Capitulo 7

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Maratón 1/3•

En ese momento, el señor Jenkins abrió la puerta y nos invitó a pasar. Su despacho se parecía muchísimo a la habitación de un hospital, con las baldosas del suelo blancas y negras, las paredes y el techo blanco, y un armario de metal apoyado contra la pared. En el lugar que habría ocupado normalmente la cama había una mesa de metal que parecía recién sacada de la línea de montaje. Estaba casi neuróticamente impecable, libre de cualquier objeto personal. Tampoco había ni una sola foto ni un cuadro en las paredes.

Louis me presentó, y yo estreché la mano al señor Jenkins. Después de sentarnos, Louis tomó la
palabra. Eran viejos amigos, se podía ver a simple vista —el señor Jenkins le había dado un efusivo
abrazo cuando el había entrado—. Louis le explicó nuestro plan. El
señor Jenkins había visto la obra unos años antes, y sabía exactamente de qué le hablaba Louiz tan pronto como el empezó a explayarse. Pero a pesar de que al señor Jenkins le gustaba mucho Louis y sabía que el tenía un buen corazón, no consideró que fuera una buena idea.

—No creo que sea una buena idea —sentenció, sin rodeos.

—¿Por qué no? —preguntó el, con el ceño fruncido.

Parecía perplejo ante la falta de entusiasmo del director.

El señor Jenkins agarró un lápiz y empezó a propinar golpecitos en la mesa con la punta, obviamente pensando en la mejor forma de exponer sus reticencias. Al final, soltó el lápiz y suspiró.

—A pesar de que es una propuesta maravillosa y que sé que te encantaría hacer algo especial,
esa obra trata de un padre que al final se da cuenta de lo mucho que ama a su hijo. —Hizo una pausa
para que pudiéramos asimilar sus palabras y luego volvió a coger el lápiz—. La Navidad ya es una
fecha suficientemente dura aquí, incluso sin recordarles a los niños lo que se están perdiendo. Creo
que si los niños ven esa función…

No tuvo que acabar la frase. Louis se llevó ambas manos a la boca.

—¡Dios mío! —exclamó de golpe—. Tiene razón. No había pensado en eso.

Ni yo tampoco, para ser sincero. Pero lo que decía el señor Jenkins tenía sentido.

Nos agradeció nuestro interés y charló un rato acerca de lo que él había planeado en lugar de la
función:  —Pondremos un árbol de Navidad y unos cuantos regalos, cosas que todos puedan compartir. Si
queréis, podéis venir en Nochebuena, cuando demos los regalos…

Después de despedirnos de él, Louis y yo caminamos en silencio. Sabía que el estaba triste. Cuanto más tiempo pasaba con el, más cuenta me daba del cúmulo de emociones que la invadían; no siempre estaba animado y feliz. Lo creas o no, aquella fue la primera vez que reconocí que, en
ciertos aspectos, Louis era igual que el resto de nosotros.

—Siento mucho que no haya salido bien —dije con suavidad.

—Yo también.

De nuevo volvía a lucir aquella mirada perdida, y tardó un momento en reaccionar.

—Solo quería hacer algo diferente para ellos este año, algo especial que pudieran recordar toda la vida. Estaba segura de que nuestra idea era… —Suspiró—. Pero, por lo visto, el Señor tiene un plan alternativo que aún desconozco. Se quedó callado durante un buen rato, y yo lo observé.

Deep remembrance  || Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora