El sol brillaba con fuerza sobre el suelo de tierra, quebrado y roto por la alarmante ausencia de agua. El vigilante de aquel pueblo se abanicaba con su sombrero mientras se lamentaba por estar allí, bajo aquel sol de justicia.
En aquella zona desértica no eran normales las ciudades, pero Priken no era una ciudad normal. Se había formado rápidamente en torno a un oasis y se había hecho famosa por sus minas, tanto que se había construido una estación de tren y la ciudad floreció como una rosa en mitad del ardiente desierto. Aunque las minas siguiesen dando beneficios, en la actualidad la ciudad se sostenía gracias al gran casino allí construido.
Aquel vigilante había sido asignado a la antigua entrada principal de la ciudad. Desde hacía unos meses, una banda de criminales se había instalado en alguna parte de la zona y se acercaban a la ciudad de vez en cuando para causar problemas.
-Menudo palo-dijo el hombre mientras encendía un cigarrillo-Unos idiotas se piensan que esta ciudad es su patio de recreo y es a mí a quien le toca asarse aquí fuera para mirar si vienen.
El tipo se consolaba a si mismo pensando en la refrescante bebida que se tomaría en el bar cuando terminara su turno. Expulsó una nube de humo por sus labios cuando algo llamó su atención. Empezó a ver un extraño punto negro que se acercaba lentamente por la lejanía. Pasados unos minutos pudo ver que se trataba de una persona alta completamente embutida en una túnica negra con capucha para protegerse del sol, a su lado, flotaba una pequeña figura gracias a un pequeño par de alas que crecían en su espalda, también envuelta en negro por completo.
Por un momento, el guardia pensó que se trataba de esos bandidos, pero luego recordó que ellos nunca se presentaban en solitario.
-¿Está usted loco? ¿A quién se le ocurre caminar por este desierto?-dijo cuando el caminante estuvo lo suficientemente cerca.
Aquel encapuchado no le dirigió ninguna palabra, simplemente pasó a su lado con un andar lento y cojeante. El vigilante pensó en detenerlo, pero no quería trabajar más de la cuenta.
La ciudad, a pesar de sus modernizaciones, seguía conservando su antiguo patrón arquitectónico. Los edificios estaban construidos en torno a lo que parecía una avenida central que la atravesaba de lado a lado, la cual convergía en una plaza donde se alzaba el casino. Los primeros edificios que aquel encapuchado podía ver tenían las fachadas desgastadas por el roce de la arena que traía el viento. Más alejadas de esa avenida, las construcciones eran más nuevas y cuidadas.
-Estoy sedienta...-dijo la pequeña figura flotante-Deja de ser un inútil y busca algún sitio donde beber.
El encapuchado no dijo nada, se limitó a señalar un edificio que tenía escrito "Saloon" en letras rojas.
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-¡¡Tres seises, soltad esa pasta!!
Dentro de aquel bar el ambiente era ameno gracias a la música que salía de un tocadiscos alimentado por una brillante lácrima.
-Venga, no os hagáis los remolones y pagad.
Cinco personas estaban jugando a los dados en una mesa. La que exigía su merecido premio era una joven de unos 20 años de pelo negro, alborotado y adornado por una pequeña trenza a su lado derecho y una fina coleta en su nuca, Sus ojos eran de color violeta. Vestía unas medias negras con botas marrones, unos shorts vaqueros por encima de estas. Sobre su cintura, un top azul sin mangas la cubría hasta el cuello, dejando parte de su ombligo al descubierto. El conjunto lo terminaban unos curiosos cubre brazos que dejaban sus hombros al descubierto. Su mano izquierda estaba cubierta por un guante negro.
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Chronicles of the Crystal Dragon
FanfictionDe la noche a la mañana, el gremio de magos más fuerte de Fiore, Fairy Tail, desapareció sin dejar rastro. Sus integrantes más destacados desaparecieron del mapa como si se los hubiera tragado la tierra, haciendo que los demás integrantes del gremio...