4.6

61 14 0
                                    

Anna y los demás habían caminado toda la noche sin detenerse, tratando de alejarse lo más posible de Rhor, tal como lo había ordenado Robin. Sus pies ya estaban hinchados y sus piernas más cansadas de lo que jamás habían estado. Anna sabía que sólo podía pedirles a sus chicos un esfuerzo más antes de que simplemente colapsaran, por eso no los dejaba detenerse mientras subían la última colina.

- Vamos chicos - les decía - allá en la cima podremos descansar.

Pero había otra razón para el apuro. Anna quería observar el amanecer desde la cima de la colina y para eso faltaba poco. Cristian ayudaba a los más cansados a dar la última gota de energía. A medida de que iban llegando a la cima, iban dejando sus bolsos y desplomándose sobre el suelo.

- No se queden quietos, - dijo Cristian rápidamente - hidrátense y masajeen sus piernas o tendrán calambres.

Luego, Cristian se acercó hacia Anna y Bastián que observaba los primeros indicios del sol asomarse por el horizonte. La cima de la colina recibía las frescas brisas matutinas pero a ellos parecía no importarle.

- ¿Por qué el apuro? - consultó Cristian cruzando los brazos para protegerse del frío.

- La cima ofrece resguardo, - dijo Bastián - las Bestias no pueden atacar todos los flancos al mismo tiempo.

- Pero no es todo ¿no?, - dijo Cristian mirando a Anna - veníamos contra el tiempo y no habían Bestias siguiéndonos.

- No, - contestó ella un poco ausente - solía cazar con mi abuelo. Siempre partíamos antes del amanecer para observarlo previo a la cacería. Él decía que un amanecer rojo auguraba un derrame de sangre, una buena cacería.

- El oráculo del cazador - dijo Bastián.

- Sí - dijo Anna pensando en Rhor y en Malcom.

- Bueno, - dijo Cristian - éste amanecer no tiene nada de rojo así que supongo que Rhor y nosotros estamos seguros por ahora.

- Eso espero, - dijo Anna, luego añadió - ¿observan ese valle allá abajo? Es el valle Cobayan. Lo atraviesa la ruta 2H, el camino más transitado de las Tierras Abiertas, lo cual confío aleje las Bestias.

- Y confunda nuestro rastro en caso de que nos sigan - agregó la mente cazadora de Bastián.

- Pasando ése valle me sentiré más tranquila - culminó Anna.

- Es un plan, - dijo Cristian - descansen un poco, yo haré guardia.

- Gracias - dijo Anna.

De vuelta en el hotel Spiral, el sol entraba por las ventanas polarizadas de la habitación donde Malcom se hospedaba, lentamente, sin hacer ruido, bañándolo en una cálida luz rojiza.


ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora