Habían transcurrido muchos años desde la primera maldición lanzada por la Evil Queen contra su hijastra Blanca Nieves y todos los habitantes del bosque encantado. Tantas cosas habían sucedido durante esos largos años y nuevos amores habían nacido en Storybrooke, entre ellos el joven Henry Mills, ahora veinteañero. El muchacho había crecido, y por lo tanto también su físico había naturalmente cambiado. Con un atisbo de nostalgia, tanto Emma como Regina habían vivido la fase de la adolescencia de su "niño", habían visto las primeras huellas de barba en su rostro, y habían notado que Henry era tan alto como su abuelo David. No fue una sorpresa conocer de boca de Ruby que el joven Mills y Ava compartían a menudo un chocolate caliente en el Granny's, y quizás alguna otra cosa, pero no habían tenido nunca el valor de investigar sobre el asunto. Además, había desarrollado magia. No era poderoso como su madre Emma, y para ser sinceros tampoco le interesaba tanto, pero algún encantamiento podía hacer sin demasiados problemas.
Durante estos largos años, Emma y Regina habían compartido tantas cosas: después de diferentes percances, discusiones y otras tantas maldiciones rotas in extremis, las mujeres habían enterrado sus viejos rencores y ahora se frecuentaban como dos buenas amigas, aunque entre ellas siempre existía esa extraña tensión siempre que se miraban o se sonreían una a la otra. Mary Margaret y David habían intentado en vano arrancarle una confesión a Emma sobre su verdadera relación con la mujer, pero la hija siempre había dicho que no era nada más que una amistad.
Los dos no estaban muy convencidos, y también Henry había comprendido que quizás había llegado el momento de hacer algo. En realidad, había esperado demasiado tiempo para intervenir: desde pequeño había tenido el presentimiento de que entre sus madres había mucho, mucho más. Digamos que estaba claro como el sol lo que sentían, pero eran testarudas y torpes cuando se trataba de sentimientos, quizás deberían tener un pequeño empujón. Ya tenía en mente qué hacer, y pronto pediría ayuda a su abuelo Gold para poner en ejecución su plan.
Era una bella tarde de junio cuando el joven encontró a su madre Regina acurrucada en la cama. Apoyado en el marco de la puerta con expresión desenvuelta, Henry tenía el ceño serio: la última maldición había sido rota gracias al perfecto binomio entre las dos mujeres, pero la ex Evil Queen parecía estar más exhausta de lo normal. Se acercó a la cama, sentándose al lado de su madre.
« ¿Ma? ¿Te sientes mal?» le preguntó, acariciándole la cabeza.
Regina sonrió, mirando en seguida en su dirección para encontrarse dos luces esmeraldas observarla con preocupación.
«Solo estoy cansada, tesoro. Estate tranquilo»
Henry asintió
«Bien, pero llamaré igualmente a Emma»
La alcaldesa resopló con expresión irritada
« ¿Para qué molestar a tu madre? Deja que se ocupe del trabajo por el que le pago, en vez de servirle en bandeja de plata una excusa para perder el tiempo»
El muchacho comenzó a reír de forma sarcástica
«No. Parece que cuando estás con ella tus fuerzas vuelven rápidamente. Creo que para ti es mejor que cualquier medicina, quién sabe por qué»
Regina lo miró con la boca abierta
«Solo es la conexión mágica» respondió con expresión desdeñosa, intentando dar una explicación lógica, olvidándose por un momento que su hijo ya no era un niño y por supuesto no era idiota. Nunca lo fue.
«Naturalmente» murmuró el joven. «De todas maneras la llamo; en un rato me voy a casa de Ava y Nicolás para estudiar matemáticas. Esta semana es el último examen antes de las vacaciones. Después creo que vamos a ir al cine»
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Polvo de estrellas
FanfictionTRADUCCIÓN del fic italiano Polvere di stelle escrito por Briskal. Henry ya es un veinteañero y desea ver finalamente a sus madres juntas, ¿qué hará? Este fic es muy cortito, solo cuatro capítulos, pero espero que os guste.