Y mientras veía que se acercaba la hora de su partida sentía una presión en su pecho, sabía que no era la ansiedad del viaje era esa parte que dejaba atrás cada vez que se iba, ese pueblo tenía tanto de ella; su sudor, lagrimas, deseos y tantos recuerdos que se quedaban mientras ella se iba sin voltear; ese pedazo que moría con su partida era el que la hacía regresar con la esperanza de revivirlo. Y así subió aquel bus pensando:
-Odio este maldito viaje tan largo y a esta gente.
Procedió a buscar su asiento en el que ya se encontraba un hombre de unos 40 años, de tez trigueña y demasiado afable para su gusto, ella contestó su saludo y levanto esa barrera que nunca olvidaba poner. Sacó un libro y se despidió del mundo por el resto del viaje (o por lo menos eso creyó). Cerró sus ojos forzándose a dormir pero no lo logró, le daban vuelta en el alma tantos demonios que le impidieron conciliar el sueño pero se mantuvo así dándole alas a esos pensamientos a los que muy pocas, poquísimas veces dejaba salir (nunca se lo dijo, ella no iba a ser un obstáculo en su vida ella quería simplemente amarlo), sin embargo esas palabras de cuando en cuando le rondaban la cabeza y el alma. Ella ya sabía el fin de esa historia, para que molestarse en nada más que estar en sus brazos, dormir en su pecho que la hacía sentir tan segura y tranquila (aunque fuera realmente el lugar más inseguro del mundo) y quiso creer q él también sentía lo mismo, estar con él albergaba la urgencia de desaparecer por lo menos unas horas y volar juntos, pero él no lo sabe y ella se irá sin decírselo ella no será una piedra en su camino.
De repente salió de ese trance que los recuerdos le propiciaban, un estruendo y una sacudida.....Extrañamente abrir los ojos fue demasiado dificultoso y un dolor tan penetrante le calaba los huesos y los pensamientos; no sintió miedo solo un profundo pesar, ¡Cómo desearía habérselo dicho! Pero el arrepentimiento siempre pensó que era algo inútil.
En la distancia escuchó una voz, palabras indistinguibles pero lograron sacarla del coma en que se encontraba, finalmente logró abrir los ojos, el dolor se extinguía lentamente. Vio una figura borrosa de donde provenía la voz, ella no entendía que pasaba pero al verlo no le importó más averiguarlo... ¡Era él! Ese que había dejado atrás esperando volver a ver pronto y sí que lo fue. Se sintió tan cómoda en sus brazos como siempre, él no dijo nada solo la vio a los ojos casi como con pesar. Ella no se percato de eso y lo único que pudo hacer fue decírselo, al fin confesarlo. Cerró los ojos un segundo y suspiro como agarrando valor, se sintió débil y cansada sin entender por qué, hizo un esfuerzo casi sobre humano y al fin habló:
-Esta vez no quiero irme sin decírtelo, te amo sin importarme pasado ni futuro, sin reclamos ni reproches, aunque no me ames de vuelta aunque no haya garantía de un mañana, te amo sin preguntas, sin miedo; solo te amo.
Y después de estas palabras el dolor regreso más profundo que antes y él se desvaneció. Sintió que los brazos que la sostenían desaparecieron y mientras todo se volvió negro ella comenzó a flotar. Su alma nunca más volvió. Los periódicos fueron los protagonistas de aquel terrible accidente un domingo por la tarde y esos brazos cálidos que la sostuvieron no fueron los de él, eran de aquel hombre afable que ella vio con desdén. Y al final él jamás lo supo, y ella jamás se lo dijo; ella nunca regresó con él y él..... dejó de extrañarla.