Lexa le pidió quedarse a dormir esa noche y Clarke no se negó, dejándola quedarse en sofá debido a las altas horas que ya marcaba el reloj luego de que le escribiera un mensaje a Anya. No le hacía daño a nadie mientras mantuviera la distancia sentimental entre ella y Lexa.
No alcanzaba a comprender a la chica aunque ya se lo hubiera explicado. ¿Cómo podía gustarle? Tenía muchísimas cosas en contra y de igual modo se anclaba en su sentimiento hacia Clarke.
A las cinco y media de la mañana, Clarke ya estaba levantándose para preparar todo. A veces odiaba tener el turno de la mañana, pero era lo que tenía y no se quejaba mucho por ello. Salió de su habitación, estirándose bajo su oscuro apartamento. Todavía no amanecía en Ohio, así estuvieran en verano, el sol no salía hasta pasadas las seis.
- Buenos días.
Clarke pegó un brinco apenas escuchó esa voz adormilada, olvidando por completo que Lexa estaba ahí. Se giró a verla desperezarse en el sofá azul. Le había pasado por al lado y ni por eso la había visto. Era la costumbre de vivir sola luego de un par de años.
- Lexa, buenos días –Clarke le sonrió gratamente, divirtiéndose con la cara de sueño de la menor. Estaba más en el mundo de Morfeo que en este-. Siento despertarte tan temprano en verano, trabajo en el turno de la mañana y tengo un reloj biológico que me despierta antes de que siquiera suene el reloj -explicó.
- No importa, igual prefiero estar despierta –Lexa se levantó, estirando sus brazos al tiempo en que bostezaba-. Supongo que me tengo que ir ya, mi hermana debe de haberse convertido en un trol esperándome.
- Yo te llevo camino al trabajo, así desayunas antes –preparó el café con una pequeña sonrisita curveando sus labios. Lexa tenía algo con comparar a las personas con otros seres vivos o mitológicos.
- Bien, porque todavía no quiero irme –escuchó su voz más cerca, pero no levantó la mirada para verla. Le bastaba con sentir la profundidad en la voz de Lexa para saber el porqué de su deseo por quedarse.
Desayunaron tranquilas, hablando de temas comunes sin tocar temas con relevancia por el bien de ambas. Lexa sabía que Clarke se ponía incómoda bajo su mirada de adoración, pero no podía evitarlo. La mujer frente a ella era de esas que todo su cuerpo y alma te obliga a adorar, una especie de admiración que rebasaba lo común. Clarke era de esas que irradiaba confianza.
Estaba segura que sentía algo mucho más fuerte que solo admiración, pero no se lo diría a la rubia para evitar su disgusto. Tampoco quería molestarla con sus sentimientos.
- No quiero ver a Anya todavía –murmuró Lexa bebiendo de su café. La pelea con su hermana había sido bastante fuerte, tanto que huyó en busca de su ángel.
Anya alegaba que no sabía cuan fuerte era el poder de Lexa con el Clan, percatándose de eso cuando sucedió la pelea con Bellamy. Su hermana temía por lo dependiente que eran sus amigos de ella, pensando que sería más difícil alejarla del Clan por esta misma razón.
- Lo entiendo, pero tienes qué. Es tu hermana mayor y tu tutora.
- O mi carcelera –agregó poniendo una mueca.
- No creo que Anya lo haga por mal, Lex. Ella solo quiere verte bien.
- Mi hermana y yo no nos llevamos desde hace tiempo, ni siquiera podemos convivir más antes de que una explote. No me soporta, no la soporto, no hay nada que hacer.
- Nunca han sido las mejores hermanas, pero sé que tú siempre la veneraste –Clarke apoyó los codos sobre la mesa y la barbilla de sus manos-. ¿Qué sucedió?
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Ángel | La amiga de mi hermana (Clexa)
FanfictionLa mayoría de las veces, el proceso para descubrir tu sexualidad "diferente" a lo que la sociedad considera "normal" puede ser lioso, sobre todo cuando te enamoras de la persona más errónea en la faz de la tierra. Y no me refiero al sexo, eso es sol...