le iba acercando el papel con información adicional.
–Bueno, si cree que le servirá de ayuda, adelante.
–Vale, estamos a comienzos del curso y espero que su hija mejore, porque como no lo haga, por mucho que duela decirlo, yo estaría obligada a tomar medidas más drásticas en el asunto. -su tono se volvió más serio, el que provocó que Srt. Moran se tomara más en serio la conversación.
–¿De verdad cree que sería necesario?
–Lo lamento, pero como siga así será inevitable la repetición de curso.

Pasaron unos minutos y la madre de Kat ya estaba fuera del despacho. Se encontraba bastante disgustada por lo que le había comentado la directora del instituto, pero la esperanza no desaparecía.
Margaret se quedó unos segundos delante de la puerta del dicho despacho, luego se fue aproximando lentamente hacia la salida. No tenía prisa, había cambiado su turno, y todavía faltaban varias horas para el comienzo de la jornada.

La mujer estaba pasando por el pasillo, miraba las paredes. Llevaban medallas, cuadros, dibujos... Algo hizo que Margaret se quedara mirando los dibujos. A ella le gusta el arte, desde pequeña dibujaba e iba a colegios de arte, pero el embarazo le impidió seguir sus estudios artísticos por el pequeño sueldo y optó por otras alternativas.
Había alrededor de veinte dibujos, todos eran hermosos. ¿Cómo no iban a serlo? Eran de tercero de la ESO, el curso al que iba su hija.

Margaret trató de leer la hoja de descripción que colgaba a la derecha de los dibujos, pero la letra era horrorosa. Ponía algo sobre el tema y a continuación los nombres de los pequeños "artistas". Entre ellos no estaba Kat, eso le decepcionó, Margaret quería que su hija siguiera los pasos de su madre y acabara lo que ella no logró. La madre, entristecida, siguió caminando por el largo pasillo. De repente, se sintió algo mareada, le dolía el hemisferio cerebral derecho.

«El hemisferio derecho del cerebro está asociado a la creatividad, es la parte del cerebro que se asocia la imaginación, intuición y la percepción tridimensional. Tradicionalmente solemos decir que el hemisferio derecho se encarga de las emociones, y es así, aunque hay excepciones en las que no es el bando físico el que se encarga de la recepción de los sentimientos.»

Margaret se apoyó en la pared que estaba a su izquierda para intentar sostenerse en pie, y le resultó útil, pero no por mucho tiempo. El dolor se hacía cada vez más intenso, parecía como si algo intentara salir de su cabeza y estaba apunto de desgarrar cada una de las neuronas que aún seguían activas después de haber sufrido de alcoholismo. La mujer no aguantó más y fue deslizándose lentamente hacia el suelo hasta sentarse completamente en él. Su frente estaba soltando sudor, sus manos le parecían estar heladas aunque en realidad estaban ardiendo. Intentó levantarse pero sus piernas no podían sostener su peso, parecían estar hechas de algodón, y terminó tumbándose en el suelo, esperando a que pasara alguien para pedirle ayuda, ya que ella no quería molestar a nadie. Sabía que no era nada grave, pensó que igual era simplemente un bajón de azúcar acompañado de dolor de cabeza.

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⏰ Last updated: Dec 29, 2016 ⏰

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