Liam Payne

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Me despertó el ruido del maldito timbre. Oh, odiaba ese timbre. En mi casa cuando era pequeña teníamos un timbre que sonaba normal y corriente, de los de ding dong de toda la vida, pero, pasados unos años mís padres lo cambiaron por uno que producía un sonido mucho más horrible, y al mudarme de apartamento descubrí que el timbre tenía el mismo horroroso y penetrante sonido que el de mi casa. Siempre decía que iba a cambiarlo, pero al final nunca lo hacía, y en momentos así era cuando me arrepentía.

Llamaron una, dos y hasta tres veces mientras yo buscaba mi móvil por la cama, debajo de las almohadas y por encima de las mesillas. Volvieron a llamar y escuché mi nombre tras la puerta -CLEO CLEO ABRE LA PUERTA, CLEOO- gritaba -QUE YA VOY NATALIE, ESPERA, Y DEJA EL PUTO TIMBRECITO- la grité para que dejara de tocar el botón de una maldita vez. Me levanté dándome por vencida en la tarea de encontrar mi móvil cuando lo encontré justo al lado de mís pies en el suelo. Lo recogí y caminé hacia la puerta mientras miraba si estaba roto. Comprobé que no y abrí la puerta.

-Joder por fin me abres petarda- dijo entrando y sentándose en mi sofá.

-Sí, hola a ti también guapa.

-¿Dónde narices te has metido esta noche tía? no me has cogido el teléfono, ni a mi ni a las demás, que también te han llamado.

-Salí- dije cortante sin ánimo de dar más explicaciones.

-¿Saliste y no llamaste? vaya, que amable por tu parte- dijo molesta.

-Ya bueno, salí sola porque no quería que nadie viera lo que hacía.

-Tienes que dejar de beber cada vez que te ocurra algo- me dijo

-Yo no bebo cada vez que me ocurre algo. Bebo cuando me apetece Nat- la dije en un tono molesto.

-Está bien, entonces no preguntaré que ha sido esta vez. Me voy, mañana te veo en el parque a las ocho como siempre. Ah y llama a tu madre que siempre se te olvida.- dijo saliendo por la puerta y cerrandola mientras decía esto último. Natalie era una chica muy atenta y estudiosa, además no era fea, y era una gran amiga, siempre estaba pendiente de

mi y de si estaba bien o no. Se iba seguramente porque habría quedado con su novio. Su novio era un chico realmente guapo, era alto, de ojos azules, pelo ligeramente despeinado y castaño, era un chico muy divertido, se llamaba Louis, Louis Tomlinson. Le había visto un par de veces en algunas ocasiones en las que Nat nos juntaba para que nos conociéramos y llevaramos bien y en las que yo más bien me sentía de sujetavelas, era un chico bastante agradable y yo ya me había encargado de amenazarle con arrancarle los pelos uno a uno si hacía daño a mi amiga que, más que una amiga para mi era una hermana.

Cogí entonces el teléfono y llamé a mi madre como cada sábado antes de que se me olvidara. Nuestra conversación fue igual que siempe. Todo muy monótono, yo bien, ella bien, mi padre bien, mís hermanos pequeños gemelos también bien y todo bien. Lógicamente todo estaba bien porque yo omitia mís pequeñas juergas nocturnas y ella omitia que estaba hasta las narices de aguantar a dos gemelos terremotos. Y después de esto colgué.

Me tiré en la cama de nuevo, ahora eran las doce de la mañana y tenía hambre, asique como cada mañana fuera la hora que fuera y siendo fin de semana cogí un tazón enorme y lo llené de leche, la calenté y luego le eché cuatro cucharadas de cola cao. Cuando estaba en casa mi madre a mís hermanos y a mi no nos dejaba echarnos más de dos cada uno porque enseguida se gastaba y estaba harta de comprar cola cao, y pensó que al independizarme empezaría a tomar café como la mayoría de adultos, pero yo odiaba el café, jamás me había gustado, y ahora que mi madre no podía decirme nada pues me echaba cucharadas hasta hartarme.

Desayuné e hice mi cama cuando de repente recordé que tenía una conversación pendiente con el tal Liam Payne.

Cogí el teléfono y miré la conversacion que habíamos tenido. La repasé unas cuantas veces y dudé si debía avisarle de que ya estaba disponible para hablar. Era un chico al que no conocía de nada, es decir sí, pero en realidad le había conocido borracha y no me acordaba de él. Me detuve un instante mirando un punto fijo intentando recordar a alguien al que le diera el teléfono. Recordaba bastantes chicos, tres morenos, un par de ellos rubios y no se, alguno más. Recordaba haber besado a la mayoría de ellos, pero no haberle dado mi teléfono a ninguno.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora