Existen muchas cosas más en mi cabeza que las que me permito plasmar en un papel. Pequeños (o muy enormes) fantasmas, que se contradicen entre ellos, que son particulares y a la vez uno sólo, el mismo. Son los principales motivos de las catástrofes que se generan cuando se quiebran conexiones, de las energías que hay entre miradas, entre tu voz y la mía, entre los susurros de piropos que me rozan la oreja, despiertan la piel y enfrían las venas. Se quiebran, se rompen, con un grito, con una crisis, con un enojo.
La lágrima que recorre tu mejilla; cuando sos real te siento como si fueras mía, te siento las palpitaciones, te siento los dolores, las alegrías, los llantos de risa, de amor y desamor.
Déjame que resuelva los desastres que aparecen ante el miedo de que rompas en pedacitos, como si fueras una cajita de cristal, débil, tan frágil como un adolescente susceptible.