Décima instalación

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~Pov Normal~

En el coche se podía ver a un chico rubio y ojos azules con el ceño fruncido. Desde que ha salido de la escuela hasta ahora, ha estado molesto por culpa de sus dos amigos, Mikuo y Gumi, que no paraban de molestar al pobre y desagradable Len.

Por culpa de ellos dos, él tenía que quedarse hasta las seis y media en el colegio. Tenía que ayudar a la encargada de la biblioteca de la escuela en colocar los nuevos y viejos libros en las estanterías, junto con la peliverde y el peliaqua.

¿Como es que acabaron así?

Pues simplemente, los dos traviesos no paraban de molestar al rubio, también conocido como el príncipe de hielo en los pasillos de la escuela. Entonces, de tantas burlas e imitaciones absurdas hacia el rubio, este último no pudo evitar gritarles con molestia cuando su paciencia se agotó y sus amigos solo fingieron miedo (o no) mientras corrían siendo perseguidos por un príncipe diabólico (eso es lo que gritaban los dos mientras pedían ayuda).

Y claro, de tanta concentración en evitar que el diablo les golpeara. Ambos chocaron con alguien haciendo que cayeran hacia el suelo junto con el sonido de un cristal rompiéndose en pedazos y un líquido marrón se esparciera por el suelo. Len se detuvo al ver con quien habían chocado sus compañeros.

Esa era la profesora de literatura, una de las más estrictas y desagradables de toda la escuela, aparte la más chillona de todos. Una señora que estaba por cumplir los cuarenta y cinco años y que en su cara tenía varias capas de maquillaje un tanto exagerado, haciendo que se escondiera sus arrugas.

La expresión divertida de los chicos que estaban en el piso cambió a una de terror, igual que la de Len, que cambió a uno enfadado y un "acércate a mi y sufrirás las consecuencias" a una igual que el de los dos. Pero no tan exagerada como el de ellos.

Los tres recibieron una reprimenda lleno de gritos de parte de la profesora en medio del pasillo, llamando la atención de todos los que pasaban por ahí. Y como castigo por haber incumplido una de las normas de la escuela (que es correr por los pasillos), se quedarían hasta tarde a ayudar en la biblioteca, más estar medio sordos por los chillidos de desesperación e indignación de la cuarentona.

El auto se detuvo delante de las escaleras que llevaba hacia la puerta de su casa. Unos segundos mas tarde la puerta del vehículo se abrió, dejando salir al rubio. El frío inundo por todo el cuerpo del chico causándole un pequeño escalofrió por la espalda.

Rápidamente Len se dirigió hacia la puerta después de haberse despedido del chófer. Pero antes de que subiera las escaleras, pudo ver un coche color azul oscuro aparcado a un lado de su jardín.

No recordaba tener un modelo como ese en su casa y mucho menos había subido en ella, pero por alguna razón le sonaba de haberlo visto algunas veces en el pasado. 

— Len-sama, si se queda ahí parado se resfriará. — habló una sirvienta que la estaba esperando delante de la puerta.

— Ah, cierto. — subió hacia la puerta dándole un último vistazo al coche azul oscuro para después entrar en ella, seguido por la chica.

— Bienvenido a casa Len-sama. — saludaron los empleados que trabajaban.

— Ya estoy de vuelta. — contestó él, entregando su bolso a la sirvienta que entró con él.

Miró a su alrededor intentando captar a una chica de cabellos rubios cortos con un moño blanco en su cabeza, pero no encontró ninguna.

— ¿Donde esta Rin? — preguntó a uno de los sirvientes que estaba llevando unas sábanas en sus manos.

Mi nombre es... ¿02?Where stories live. Discover now