Era un día a principios de verano, lo único que logro recordar es que era el cumpleaños de uno de mis parientes por parte materna. La fiesta tenía una temática infantil, habían muchos niños corriendo y jugando en los diferentes juegos inflables, todos parecían divertirse, inclusive los adultos. Yo por mi parte estaba escondido debajo de una gran mesa que tenía uno de esos manteles que llegaban hasta el piso de un color celeste claro, no me encontraba en ese sitio por gusto o por algún juego estúpido de niños pequeños, porque admitámoslo con 6 años yo ya era incluso más "grande" que mis primos de solo 10.
Estaba sentando a lo indio mirando fijamente el piso, cuando escuche el susurro del mantel elevándose, di un pequeño salto y mire rápidamente hacia el intruso, solté el aire que ni siquiera sabía que tenía retenido, solo era Amy, mi vecina.
-¿No piensas salir de aquí? – Pregunto ubicándose frente a mí. Yo solo negué con la cabeza – Vamos ese payaso no da miedo, ¡tienes que salir!
-No quiero – Trate de alejarme un poco de ella, pero me lo impidió tomándome de los brazos
-No lo entiendo a ti no te daban miedo, pero ahora... – Hizo un gesto extraño con ambas manos – Mírate estas aquí abajo como un pequeño bebe cobarde
-¡No soy un pequeño bebe cobarde!
-Entonces sale y demuéstralo – Señalo el lado del mantel por donde ella había entrado, gatee hacia el borde del mantel y salí
La luz del sol golpeo mi rostro y extrañamente me sentí un poco mejor, di media vuelta y ayude a Amy a pararse. Ella sostuvo mi mano mucho más tiempo del necesario, y me dio una mirada llena de determinación, aquella expresión ya la había visto antes y no me gustaba para nada lo que significaba. Amy afianzo el agarre de su mano y me arrastro hacia el escenario, en el cual se estaba presentando el payaso.
Eh de admitir que no me gustan los payasos, no les tengo miedo, eso no sería de niño grande, simplemente me ponían incomodo, con todo ese maquillaje y ropa de múltiples colores.
Adelante del escenario había tres filas de sillas las cuales ya estaban ocupadas, y atrás de estas estaban algunos adultos con sus hijos en brazos disfrutando del horrible espectáculo. Nos ubicamos cerca de las últimas sillas de la derecha y observamos.
-Ves no es tan malo – Amy tenia puesta toda su atención en el show – Además es gracioso, ¿Cómo no te va a gustar?
-No es eso Amy, algo me dice que está mal, es como si... una sensación rara, no sé cómo explicártela pero no es... - Una risa completamente irritante, escalofriante, tétrica, horrorosa, escandalosa, y que no llego a entender cómo es que a todos en esta fiesta le gusta, me interrumpió, la cual provenía del escenario
-¡Ahora niños!, ¡quien quiere subirse y... ayudarme en mi acto de maagiia! – Todos los niños y literalmente todos los niños de la fiesta corrieron hacia el borde del escenario gritando y levantando las manos para que los eligieran - ¡Oh!, ¡veo que muchos que hay muchos voluntarios!, ¡haber, haber!, ¡de tin marín de don pingüe yo te elegiré a....! – Paseaba su dedo de izquierda a derecha apuntando a los niños, y para mi mala suerte su dedo termino apuntando en mi dirección - ¡Ti!, ¡ven pequeño, sube!
Cientos de pares de ojos estaban posados sobre mí, Amy a mi lado solo reía y me daba golpecitos en la espalda para que fuera al escenario, mi madre se acercó y me tomo en brazos para llevarme con el payaso.
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Recuerdos
FanfictionMichael Yew es un niño como cualquier otro, hasta que un día se encuentra en una situación un tanto peligrosa, que hace que su mundo de un giro de 180 grados.