Iba tarde para la cita con Paul.Hacia años que no hablaba con él, nuestros problemas inmaduros nos habían separado y el orgullo no nos dejaba entablar una conversación decente. Pero ahora, después de tantos años, me había dado valor de llamarlo y preguntarle si tenía tiempo de ver a un viejo amigo; él estaba en Nueva York, así que no podía poner pretexto alguno. Y así fue, después de silencios incómodos y risas nerviosas a través del teléfono, acordamos vernos en un café no muy lejano de mi hogar. Yoko estaría fuera por un par de horas y Linda no había acudido en el viaje de Paul, lo cual era una ventaja.
Debía admitir que pasé más de dos horas frente al espejo tratando de parecer un hombre decente y no el hombre descuidado que había me había acostumbrado a ser. Peiné mi cabello hacia un lado, me puse una camisa roja, unos jeans y por último una chaqueta de cuero negra pero abrigadora. Era un día frío en la ciudad, pero nada impediría ver a mi... ver a Paul.
Alterado, salí de mi apartamento y apresuré el paso, pues ya faltaban menos de 10 minutos para nuestro encuentro.
La gente ya no me miraba cuando me veían caminar por las calles de Nueva York, es más, ya no me pedían autógrafos sin parar como antes solían hacerlo. Habían aprendido a respetar mi privacidad y a comprender que era un ser humano normal como todos ellos, pero sin duda Paul llamaría la atención. Él seguía siendo una celebridad al 100%, pero trataría de que no lo molestaran.
5 minutos...
Llegué al café y le pedí al gerente una mesa muy apartada de la demás gente. Él, al verme, aceptó en seguida y me dio una que era cubierta por un muro color escarlata de la vista de las personas. Quizás no era un lindo panorama, pero al menos estaríamos tranquilos.
Crucé mis piernas y me dispuse a esperar los pocos minutos que faltaban. Paul era todo un inglés, jamás llegaba tarde y por eso confiaba en él. Dios... lo extrañaba tanto.
1 minuto...
Suspiré hondamente y comencé a jugar con mis dedos sobre la mesa. Mi corazón latía desenfrenado y mi pie golpeaba la alfombra con rapidez. Maldito McCartney... ¿por qué aún me hacía sentir así?
—Al fondo detrás del muro —Escuché decir al gerente.
Ya había llegado.
Paul apareció frente a mi con un abrigo grande y un sombrero bastante elegante. Gracias a que el cuello de la gran prenda lo tenía levantado, podía pasar desapercibido.
—Al fin llegas —Me animé a decir mientras que con una mano le indicaba que se sentara —Puntual como siempre.
—Yo nunca falto a mis promesas —Me respondió, quitándose el sombrero y acomodándose el abrigo —¿Seguro que nadie nos notará?
Era la misma voz que me encapriché en guardar en mi mente. Para mí, la imagen del hombre que tenía delante mio seguía siendo la del chico de 23 años que reía y jugaba conmigo a las afueras de los estudios de grabación.
—Confía en mi.
—No sé si hacerlo, la última vez que me dijiste eso me fallaste.
Aún no terminaba de olvidar lo que pasó. Fui un idiota.
—He cambiado —Me apresuré a decir —Paul, yo nunca...
—¿Qué van a ordenar?
Miré molesto a la joven que nos había interrumpido. Parecía contenerse de gritar al vernos juntos, pero mantuvo la cordura, pues no era secreto que me hacia enfurecer la gente empalagosa.
—Yo quiero un té —Dijo Paul sin prestarle mucha atención a la niña esa, cosa que me agradó.
—¿Un té en una cafetería?
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The Last Cup Of Tea
Fanfiction[McLennon] Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido. Publicada el 8 de diciembre de 2016. Prohibida su copia y/o adaptación.