I.

16 2 0
                                    

Querida y joven yo:

Han sido tiempos difíciles. Has ido de aquí para allá en un vaivén constante de emociones para terminar siempre entre la indiferencia y la confusión. Has llorado súbitamente sin saber por qué y has sostenido un aireado desinterés ante cosas que deberían tenerte esparcida en pequeñas partes sobre la habitación. Te has burlado de la adversidad cuando más temías de ella y te has permitido sentir por quién una vez juraste jamás querer. Me gustaría decirte que todo cambiará para mejor, que un día despertarás con todas las respuestas a tus pies, pero la verdad es que jamás cambia, debes aprender a manterte en tierra aún cuando la vida parece un juego de feria.
Sé que ahora mismo no puedes ver más allá del vibrar de su voz y el sabor de su dulce risa. Duele incluso cuando todo es alegría, incluso cuando sus ojos se hachinan al carcajear y sientes que la vida pasa en cámara lenta, porque sabes que es una sonrisa infiel y que es tuya por apenas un par de horas durante el atardecer. No intentes apaciguar el dolor borrándolo de tu mente, memoriza la curvatura de sus labios, la linea de su cabello y las palabras que solía repetir. Pronto entenderás que no volverás a encontrar algo así jamás y te sentirás agradecida de haber disfrutado aunque haya sido en fracciones, de un ser tan único. Déjate ir, permite que no te busque más, que siga viviendo como lo hacía hasta hace cuatro meses atrás, aún si sientes que después de él tu vida ya no será igual. Permítete no ser indispensable y aprende que no existe lo negativo en estar de paso en la historia de alguien y que por más que desees quedarte y a pesar de haber trazado líneas inigualables, no podemos ser la tinta correcta para un papel que no fue hecho a nuestra medida. Desgástate lo suficiente como para volverte parte del paisaje y reinvéntate tanto como el futuro te llene de caminos y posibilidades.
Recuerda esas primeras miradas cómplices, esa primera charla tímida... Has querido de la forma correcta, sin ataduras, sin vacilaciones ni argumentos. Es tiempo de dejar que te quieran.
Han sido tiempos difíciles y aunque no puedes cambiar la historia ni el balde de emociones que te recorre como agua fría, aún eres dueña de lo que eres y lo que puedes hacer de (él)los.

Querida y joven yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora