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Narra Claire:

Abrí los ojos lentamente... ¿Dónde estaba?
Intenté moverme, pero mis manos estaban atadas al igual que mis pies.

Donde quiera que estuviera, estaba muy oscuro y no podía ver el lugar.

- ¿Hola? - Dije en un tono de voz lo suficientemente alto para que se oyera, aunque no se si arrepentirme por ello...

Nadie contestó, ni apareció.
Busqué mi varita a tientas moviéndome. Lo que sí sabía era que me encontraba en el suelo.
No noté mi varita en el bolsillo, por lo tanto no podía iluminar la habitación...

Un fuerte dolor en la cabeza hizo que cerrara los ojos y soltara sin querer un grito de dolor. Era insoportable... Mi cuerpo se tambaleó y, estando sentada, me caí hacia un costado.

Pequeñas imágenes se me venían a la cabeza, pero eran imágenes tan poco nítidas que no conseguía unirlas para formar el recuerdo...

- ¿Hay alguien ahí? - Hablé de nuevo, pero fue en vano porque nadie contestó.

Narra Draco:

- Papá ahora está ocupado, quédate aquí. - La voz de Bellatrix me habló en susurros y, con un movimiento de su varita, ató ahora también mis pies.

La ví alejarse y acercarse al grupo de Mortífagos, mientras yo estaba atado de manos y pies junto a un árbol.

Estando en lo alto de la colina, se podía ver el castillo de Hogwarts rodeado totalmente por una enorme cúpula transparente.

Ya era de noche, y los mortífagos vestidos de negros daban aún más miedo con la luz de la noche...

Intenté desatarme pero fue imposible, y a lo lejos ví acercarse a un hombre con el cabello largo y rubio. Le reconocí al instante, era mi padre.

- Draco. - Oí su voz. - Lamento que hayas tenido que ver la muerte del querido director de Hogwarts. - Lo miré con asco.

Cuando empecé en Hogwarts (y desde pequeño), lo idolatraba e intentaba imitarlo en absolutamente todo. Era una horrible persona, hasta que comenzó el cuarto curso, donde me enamoré de Claire y cambié notablemente como persona, pues, ¿desde cuándo me importa realmente Dumbledore? ¿Desde cuándo hablaba con "El trío de oro" para pedirles ayuda? ¿Desde cuándo odiaba a mi padre?

- Desátame. - Le dije con voz grave.

- Hijo mío, no puedo hacer eso. - Entrecerré mis ojos.

- ¿Me puedes explicar por qué? ¿Por qué Voldemort si no me matará? - Mi padre se agachó y se puso a mi altura.

- Draco. - Su voz era de enfadado, lo sabía, pero me daba exactamente igual. - Me da igual lo que pienses. Te vas a quedar aquí hasta... - No terminó la frase, pues fue interrumpido por un asqueroso carraspeo detrás suya.

Alcé un poco mi mirada y mi corazón se aceleró viendo a la persona, o mejor dicho, monstruo que se hallaba justo detrás de mi padre.

Vestido entero de negro (dejando sus brazos al descubierto), sin un solo pelo en su cabeza, sin nariz, con la piel más pálida que haya visto jamás, con unas uñas extremadamente largas y negras, Lord Voldemort me miraba con una horripilante sonrisa mostrando todos sus pequeños y sucios dientes.

- Draco Malfoy... - Su voz pronunciando mi nombre hizo que me entraran ganas de vomitar allí mismo. - Tienes mucha suerte de tenerme aquí, delante tuyo... ¿No es maravilloso? - Desvié mi mirada de su cara y cerré los ojos.

Oí unos pasos acercarse y después noté una fría mano darme una sonora bofetada.

- ¡Mírame! - Abrí los ojos muy asustado y ví a Voldemort a centímetros de mí, y a mí misma altura.

Te quiero, No te quiero || HPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora