El sol brillaba en un despejado cielo azul. El viento corría con calma mientras llevaba a pasear a las hojas caídas de los árboles.
Apenas abrí los ojos, Xavier me subió una charola con comida. Agradecida comí mientras el revisaba la herida, que gracias a sus remedios lucía bastante bien considerando que apenas unas horas me la hice. Xavier me dio el visto bueno y me ayudo a levantarme de la cama. Aun dolía, pero era un dolor soportable. El mayordomo dijo que me pondría más ungüentos después de que me bañara, así la herida estaría limpia y funcionaria mucho mejor el remedio.
El reloj marcaba las dos con quince minutos, así que decidí llamar a Sasha para ver cómo iba con su sesión de belleza.
--apenas me apliqué la mascarilla y el tiempo casi se acaba—dijo preocupada, cosa que me hizo reír— ¿Qué tal vas tú?
--Sasha, faltan como mil horas antes del baile, estoy segura que terminaras a tiempo. Pues apenas desayune, ayer...tuve un problemilla por lo que dormí tarde
--¡¿no te has comenzado a arreglar?!—Contesté con un simple no después de recordar que no podía verme negar con la cabeza— ¿Cómo piensas estar deslumbrante en el baile si no te arreglas?—me estaba regañando
--estaré bien Sasha, haré lo que el tiempo me permita. Te veo en la noche
--¡arréglate ese cabello!—gritó antes de que terminara la llamada
Decidí comenzar a pensar en cómo me arreglaría antes de que se hiciera más de tarde. Mire el vestido en busca de inspiración.
Era largo y sin tirantes. La tela era suave al tacto y a la vista en un tono granate que me resultó encantador desde que lo vi. Una tela de un rosa pálido y de textura más suave se encontraba rodeando la parte superior del vestido para luego caer sobre la falda dejando el frente de la falda descubierto, mientras un bello cinturón grueso se ajustaba para resaltar la cintura.
Después de analizar el vestido y de pensar en un millón de peinados para hacerme, y de revisar internet, me decidí por llevarlo suelto y solo adornarlo con algún prendedor. El reloj marcó las cuatro con veinte minutos y decidí que era tiempo de bañarme. Tardé en el baño lo suficiente como para arreglar toda mi anatomía y dejarla impecable. Me puse como mil cremas para que mi rostro luciera limpio y sin marca alguna, lavé mis dientes como si nunca me los hubiera lavado y salí.
--¿Dónde están los chicos?—pregunté a Xavier mientras me vendaba la pierna de nuevo
--los señores salieron a asegurarse de que el demonio no anduviera rondando nuevamente—asentí pero no por eso me sentí tranquila— ¿gusta que la ayude en algo más?
--¿podrías traerme un jugo? de lo que sea y algo para comer mientras termino de arreglarme
--por supuesto señorita, en un momento se lo traigo—sonreí y lo vi marchar
El resto de la tarde me enfoqué en dejarme deslumbrante. Arreglé las uñas de mis manos y mis pies. Me probé los zapatos que usaría para asegurarme que podría caminar sin problemas y comí mi merienda. Escuché música a todo volumen mientras cantaba e intentaba maquillarme. Realmente no sé si los tutoriales de YouTube eran mentira o yo realmente era mala para maquillarme porque me veía exactamente igual que cuando me arregló normalmente. Me planché el cabello, cosa que me costó trabajo, y me puse el vestido. Me di los últimos toques y el reloj apenas marcaba las ocho de la noche.
--¿Dónde están?—me quejé mientras echaba una mirada por la ventana. El teléfono sonó y me apresuré a contestar—Hola
--solo con escucharte estoy casi seguro de que estas bellísima—sonreí como una chiquilla tonta y sentí mis mejillas arder—te sonrojaste—se burló desde el otro lado de la línea
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KENNINGAR: A las Sombra De Sus Alas #1
Fantasi● Libro Uno ● Una extraña herencia. Dos cazadores. Una presa.