–¡Ahora nos tocará a nosotros! –sollozó Sherry aferrándose a Darwin.
Celeste presenció todo aquello atónita. El dragón se había almorzado a su padre de un solo bocado. Trató de gritar, pero en vez de eso, lloró. ¿Los vampiros pueden llorar?
Sintió la mano de Leonart que trataba de confortarla.
Se sentía devastada. Le había prometido a Leonart que saldrían de esta y estarían juntos por toda la eternidad; le había prometido a Sherry y Darwin que podían consumir su amor cuando salieran de esta; le había prometido a Oliver que lo llevaría con su hermana. ¿Y para qué? Nada de eso se cumpliría, ahora todos morirán.
Oliver había dicho que apenas una chispa nos tocara nos consumiríamos en unos segundos, no sufriríamos. Pero Sherry y Darwin, sí. Se sintió egoísta.
Colocó su rostro contra el pecho de Leonart, pronto llegaría su muerte, ¿qué más daba? Tenía que aceptar los hechos.
Entonces se estrelló con la plataforma de piedra, y ella se atrevió a volver la vista. Su padre salía por la boca de la criatura empapado. El dragón estaba inmóvil, parecía muerto pero no lo estaba. Su cuerpo se agitaba buscando la forma de respirar, si llegaba hasta la lava seguramente se recuperaría.
–¡Tome esto, señor Caleb! –voceó Oliver alarmado. Celeste volvió la mirada hacia él. Había sacado una daga de su bota –. Está embrujada, todo ser vivo que toque el filo moriría al instante.
Oliver arrojó la daga, la cual cayó enfrente de Caleb. Celeste le dio un abrazo rápido a Oliver, mientras veía como su padre trataba de incrustarle la daga al dragón antes de que llegara a la lava.
–¡Las escamas no me lo permiten! –dijo su padre con una mirada llena de horror.
–¡En el ojo, Caleb! –chilló Sherry aferrándose a los barrotes de la jaula –. Su ojo es el único lugar donde puede hundir la daga.
Celeste miró como su padre con ayuda del aire llegó lo más rápido posible al ojo de la criatura, ya que esta estaba casi en el borde de la plataforma, y lo hundió en el ojo abierto y aterrado del dragón.
En un abrir y cerrar de ojos ya no estaban dentro de aquel pozo, estaba enfrente a un hombre de cabello blanco y los ojos amarillentos como un reptil, Hades.
–Bien hecho, aventurero –dijo Hades muy serio –, has matado a mi sexto dragón más peligroso.
–¿Sexto? –preguntó Sherry. Hades sonrió en su dirección y asintió. Sherry tenía los ojos rojos. Estaba llorando, concluyó Celeste, es natural cuando crees que morirás y que fallarás en tus promesas, también.
–Hades –dijo Celeste.
–Dime, cariño –su tono sorprendentemente era más dulce.
–Sabemos que tú eres el único que nos puede sacar del infierno y queremos pedirte el favor.
–Han matado a mi criatura –aseguró Hades –, ceo que los dejaré ir, solo porque no quiero ver sus horrorosas caras.
Hades chasqueó los dedos y una puerta de mármol apareció antes ellos. Todos se miraron las caras sorprendido. Al final y al cabo, Celeste cumplió todas sus promesas. Se sentía orgullosa de ello. Leonart se apresuró a abrir la puerta pero estaba atascada. Todos volvieron la mirada hacia Hades, quien sonreía con ironía.
–Pero algo tiene que haber a cambio.
–¿Qué va a querer usted de nosotros? –preguntó Caleb, su padre.
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Las Aventuras de Caleb Coin: Arrástrame al Infierno
AdventureSAGA COIN 3 En esta tercera parte Caleb Lawrence Coin sufría físicamente por el dolor en sus venas y moralmente por culpa de las voces que le susurran desde la oscuridad. En la víspera de la boda de su única hija ocurre una tragedia que hará que Cal...